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Escuche, amigo |
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escribe LEO Hace un par de semanas usted se conmovió, amigo, al igual que millones de semejantes en el mundo, por la tragedia ocurrida en la pequeña ciudad de San Giuliano di Puglia, Italia, en la que murieron 26 niños y tres adultos de una guardería, que se derrumbó a causa de un terremoto. Una catástrofe natural en la que, aparentemente, nadie tiene la culpa. En este descalabro generalizado, de inundaciones, terremotos, sequías, huracanes, que afectan cada vez con mayor frecuencia a distintos lugares del planeta, no hay ciertamente un culpable directo al que pueda responsabilizarse. Pero según los científicos que estudian estos fenómenos, buena parte de culpa la tiene la agresión continuada y masiva que el hombre, o mejor dicho un modelo de vida voluntariamente elegido, ejerce sobre el ecosistema. Cuando un gobernante como George W Bush, se niega a suscribir el llamado Protocolo de Kioto, que intenta disminuir el nivel de los gases causantes del efecto invernadero, con el necio argumento de preservar el estilo de vida americano, no sólo demuestra su ignorancia criminal, sino que está atentando contra su propio pueblo que frecuentemente es víctima de estas catástrofes, también contra usted, amigo, y contra el mundo, como es ya habitual en él. Es decir que, en las catástrofes naturales no todo es totalmente natural. Pero hay una parte de ellas en las que sí, la omisión criminal y las responsabilidades tiene nombre y apellido. El edificio de la guardería italiana, se sabe ahora, no tenía ninguna de las condiciones de seguridad que debe tener, especialmente tratándose de una región naturalmente expuesta a este tipo de fenómenos sísmicos. La empresa constructora del edificio, que podría ser una ramificación de los múltiples tentáculos económicos-financieros de Silvio Berlusconi, no puso hierro o cemento, sino arena, para abaratar costes y claro, al menor temblor se vino abajo y segó la vida de 26 níños. Qué le parece, amigo, ¿cómo se califica esto? ¿Terrorismo del mercado, desprecio por los derechos humanos, dictadura del dinero? ¿Cuál puede ser la reacción de un padre cuyo hijo murió por la codicia de un capitalista y la complicidad de una autoridad que debió controlar que las cosas se hicieran correctamente? El caso de Italia no es único. Es uno más en el acontecer cotidiano mundial. Antes creíamos que esas cosas ocurrían solamente en los barrios marginales de las ciudades del Tercer Mundo. También son tragedias cotidianas del primer mundo. En países como Suecia han muerto escolares en accidentes provocados por autobuses que no habían sido suficientemente examinados, que presentaban carencias de cinturones y frenos en mal estado o conductores con demasiadas horas de trabajo ininterrumpidas. Todo para maximalizar la ganancia. La total indefensión del ser humano antes y después de las catástrofes es el denominador común. En algunos casos como en los países centroamericanos después del huracán Mitch, los gobernantes demócratas se robaron la ayuda que otros países les brindaron. Curiosamente sólo en la dictadura de Fidel Castro se evacuan en una noche 200 mil o 300 mil personas ante la inminencia de un huracán y rara vez se producen víctimas. ¿Se da cuenta la diferencia, amigo? |
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