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06-Deciembre-2002

 

Escuche, amigo

 

escribe LEO

¿Vio, amigo, la catástrofe del petróleo, que asola las hermosas costas de Galicia y destruye las fuentes de trabajo de miles y miles de trabajadores y sus familias y envenena un poquito más el ecosistema y que ahora se extiende hacia Portugal y Francia? No es una catástrofe natural, como no lo son tampoco los accidentes que matan niños porque los autobuses que los transportan no tienen frenos en condiciones o el conductor se durmió por exceso de horas de trabajo. El asesino es el mercado y quienes priorizan la ganancia capitalista antes que la vida humana. Periódicamente los petroleros, que navegan con banderas de países muy marginales como Panamá o Camboya, se van a pique con enormes cargas de crudo que se derrama en el mar envenenando la riqueza que contiene, que es también, una fuente de vida para usted y sus hijos.

Dichos barcos son una suerte de bombas flotantes que carecen de las condiciones mínimas de seguridad porque para tenerlas habría que hacer pequeñas inversiones que aumentarían los costos de explotación. Algo que contradice frontalmente la filosofía empresarial neoliberal. Y como los gobiernos del mundo occidental y democrático han abdicado de sus potestades y se han resignado sumisamente a ser meros administradores de los intereses de las grandes transnacionales, no reglamentan la actividad criminal de esas empresas, responsables últimas del estado de los barcos y las catástrofes consiguientes. Y los medios culpan al patrón del barco sin aludir a las verdaderas causas. Yo le conté una vez amigo, citando un documento secreto de la Comisión Europea, cómo el gobierno británico había ocultado durante un tiempo el problema de la enfermedad de las vacas locas para no perjudicar las exportaciones de carne con-taminada. ¡Se da cuenta amigo, qué monstruosidad!

Sus hijos, los del vecino, los niños de otros países a los que fue esa carne contaminada con la terrible enfermedad de Creutzfeldt-Jacob pueden ya estar condenados porque la incubación puede durar años. También el presidente español, José María Aznar, uno de los lacayos más fieles del emperador Bush, ha querido minimizar las consecuencias de la catástrofe. Y si llega a aparecer por Galicia quedará seguramente embadurnado, como un pequeño pingüino, con el crudo que le arrojarán los indignados pescadores y miles de voluntarios que por su cuenta han entablado una desigual lucha contra la marea negra. Usted vio, amigo, pese a la deliberada censura de las imágenes como un alcalde de la zona fue corrido del lugar.

Porque la otra cara complementaria de esta barbarie neoliberal globalizada, es la incompetencia y el desinterés de los gobiernos por la suerte de los ciudadanos. A lo único que atinan, como en este caso, es a recurrir a nuestra ayuda financiera, a través de los fondos especiales de la Unión Europea, que financiamos todos nosotros, para paliar la situación y atenuar las consecuencias políticas de su irresponsabilidad criminal. En otros casos, como ocurrió en América Central después del huracán Mitch, gobiernos como el del expresidente Alemán, de Nicaragua, gran amigo de Bush, se embolsan en su cuenta personal el dinero recibido para la ayuda. Contra esta barbarie organizada por el Imperio y sus vasallos, hay que luchar sin pausa. En ello nos va la vida y peor todavía, la de la Humanidad.



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