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11-Octubre-2002

Escuche, amigo

 

escribe LEO

Una de las conclusiones del excelente libro de la escritora y periodista Maria-Pia Boethius, Medierna svarta bok es la de que los medios cumplen en la sociedad actual un papel de vaciamiento permanente de la democracia. Afirmación que irritó y provocó la reacción de los columnistas y editorialistas de la que se autocalifica prensa libre e independiente. Sin embargo, los hechos que Boethius, Chomsky, Halimi y muchos otros denuncian diariamente están ahí y no se destruyen con descalificaciones verbales. Usted vio, amigo que el hombre de 39 años detenido en el aeropuerto de Västerås, llevando en su maletín de mano una pistolita de calibre muy pequeño, fue finalmente liberado. Usted recuerda el escándalo que provocó una noticia de la prestigiosa agencia de noticias Reuter, según la cual dicho ciudadano, que tiene ciudadanía sueca pero es de origen tunecino, planeaba secuestrar el avión y estrellarlo contra un embajada de Estados Unidos en Europa. Durante varios días esa noticia, que finalmente resultó totalmente infundada, ocupó los grandes titulares de la prensa internacional, la británica especialmente, y poco a poco el siniestro secuestrador, se transformó en presunto, después en sospechoso y finalmente, nada. La falta de honestidad profesional, la deliberada exageración de la noticia con la finalidad de alimentar la psicosis del terror, fue la nota dominante de la información difundida.

¿Usted, se fijó, amigo en el espacio que dedicaron los diarios escandalosos, a informar de la liberación del supuesto secuestrador? Insignificante en comparación con las acusaciones formuladas antes por pura especulación.

Usted recordará, que hubo un tiempo en que los diarios tenían las páginas de información, donde en general se describían con relativa objetividad, los sucesos de interés, y las de opinión. En esta el dueño del diario y los periodistas contratados, daban su opinión libremente sobre cualquier tema tal como ocurría en las democracias. Los campos estaban deslindados, aunque la objetividad pura no existe, por respeto a los lectores. Ahora no, ahora los periodistas en general, sin necesidad siquiera que la dirección les baje línea saben cómo tienen que presentar las noticias, para dejar contentos a sus amos. A los propietarios del medio en primer lugar pero a veces también a otros poderes menos visibles pero no menos poderosos.

Usted recordará que desde hace más o menos un año explotan pequeñas bombas, en la Casa de Gobierno, en algún aeropuerto, aparecen paquetes misteriosos, que tienen una gran difusión en los medios. Un accidente cualquiera, como el derrumbe de un edificio, provocado porque el constructor capitalista puso arena donde debió poner cemento, para abaratar costos, va acompañado siempre de la sospecha de un atentado terrorista. La agresión de los medios a la democracia y a la integridad del individuo, se manifiesta tanto por la exageración y distorsión de la noticia, como por las omisiones. Se elimina lisa y llanamente o se reduce a cuatro líneas a una columna, toda información que no sirva a la causa sea esta la economía de mercado, la anunciada guerra de Bush contra Irak, o la total indefensión que experimentan los detenidos por sospecha de terrorismo. La explotación del terror es un arma de doble filo. Abre el camino al tránsito del Estado de derecho al Estado policial. Los acontecimientos del año pasado en Gotemburgo, fueron un claro ejemplo de ello. Como antes lo fue la detención y traslado arbitrario a una estación de policía del dirigente político y euro diputado Per Garthon que participaba en una demostración pública.

Recientemente tuvo lugar en Barcelona una reunión pública para debatir la misión de la prensa frente al terrorismo en la que participaron entre otros los directores de los principales del país. Aunque la discusión se basaba principalmente en la situación de España, una de las conclusiones fue de que el tema del terrorismo está sobredimensionado, y que los informados no están dispuestos a ser el brazo informativo del gobierno. Es un tema para pensarlo, amigo.



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