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20-Diciembre-2002

 

Un género en pleno desarrollo
Cronistas y otros deslenguados

 

escribe Juan Cameron

Tres sabrosos libros de crónicas publica el Gobierno Regional de Valparaíso en su reciente versión competitiva. Los aportes de Marcelo Novoa, Víctor Rojas Farías y Nancy Astelli Hidalgo indagan en la peculiar conducta de artistas y habitantes, tanto de esta ciudad como del resto del territorio continental. El lector podrá formarse una completa visión del fenómeno tras la lectura de estas recientes ediciones.

El género de la crónica, ese estadio entre el periodismo y la literatura, se presta para discurrir sobre determinadas materias pero, sobre todo, para contrabandear como alto oficio una serie de rumores, copuchas y otras sabrosas anécdotas entre los deslenguados escritores. Herramienta de venganza e investigación, la crónica ha tenido en el país, de preferencia en su templado centro, un desarrollo evidente durante estos últimos años.

Ya no se trata del terrible registro de la dictadura, con sus abusos, delitos y estupideces, sino del regreso, forzado o no, hacia cierta convivencia amable en apariencia, pero divertida en el mayor de los casos. A las más recientes apariciones editoriales, Los cafés literarios en Chile, de Manuel Peña Muñoz, y las etnocentristas producciones Valparaíso, el mito y sus leyendas, de Víctor Rojas Farías, Barquero en el Puerto, de Carlos Amador Marchant, y Valparaíso, el violín de la memoria, de Sara Vial, se agregan ahora, por intervención del Gobierno de la V Región del país, los volúmenes Álbum de Flora y Fauna, de Marcelo Novoa, Escenas de la Vida Bohemia, del mismo Rojas Farías, y Valparaíso, escenario y artistas, de Nancy Astelli Hidalgo.

Rojas es un mal hablado por excelencia. Su recuento incluye comentarios de toda la historia patria y apunta los dardos de preferencia hacia sus colegas escritores, en un gran brindis o «farra» como ha sido la historia inoficial y secreta en estas lides. Esta gran trasnochada dura «desde la Conquista hasta la noche de ayer» y abarca desde el aristocrático Florencio Blanco Encalada, quien en 1860 contrajo matrimonio con la princesa rusa Olga Troubetzkoy, hasta el peluquero porteño Rodrigo Gutiérrez, quien en 1994 se enamoró de una colega estilista de Peinados Elizabeth quien, sin alcanzar a ser una princesa rusa, lo hizo detener por la policía por «acoso sexual». Algo similar le habrá ocurrido al poeta Jorge Alvarez quien, según cuenta Rojas, se bajó los pantalones en el Bar Emile Dubois sin que nadie entendiera a quien dirigía su acucioso baile. Fue expulsado, acotan los críticos, por el propio dueño de casa, el poeta Enrique Moro, con la fundamental asistencia de una colega argentina de mayor peso e importancia.

Víctor Rojas, nacido en Punta Arenas, en 1960, ha publicado además el relato Tango dos (1983) y las crónicas La gran enciclopedia del mar (2001), a la cual insiste en catalogar en el género poesía.
Marcelo Novoa posee un estilo más fino, pero no por ello menos peligroso. Álbum de Flora y Fauna incluye una selección de los artículos que como crítico publicara semanalmente, entre 1991 y 1995, en la Sección Arte y Cultura de El Mercurio local. Tiene un objetivo preciso en esta recolección y éste es el rescatar la contribución de la literatura de la provincia al discurso nacional. De hecho, en su capítulo «Polaroids porteñas desde los 80tas hasta hoy», retrata a una veintena de escritores cuyo aporte al oficio es de suma importancia y actualidad. Su escenario es también nacional y en él caben tanto los integrantes de La Mandrágora como Alfonso Alcalde, Eduardo Anguita o el peculiar Manuel Astica Fuentes. Con su fuerte carga emotiva (aún cuando Novoa se postula como el perfecto posmo) trae a la memoria a singulares figuras de nuestras letras y avanza un paso más de la mera referencia o anécdota. Tal como en el caso de Godofredo Iommi Marini, porta argentino, rival de amores de Huidobro, quien estableció su base en la Universidad Católica de Valparaíso y creo una escuela trascendental (en ambos sentidos) para la poética regional.

Marcelo Novoa, profesor de Literatura, nació en Viña del Mar en 1964, y reside en la localidad de Villa Alemana. Ha publicado los poemarios LP (1987), Minorías (1988) y Arte cortante (1996 y 2002).
Nancy Astelli Hidalgo, periodista retornada hace poco de un largo exilio por Centro América y por México, tampoco se anda con chicas. Su trabajo resume sus dos aportes universitarios para obtener el título, en Santiago, el año 2001, en torno a la bohemia porteña y su escenario natural. El trabajo de Astelli es informado y preciso. Cada capítulo viene acompañado de sus pertinentes notas y entrega, al final del texto, una valiosa bibliografía sobre la ciudad puerto.

Luego de analizar diversos aspectos arquitectónicos e inmobiliarios, bares y otros lugares pecaminosos incluidos, la autora entra de lleno en el ambiente intelectual y en su desarrollo a partir de la generación del 50. Con muy buen ojo crítico, entrega una clasificación, por calidades y categorías, de poetas y otros artistas. Ello permitirá al lector informarse, con precisión y claridad, de la real ubicación de tantos y tantos nombres que a diario figuran como profesionales en el espacio público.
Junto a los trabajos de Víctor Rojas y Marcelo Novoa, el volumen de Astelli permitirá también rescatar, en el espacio público y personal, a los muchos cultores del arte que en forma silenciosa y válida enriquecen el patrimonio de una Región y contribuyen a su cultura.



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