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01-Noviembre-2002

 

Los objetivos de EE.UU.: recursos económicos estratégicos y ocupación militar para asegurar su dominación
La triple frontera,
clave de la estrategia norteamericana

 

escribe Víctor Ego Ducrot (*)

Los poderes imperiales mienten al afirmar que el punto de encuentro territorial entre Argentina, Brasil y Paraguay es un enclave del terrorismo internacional. Al servicio de las corporaciones financieras globalizadas, Estados Unidos y sus mandatarios en distintos puntos del orbe quieren encubrir la verdadera naturaleza de su accionar: apropiarse de los recursos económicos estratégicos y ocupar militarmente Sudamérica, para proteger sus intereses de dominación.

La caracterización de la Triple Frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay como centro de operaciones del «terrorismo islámico» es una patraña más del gobierno de los Estados Unidos. La misma esconde la necesidad que tiene la facción dominante del Imperio Global Privatizado (IPG) de contar con una excusa política para desarrollar allí una base de operaciones militares al servicio de sus intereses estratégicos.
Primero revisaremos algunos de los tantos casos que demuestran las falacias argumentales de Estados Unidos. Falacias y mentiras similares a las tareas de desinformación desplegadas por Washington para justificar su ataque contra Afganistán después de los episodios del 11 de setiembre pasado, ya que nunca probó la participación de Osama Bin Laden en aquellos atentados.

Falacias y mentiras también como las utilizadas en los últimos días respecto de un supuesto peligro de inminentes ataques radioactivos para justificar una inyección de 4.000 millones de dólares en su presupuesto defensivo. Luego analizaremos cuál es la verdadera naturaleza política y cuál es la red de intereses que se esconden detrás de la campaña norteamericana en la Triple Frontera, campaña que cuenta con el apoyo de los gobiernos de la región, dependientes y alineados con los intereses del IPG.

Caso 1.- El 21 de setiembre del 2001 la BBC de Londres afirmó: en un vasto operativo, efectivos de la brigada especial de la policía paraguaya fuertemente armados y vistiendo pasamontañas detuvieron a catorce libaneses y decomisaron computadoras en la ciudad de Encarnación, en el sur del país. En un despliegue similar en Ciudad del Este, un ciudadano de origen indio fue detenido porque su nombre figura en la lista de buscados del FBI, aunque su abogado aseguró que se trata de un caso de homonimia. El comandante de la Policía de Paraguay, Blas Chamorro, explicó que las detenciones son parte de la operación de control redoblado que vienen haciendo las Fuerzas Operativas Policiales Especiales desde los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono en los Estados Unidos. Días después, las autoridades de Asunción debieron liberar a todos los detenidos porque no consiguieron prueba alguna que sostuviese sus acusaciones.

Caso 2.- En tanto, desde Washington, el Departamento de Estado de Estados Unidos advertía que la región de la Triple Frontera (donde convergen las ciudades Puerto Iguazú, de Argentina; Fox de Iguazú, de Brasil y Ciudad del Este, de Paraguay) es un foco de movimientos islámicos extremistas. Mencionaron células de Hamas y Hezbollah. Voceros policiales de Paraguay dijeron que en Ciudad del Este se han instalado facciones de grupos como la ultrarradical Al Gammat Al Islamiya (Jihad Islámica), de Osama Bin Laden y de Al Moqwama, del grupo pro iraní Hezbollah, además de la organización pro palestino Hamas. Ni Asunción ni Washington, en ningún caso, ofrecieron pruebas de sus observaciones y acusaciones.

Caso 3.- El 19 de noviembre del 2001, el analista Yerko Montero escribió en el periódico La Razón de Bolivia que el presidente del Brasil, Fernando Henrique Cardoso, se reunió con su homólogo norteamericano George W. Bush, a fin de mantener contactos fluidos sobre los movimientos de los presuntos terroristas islámicos en el punto fronterizo entre Brasil, Argentina y Paraguay. Nuevamente faltaron las pruebas, pues ni Cardoso ni W.Bush pudieron aportarlas.

Caso 4.- Sobre el mismo asunto, Montero recuerda el artículo «U.S. Coalition Against Terrorism should include Latin America», del analista político Stephen Johnson, adscrito a la Heritage Foundation, que coincide con la preocupación de los mandatarios y especifica otro tipo de actividad terrorista en la región. La citada nota periodística afirma que diez de las treinta organizaciones que dirige Osama Ben Laden se sitúan en Latinoamérica.

En la Triple Frontera, afirma el artículo, Paraguay es un huésped involuntario. Sus despobladas fronteras con Argentina y Brasil han atraído a traficantes de drogas y armas así como a terroristas sospechosos ligados al Grupo Islámico Egipcio, el iraní Hezbollah y el pro palestino Hamas, que circulan en una larga comunidad de inmigrantes, afirma el autor. Además, el propio Johnson sostiene que hay dos tipos de actividad terrorista, la de Cuba y la de Colombia. El primer caso es considerado por el Departamento de Estado norteamericano como país patrocinante del terrorismo al tener capacidad ofensiva en electrónica y armas biológicas.

El segundo, tiene como antecedente grupos guerrilleros desde hace 40 años. Desde 1995, el número de rebeldes creció geométricamente y se expandió en la mitad del territorio nacional totalizando mas de 1.000 millones de dólares recibidos por año de extorsión y tráfico de drogas, financiados por Bin Laden, y otros grupos terroristas, incluyendo al IRA irlandés y los separatistas vascos. Conviene aquí recordar que el supuesto «terrorismo» biológico cubano fue desmentido por el ex presidente estadounidense James Carter y que nunca nadie probó las «ayudas» financieras de Bin Laden al movimiento revolucionario colombiano.

Pero para ir acercándonos a la verdadera naturaleza de este asunto, sería útil continuar con las interpretaciones de los analistas de la ultraderechista Heritage Foundation, los que, mas allá de sus intenciones, desnudan los verdaderos propósitos de Washington. Dicen esos expertos: Estados Unidos necesita una política regional que fortalezca la inteligencia norteamericana, desarrolle estrategias de defensa cooperativa, revitalice las economías débiles, realice programas antiterrorismo, y promueva el respeto a la ley. Si falla, dará luz verde a los terroristas para realizar poderosas alianzas en la región al sur de su territorio.

Caso 5.- El 14 de enero de este año, las agencias de noticias internacionales informaron que una misión de legisladores estadounidenses llegó a Paraguay para visitar la zona fronteriza con Argentina y Brasil, ·rea que se especula sirve de residencia para grupos extremistas islámicos. Con anterioridad a la visita de los legisladores, Paraguay había recibido, en diciembre último, al coordinador antiterrorista del gobierno estadounidense, Francis Taylor, quien también estuvo en Ciudad del Este. En ambos casos, los jerarcas norteamericanos aseguraron que la Triple Frontera es ´un nidoª de terroristas islámicos, pero -otra vez- nadie vio las pruebas.

Caso 6.- Pese a que ninguna de la investigaciones policiales que vienen hostilizando a los más de 15.000 habitantes de origen árabe que viven en la zona de la Triple Frontera -muchos de ellos inmigrantes de tercera generación- tuvo éxito, la propaganda norteamericana pasa casi sin filtro a través de la prensa internacional. Un ejemplo de ello es el artículo publicado por el diario El Mundo, de Madrid, en el que, después de constatar la existencia de una fuerte actividad comercial informal, que muchas veces se mueve en la órbita del contrabando pero que nada tiene que ver con las «finanzas del terrorismo islámico», su autor se apoya en las repetitivas versiones de Washington, sin ofrecer prueba alguna. El enviado especial de ese periódico español, Ramy Wurgaft, escribió textualmente: «El Federal Bureau of Investigation (FBI) asegura que un porcentaje importante de las ganancias recaudadas llega a las arcas de los grupos islámicos de Oriente Próximo».Francis Taylor, coordinador de la oficina antiterrorista del Departamento de Estado, sostiene que aquí, en el corazón de Suramérica, existen «células dormidas» del Hizbulá e incluso de Qaeda, la organización que dirige Osama Bin Laden. (...).

Mucho antes de que se produjeran los atentados del 11 de Septiembre, la Inteligencia norteamericana había informado a los gobiernos pertinentes sobre la existencia en esta zona de un dispositivo que apoya a los terroristas. «Existen fuertes indicios de que la Triple Frontera está sirviendo de santuario a islamistas prófugos. Allí se ocultarían por un tiempo, para luego resurgir bajo una nueva identidad y a veces detrás de una nueva fisonomía, ya que algunos se someten a la cirugía plástica», dice una parte del informe, al que tuvo acceso el rotativo argentino Clarín. Al respecto sólo bastaría con recordar cuán eficaz fueron el gobierno y los servicios de inteligencia norteamericanos a la hora de prevenir los atentados del 11 de setiembre, según se desprende del escándalo que vivió Washington en las últimas semanas, mientras el FBI y la CIA se culpan recíprocamente de falta de eficacia.

Caso 7.- Pero el gobierno norteamericano insiste. Hace poco también se sumo la DEA (agencia antidrogas). El 26 de abril pasado, otra vez sin ofrecer prueba alguna, el Jefe de la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA), Asa Hutchinson, aseguró que la zona de la Triple Frontera «sigue siendo un refugio de extremistas islámicos, en particular para miembros de los grupos terroristas Hamas y Hezbollah». El funcionario evaluó que la situación en esa región «pone de manifiesto la facilidad con la que las organizaciones terroristas pueden infiltrarse y asimilarse en otros países y pasar relativamente inadvertidas durante un largo período de tiempo».

Durante un informe que días atrás realizó ante la Comisión de Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes estadounidense, el funcionario enumeró a otros grupos terroristas «extremadamente violentos que operan en el Hemisferio Occidental y el mundo entero». Así mencionó a «Sendero Luminoso en Perú y tres grupos designados como terroristas por el Departamento de Estado en Colombia, las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC), el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC)». «Si bien la DEA no apunta directamente a los terroristas», señaló Hutchinson, «tomará como blanco y rastreará a los traficantes de drogas y organizaciones del tráfico involucradas en actos terroristas». Hutchinson no hizo otra cosa que repetir los conceptos enunciados el 11 de octubre del año pasado por el director de la Oficina de Contraterrorismo del Departamento de Estado, Francis Taylor. Esta campaña de desinformación está avalada por las autoridades del Pentágono. En el artículo «Ciudad del Este», publicado en su número de enero-febrero de este año, la Military Review, portavoz estratégico de las fuerzas armadas y de los servicios de inteligencia de Washington, afirma sin pudor que esa debe ser la línea a seguir para presionar a los gobiernos de la región a favor de las concepciones «antiterroristasª2de la administración de George W. Bush.

La Triple Frontera
nada tiene que ver con Medio Oriente.

La campaña de terrorismo mediático que Estados Unidos montó en torno a la Triple Frontera forma parte de un amplio plan de dominación global. Ello significa que el imperialismo existe, y no en la versión posmoderna y funcional al poder que Tony Negri y Michael Hardt intentan caracterizar con chapucería intelectual en el libro Imperio. Muy por el contrario, la actual etapa histórica del imperialismo es la que denominamos Imperio Global Privatizado (IPG). &éste engloba a las potencias capitalistas desarrolladas y en su seno existen contradicciones que dan lugar a distintas facciones enfrentadas. En ese enfrentamiento lleva la delantera Estados Unidos -facción dominante del IPG- porque fue la primera en privatizar el poder del Estado, especialmente sus gestiones en políticas exterior y de defensa.

En el Imperio Global Privatizado el Estado ha sido ocupado en forma directa y plena por las corporaciones financieras globalizadas, las que ya no operan como factores de poder e influencia sino como agentes directos. Por supuesto que las acciones internacionales del IPG -muy especialmente las de Estados Unidos- incluyen, y con carácter de prioridad, intereses y maniobras estratégicas en Medio Oriente, pero el capítulo argentino-brasileño- paraguayo se refiere esencialmente al ·rea latinoamericana. En otras palabras, la cuestión de la Triple Frontera poco y nada tiene que ver con el conflicto meso oriental. Puede decirse que es la ´pataª en el Cono Sur del Plan Colombia, y que tiende a crear las condiciones para una eventual y muy posible intervención militar norteamericana en la subregión.

Revisando la prensa

Primero revisemos algunas informaciones distribuidas el 10 de junio pasado por el Instituto del Cono Sur, el Servicio de Noticias de Serpal (España) y Piensa Chile.

Un equipo de los comandos estadounidenses «boinas verdes» y efectivos del Grupo Especial de Operaciones Federales (GEOF) de la Policía Federal Argentina realizaron un simulacro de rescate de rehenes en manos de «terroristas» en una estación del subterráneo (metro) local. El grupo de comandos norteamericanos pertenece a la «Compañía C» o «Charlie» del ejército estadounidense, conocidos con el ya mítico nombre de «boinas verdes».

El 31 de marzo pasado, el diario Página 12, de Buenos Aires, informaba lo siguiente: marines norteamericanos ya combaten en Misiones (provincia argentina que se ubica en la Triple Frontera). Por ahora solamente al mosquito Aedes Aegyptu que transfiere el virus del dengue. La inquietante información, prolijamente ignorada por las grandes medios nacionales, fue destapada por el periodista Mauro Federico en El médico del conurbano, una publicación especializada que suele brindar notables primicias.

El silencio oficial y mediático en torno a la presencia de tropas norteamericanas en Argentina, cumpliendo supuestos objetivos sanitarios, es explicable sólo a la luz de lo siguiente: se trata de una avanzada militar estadounidense que se inscribe en una estrategia mucho más amplia y que nada tiene que ver con la salud de los argentinos.

En Argentina, donde el régimen de «democracia protegida» por el IPG desembocó en la ruptura del sistema político y financiero, el ministro de Defensa Horacio Jaunarena «reflotó» la idea de unificar en un solo ministerio los temas de defensa y de seguridad, lo que significaría el restablecimiento activo de la doctrina de la seguridad nacional, punto de apoyo jurídico de las dictaduras militares. El gobierno seudoconstitucional de Eduardo Duhalde y las cúpulas militares preparan el terreno para una regresión hacia las antiguas formas de control social, donde las acciones de inteligencia interna estén legalizadas para prevenir supuestas «amenazas a la seguridad interior». En nombre de esa doctrina se instauró hace poco mas de 25 años un sistema de terror con decenas de miles de asesinados, desaparecidos, torturados y exiliados.

Plan Colombia

Los contenidos estratégicos del Plan Colombia, en el cual se inscribe la mentira norteamericana sobre la Triple Frontera, fueron perfectamente expuestos en el artículo «Colombia, de Vietnam al Amazonas2, de Manuel Salgado Tamayo, de Altercom, y publicado por Rebelión el 5 de mayo pasado y del cual citaremos algunos párrafos fundamentales.

«Al despuntar el nuevo milenio en el tablero mundial hay dos fuerzas contendientes que se disputan la supremacía: una, los Estados Unidos de América; dos, la Unión Europea. Por ahora, el Japón que era el tercer competidor se ha quedado rezagado, como consecuencia de la crisis que soporta desde l992, a la que se sumó la asiática desde 1997, que afectó el poderío del Asia. Creo con Kissinger que en el mundo posterior a la Guerra Fría, los Estados Unidos son la única superpotencia que queda con la capacidad de intervenir en cualquier parte del mundo. Y sin embargo, el poder se ha vuelto más difuso y han disminuido las cuestiones a las que pueda aplicarse la fuerza militar».

«En ese sentido, los Estados Unidos, aunque superpotencia militar, ya no pueden imponer su voluntad porque ni su fuerza ni su ideología se prestan a las ambiciones imperiales». En esas condiciones, una guerra abierta contra las fuerzas insurgentes en Colombia tiene el mismo límite que, en su momento, impuso el pueblo vietnamita: la posibilidad de la derrota de los agresores. Sin embargo, el éxito relativo de las guerras de baja intensidad en América Central en los años 80, así como las victorias fáciles en la Guerra del Golfo, en Granada y Panamá y los ocho años consecutivos de expansión sostenida de la economía norteamericana, pudieron haber llevado al ex presidente Bill Clinton a la ilusión de que estaban en su momento de gloria y que podían implementar una guerra relámpago contra Colombia, pretextando el problema de las drogas. Pero el panorama económico en los Estados Unidos se ha modificado.

El crecimiento ha caído y los riesgos de una recesión son evidentes(...). La guerra estratégica contra Colombia puede ser un mecanismo para reactivar la economía de los Estados Unidos, pero esa palanca es deleznable, pues bien podría ocurrir, nuevamente, lo que ya pasó en Vietnam que, en lugar de tabla de salvación, fue un peligroso pantano en el que se fue hundiendo progresivamente el Imperio, como lo ha recordado hace poco, a modo de advertencia, Henry Kissinger (...).

«Las voces críticas contra el Plan Colombia, que se han multiplicado tanto en América Latina, en Europa y en los propios Estados Unidos de América, difícilmente harán cambiar el rumbo trazado, sobre todo ahora que en la Casa Blanca se ha instalado de nuevo un grupo guerrerista extremo, aupado en el poder por el fraude electoral, con muy poca legitimidad frente a los pocos electores que acuden a las urnas en la frágil democracia de los Estados Unidos, pero muy implicados en la defensa de grandes y oscuros intereses económicos.

«Ahora que desapareció el imperio del mal, como llamaba Reagan a la URSS, la lucha contra el narcotráfico, la defensa de los derechos humanos y la expansión de las democracias de mercado sirven de cortina de humo para impulsar un orden mundial que, por primera vez en la historia del capitalismo tiene a la población mundial cogida por el pescuezo (...)».

Ello nos lleva a pensar que el Plan Colombia y la Iniciativa Andina no son otra cosa que elementos de una proyección geopolítica y geoestratégica que busca afirmar el dominio indiscutido de los Estados Unidos en el continente americano. Las grandes metas de esa determinación, por la que viene luchando Estados Unidos desde la doctrina Monroe de 1823, serían: primero, desactivar el triángulo radical, como lo llama James Petras, o de Bolívar, como lo denomina Heinz Dieterich, que se ha formado en el noroeste de América del Sur, y que está formado por la Venezuela del Coronel Hugo Chávez, por la Colombia insurgente de las FARC y el ELN, por el Ecuador de los indios rebeldes y los militares progresistas y por el Panamá sin Bases Militares norteamericanas y sin Escuela de las Américas, en el que se niega a morir el espíritu del General Omar Torrijos.

En ese esquema de dominación, para el cual la facción dominante del IPG prevé determinado nivel de ocupación militar y paramilitar, la demonización de la Triple Frontera es de carácter estratégico: desde allí podrán aplicarse controles «antiterroristas» a los procesos de contestación y protesta social y política que podrían radicalizarse en Argentina (en estado de virtual desobediencia civil), en Brasil (de cara a una posible victoria electoral de las fuerzas progresistas) y Paraguay (con fragilidad institucional y creciente movilización campesina).

La llamada Triple Frontera también funciona como llave de acceso político y militar a la región amazónica. En ese sentido, conviene recordar lo señalado al respecto en el artículo antes citado, pues se trata del área en la cual se ubica el río más caudaloso y largo del mundo: el Amazonas. En el desembocan más de l0.000 afluentes. Los botánicos estiman que hay más de 125 mil plantas y una diversidad faunística integrada por varios millones de animales. El bosque amazónico ayuda a regular la temperatura del planeta, consumiendo bióxido de carbono y produciendo oxígeno. Allí se encuentran más del 50 por ciento de los bosques tropicales del mundo y la quinta parte del total de agua dulce con que cuenta el planeta.

En la actualidad, estudios científicos demuestran que unas 3.000 plantas resultan esenciales «para la obtención de medicamentos, pesticidas, colorantes, fibras, aceites, maderas, alimentos». Hacia el futuro la región puede desempeñar un papel clave a la luz de las nuevas potencialidades que se abren con la biotecnología y la ingeniería genética, pues la región «es un centro evolutivo, que sigue formando diversidad biológica».

Muchos científicos advierten que, luego del auge de la industria farmacéutica tradicional, ocurrido entre los años l930-1970, se habría iniciado un estancamiento en la década de los 80, del que las grandes potencias buscan salir mediante nuevos esfuerzos en los campos de la genética y la biología molecular. En ese campo, la información genética en estado natural sigue siendo un recurso decisivo, pues el hombre no crea genes, tan sólo los manipula. La riqueza de biodiversidad y las reservas de agua dulce forma parte del stock de recursos naturales estratégicos que el IPG pretende controlar.

En varios artículos anteriores sobre la conformación, el funcionamiento y los efectos del Imperio Global Privatizado -distribuidos por el boletín electrónico de La Otra Aldea- hemos sido los primeros en analizar, sobre distintos escenarios concretos, cómo la estrategia del corporativismo financiero mundializado incluye la ocupación directa de los territorios y del subsuelo pertenecientes a las naciones del Tercer Mundo.

El 2 de junio último el diario argentino Página 12 informó lo siguiente: la Unión Europea exige que la Argentina levante las restricciones que prohiben a extranjeros la adquisición de tierras en las denominadas áreas de frontera (...) Un documento secreto contiene éstas y otras exigencias en la sección servicios de la ronda Doha de la Organización Mundial de Comercio (OMC). La campaña norteamericana sobre la Triple Frontera también forma parte de esa jugada imperial, la que a la vez servirá para reprimir los movimientos populares y para «africanizar» el régimen de propiedad privada corporativa de los recursos económicos más importantes.

Hablamos de «africanización» porque a partir de la década del 80 aquel gran y sufrido continente fue usado por el IPG como mesa de ensayo para el nuevo régimen de apropiación privada corporativa: las avanzadas militares y de inteligencia de Estados Unidos y la Unión Europea se instalaron en varios países africanos para formar «guardias privadas» dedicadas a la protección de los establecimientos corporativos allí establecidos. Un caso emblemático de este accionar es el sector minero (oro, diamantes y metales de uso militar e industrial estratégico) en Sierra Leona y Liberia.

Por consiguiente, consideramos que la cuestión de la Triple Frontera argentino-brasileño-paraguaya debe ser comprendida en el marco del escenario global descrito a lo largo de este artículo y no a la luz de la propaganda militarista norteamericana.

(*) El autor de este texto es periodista y escritor. En su labor como editor de La Otra Aldea y en libros como «El color del dinero» y «Bush & ben Laden S.A.» trata al fenómeno del imperialismo desde un punto de vista teórico que él denomina Imperio Global Privatizado.



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