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10-Enero-2003

 

Otro oficial sueco revela
violaciones de EE.UU.

 

En nuestro número anterior difundíamos la denuncia de un militar sueco que comprobó en Bosnia en 1994-95 la manipulación de falsa documentación por la propia Ministro de Relaciones Exteriores, Madeleine Albright, en apoyo a los intereses norteamericanos. Hoy, otro militar sueco, perteneciente a la armada de este país, da a conocer públicamente el riesgo que en la década del 60 un submarino norteamericano hizo correr a la seguridad de Suecia violando la territorialidad de sus aguas atestado de armas nucleares.

Lo que se destaca hoy en el informe que acaba de dar a conocer el Jefe de Flotilla Nils Bruzelius, antiguo Comandante en Jefe de Submarinos y Agregado Militar de Defensa, no es sólo la atrevida maniobra realizada por la nave cargada con 16 misiles Polaris sino que, el objetivo según sus investigaciones, era el de mantenerse como base submarina apuntando a Moscú.

El marino sueco que ejerce actualmente como investigador en temas históricos en la Escuela Superior de Defensa, observa que cuando en 1957 la Unión Soviética lanzó su primer Sputnik al espacio, Estados Unidos sorprendido por el poderío alcanzado por ésta y temiendo que dicha capacidad le permitiera a los soviéticos alcanzar el territorio americano con armas dirigidas a larga distancia, respondieron con el proyecto de los submarinos. Por medio de estas naves provistas con armas nucleares podrían atacar desde el mar a sus enemigos de aquella llamada Guerra Fría.

Tremendamente armados con 16 robots Polaris ,cada uno de los cuales con una carga atómica equivalente a una potencia treinta veces mayor que la de la bomba lanzada en Hiroshima, estos submarinos tenían un alcance de 2 200 kilómetros.

En octubre de 1966 -recuerda Bruzelius- se advirtió la violación de las aguas en las afueras de Lysekil. Al este del faro de Gävens , los barreminas Blackan, Dämman y Hasslö detectaron, a través de sus aparatos de escucha, un submarino extranjero. Estaba detenido, quieto, se le pudo golpear dejando caer bolas de hierro al fondo y luego el radar tomó contacto con un periscopio. Se dejó caer así mismo una bomba de contacto contra la nave que desapareció.

Luego de largos y detallados estudios, el investigador concluye que, el lugar en que el submarino fuera detectado era el ideal para quienes desearan, llegada la oportunidad, realizar un ataque sobre Moscú en forma sorpresiva y sin ser descubiertos. El lecho de esa zona del mar que se encuentra a unos 29 metros de profundidad resultaba el necesario apoyo para poder disparar sus ojivas nucleares de 600 kilotones. El disparo rápido de aquellos Polaris que produciría una gran inestabilidad en la embarcación hacía necesaria una base semejante, por otra parte, por sus dimensiones era preciso que su torre estuviera sumergida a unos diez metros de la superficie como fuera comprobado por los barreminas que lo detectaran. Desde allí los robots, atravesando el territorio de Suecia alcanzarían el objetivo Moscú cuya distancia de 2200 kilómetros era precisamente para la que estaban capacitados. De esta manera, secreta y cómodamente hubieran podido los submarinos George Washington tal el nombre con el que se les había bautizado- disparar los misiles uno a uno y cumpliendo con la Doctrina de la Venganza asegurar la destrucción total.

Con estas revelaciones, Nils Bruzelius rechaza la opinión oficial que sostiene que los submarinos nucleares en la década del 60 operaron, sobre todo, en el mar de Barents donde anota- la flota soviética emplazada en la península de Kola y en Murmansk hacía muy peligrosa y hostil esa zona. Además es un mar demasiado profundo y difícil de alcanzar el fondo imprescindible para poder disparar. La costa sueca, por lo contrario afirma Bruzelius- ofrece además una cómoda distancia a la base de Escocia y la zona era relativamente segura y protegida de la caza de submarinos por parte de las fuerzas soviéticas.

Nils Bruzelius dice estar convencido de que ni los militares suecos ni los líderes políticos conocieron lo de los submarinos Polaris en Skagerrak en la costa sueca- aún cuando el espía Stig Wenneström, bajo interrogatorio, habló sobre la inquietud de los soviéticos por el intento de los Polaris por ubicarse en las costas suecas. Suecia consiguió, aún sin darse a conocer, garantías de seguridad tanto de EE.UU. como de los países de la NATO en caso de darse una ofensiva soviética y la ayuda militar a Noruega y Dinamarca casi se duplicaron. Con ello, la política norteamericana estimulaba a los países nórdicos a ejercer sin saberlo, al decir de Bruzelius- colaboración en la protección de los submarinos nucleares.



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