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18-Octubre-2002

 

Escuche, amigo

 

escribe LEO

Usted habrá asistido, amigo, con una mezcla de resignación, inquietud e indignación, a la representación de una semana negra en el escenario planetario. El contenido y los protagonistas del drama se ubican en los más diversos rincones del mundo, tal como corresponde a nuestra era global y la acción tiene motivaciones diferentes pero si usted analiza con atención, talvez descubra un hilo invisible que permite establecer una relación de causa y efecto. Para esto debe, naturalmente dejar de lado las interpretaciones de los expertos de los medios democráticos que con su espíritu de rebaño corren sumisos tras las pista que les indica el imperio. Me refiero al terrible atentado en, una hasta ahora, ínsula paradisíaca donde acudían los turistas de Occidente a disfrutar de sol, sexo y alcohol. Indonesia es un país muy rico, con una larga historia de opresión imperialista y violencia en el que en los años 50 el dictador Sukarto, con el apoyo de Estados Unidos perpetró en una noche una matanza de 500 000 comunistas que rara vez es mencionada en el recuento permanente de los memoriosos de los crímenes del comunismo.

Otra noticia para pensar es la del franco tirador de Washington, que en menos de dos semanas lleva hasta el momento (16/10) nueve víctimas mortales y dos heridos graves sin que la fuerzas de seguridad de la potencia con la mayor maquinaria de guerra y la más alta tecnología militar, haya podido dar caza al asesino. Según todos los indicios el asesino es un militar, presumiblemente blanco americano como el que puso hace unos años la bomba en un edificio de Oklahoma matando a 179 personas.

Se da cuenta, amigo qué situación, los niños no pueden ir a la escuela desde hace dos semanas y si van no pueden salir al patio, las calles están desiertas y el pánico se apodera de una población con las heridas abiertas del 11-S. Mientras el general George W Bush, que nunca sintió el olor de la pólvora porque aprovechó las influencias de papá para eludir la guerra de Vietnam, quiere enganchar al mundo en su cruzada contra el terrorismo, el terror se le cuela en su propio campo sin que su ilimitada chatarra bélica pueda impedirlo.

Al mismo tiempo que esto sucede, Sharon y su ejército despachó en las dos últimas semanas a 19 palestinos, algunos niños entre ellos, sin que fuera noticia de primera. Sharon es para la civilización occidental el terrorista bueno?

A lo antes dicho se suman otros dramas de violencia, la bomba de Helsinki, un desesperado que mata a media docena en Italia. Talvez en este caso, un drama familiar, pero al que su reiteración cotidiana lleva a pensar en un clima global de inseguridad y violencia.

Miles y miles de refugiados del mundo pobre, que no era pobre hasta que llegaron los civilizadores, huyen despavoridos hacia el posible mundo rico, que les cierra las puertas a cal y canto. Inútilmente, porque son tantos, que aunque muchos mueren en el intento, otros logran filtrarse.

Aquí mismo, en Suecia, se ha descubierto que miles de rusos, buena parte criminales formados en la libertad después de la caída de la Unión Soviética, intentan camuflarse como asilados.

Pero hay otra noticia que no quiero dejar de comentarle, aunque no es de esta semana, sino de la anterior. Kurt Hellström, el director ejecutivo del consorcio Ericsson ha declarado en una entrevista que no puede dormir a causa de los problemas de la empresa. Pese a ello el director tiene asegurada una paga mensual millonaria. Y entonces uno se pregunta, amigo, ¿podrán dormir los cerca de 20 000 empleados de este consorcio que sólo en Suecia fueron despedidos en los tres años recientes?

Y viajando un poco más lejos podrán dormir los cientos de miles que en Argentina y Uruguay fueron despojados de sus ahorros por honorables banqueros capitalistas y democráticos presidentes elegidos en elecciones libres y que tiene para dar de comer a sus hijos. ¿No se corre el riesgo de que esos perjudicados comiencen a pensar que bin Laden no es más malo que Bush?

No le parece amigo que haría falta una junta internacional de psiquiatras designados por Naciones Unidas, y obligar a los líderes mundiales con Bush a la cabeza, a un minucioso examen de sus facultades mentales?.



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