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La "Tolerancia Cero" del Plan Colombia |
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escribe Dick Emanuelsson
BOGOTA. Ante el grave panorama que aqueja al departamento del Putumayo, en el sur de Colombia, Eduardo Cifuentes, Defensor del Pueblo, exigió el martes pasado una suspensión de la fumigación de glisofato a las hojas de coca, cultivado por los campesinos como una alternativa de supervivencia. Pero la exigencia le no cayó bien al presidente Álvaro Uribe. Apoyado y avalado por el Procurador y el Fiscal de la Nación, respondió con un rotundo No a la petición. Para el gobierno y Estados Unidos, la meta es erradicar 150.000 hectáreas de plantaciones de coca a final del año, sea como sea. Como antecedente podemos señalar que en un reportaje realizado por el periodista José Ramos, publicado por la agencia AFP con el título Nos fumigan como cucarachas, se confirman otra vez los daños producidos por las fumigaciones. Ramos entrevistó a autoridades del departamento y a los afectados, campesinos e indígenas; el reportaje describe los incalculables daños a los animales, la flor y fauna que mueren por la fumigación masiva del pesticida glisofato. En los últimos meses nos han fumigado como cucarachas. Seguro que eligieron el herbicida más tóxico para tratar de borrarnos de la faz de la tierra, le comenta a el periodista Ramos una mujer en el municipio de La Hormiga. Son las mismas denuncias recogidas en el departamento del Guaviare y en el municipio de Calamar. El pancoger, arroz, yuca, maíz, tomates, fruta, cítricos y no sólo la coca, todo ha sido fumigado. La fumigada ayuda Durante el pasado período del presidente Andrés Pastrana, los campesinos y el órgano estatal Plante, llegaron a un acuerdo donde los cocaleros voluntariamente iban a reemplazar sus cultivos de hoja de coca con la ayuda económica y de otras alternativas, ofrecidas por el Estado colombiano y por la agencia de ayuda norteamericana, USAID. Pero ni siquiera esa ayuda, materializada en vacas, gallinas, o siembra de otras plantas, ha sido salvada por las fumigaciones. La misma siembra que reemplazó la hoja de coca con la ayuda de USAID, está siendo fumigada, denuncian campesinos y indígenas. Al paso de las fumigaciones son víctimas el ganado, que muere por el glisofato, y igual que las plantas. Y la población civil da testimonios de grandes daños y efectos nocivos a la salud. El Defensor del Pueblo local, solicitó a Estados Unidos que financian las fumigaciones con 17 millones dólares en el municipio de La Hormiga, de tomar en cuenta la dramática situación en que se encuentra la población civil. Pero tanto EE.UU. como el gobierno nacional, rechazan cualquier freno en la aplicación de Plan Colombia porque, sostienen , que las fumigaciones están dentro del proyecto contrainsurgente de quitarle a la guerrilla su base de financiación, que ellos dicen es la coca. De esta manera reducen un conflicto social, económico y político a un asunto meramente delincuencial. Tolerancia Cero Lo que no contaban, es que con la llegada del gobierno de Uribe y la arremetida guerrerista de los Estados Unidos, la sujeción absoluta a las políticas del norte llevarían a que Colombia acepte las imposiciones estadounidenses por escrito, para recibir los desembolsos del Plan Colombia y de la Iniciativa Regional Andina, denuncia la agencia de noticias ATERCOM. La exigencia norteamericana es que todas las 150.000 hectáreas sean erradicadas de coca, no importa si en el camino se encuentran con pequeños cultivos de menos de tres hectáreas que era el tope, durante el mandato de Pastrana y el Plantee, para poder fumigar desde el aire. Los cultivos menores tendrían que ser sustituídos manualmente. Ahora no. Con estos antecedentes es más fácil entender por qué el presidente Uribe categóricamente se niega a detener las fumigaciones, solicitado por este Defensor del Pueblo. El mismo frenesí con que la embajadora norteamericana en Bogotá, Anne Patterson declaró hace unos meses, que el sustento de esta imposición se basa en la premisa actualmente manejada de que se debe pasar de la Tolerancia Expansiva a la Tolerancia Cero. Desplazamientos masivos Esta política de TOLERANCIA CERO es la que enfrentan desde la última semana de julio, los campesinos del Putumayo. Es la que ha provocado un incremento de las denuncias frente a la Defensoría del Pueblo ante la poca credibilidad que los organismos judiciales gozan entre los campesinos. Política que por otra parte es la que ha producido desplazamientos masivos dentro del territorio colombiano y la movilización de una gran cantidad de refugiados hacia el Ecuador, narran los campesinos e indígenas. Antecedentes de las fumigaciones en el departamento del Putumayo Según el ingeniero Jairo Rivera de la Oficina Municipal y encargado de la protección del ecosistema, en los últimos dos meses se han afectado a 43.700 hectáreas de tierra de las 78.000 hectáreas fértiles de La Hormiga. De esa superficie, 10.573 hectáreas son sembradas con cultivo de hoja de coca. Pero las fumigaciones han tenido un impacto casi mortal en el pancoger, también en otros cultivos como: En el Putumayo existen la mitad de las 160.000 hectáreas sembradas con hoja de coca en el país. En el 2000 fueron fumigadas 58.000 hectáreas. El 2001 unas 84.000 y entre enero-septiembre han sido fumigadas 70.000 hectáreas. La meta para en 2002 son 150.000, según fuentes norteamericanas. Fuentes: Fumigaciones y éxodos masivos, Agencia de noticias ATERCOM, el 4 de octubre de 2002; y El Espectador del 6 de octubre de 2002. El informe del Human Rights Watch (USA) 2001 Esta relación se mantuvo incluso cuando Estados Unidos planeó y puso en práctica su Campaña en el Sur de Colombia, región esta bajo el control de la XXIV Brigada. Los batallones antinarcóticos colombianos creados con asistencia de seguridad y financiación de Estados Unidos y entrenados por las fuerzas armadas estadounidenses se coordinaron activamente con la XXIV Brigada, utilizando sus instalaciones, inteligencia y apoyo logístico durante la campaña en el Sur de Colombia. La ayuda terminó en la olla Llegaron entonces de mano de la USAID o AID, unas ,gallinas aseñoritadas cuya manutención resultaba imposible. Los 700 pesos que debían invertir los recientes avicultores en el alimento balanceado para sostener las 10 gallinas entregadas, les resultaban extremadamente onerosos toda vez que las aves en mención resultaron especies exóticas para la simple tierra. Las aves no sabían cómo picotear los granos que arrojaban sus cuidadores en el suelo, peor aún podían caminar entre la hierba y buscar insectos rastreros para su dieta, narran los campesinos. Y terminan su cuento diciendo, que las gallinitas AID pasaron a ser parte de sabrosos sancochos que degustaron las familias en el campo, y el error de las especies entregadas fue analizado detenidamente por la AID para no volver a cometerlo. Pero no terminan el fracaso con las gallinas. También llegaron semillas y vacas y los curíes (cuyes o conejillos de indias) que fueron trasladados de su tierra fría a tierra caliente y se murieron por el calor. |
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