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04-Octubre-2002

 

Escuche, amigo

 

escribe LEO

Usted estará pensando, amigo, igual que yo y millones de seres que forman la trama y el sostén de las sociedades humanas aunque la historia no recogerá sus nombres, en la carnicería que prepara el imperio. Contra todo derecho, sensatez, sentido humanitario y todos esos principios que tan frecuentemente invocan los portavoces del llamado mundo libre, civilización occidental, valores democráticos. El genocidio que se prepara contra el pueblo iraquí, que culminará el que ha venido sufriendo desde hace más de una década con el embargo decretado por Estados Unidos y sus satélites, puede tener consecuencias que excedan largamente el monstruoso objetivo central, encubierto bajo la fachada de la amenaza que representa el terrible armamento oculto que dicen que tiene Sadam Hussein. Examinar la lista de argumentos desplegados por la pandilla gansteril colocada en el gobierno de la mayor potencia militar del mundo, sería para reir sino no fuera tan trágica. Saddam Hussein quiso matar a mi papá (Bush el viejo,) Hay que hacerlo (eliminar a S.H) por nuestros hijos y nuestros nietos Además de la reiterada afirmación de terribles armas de destrucción masiva, que hasta ahora no ha podido ser respaldada por pruebas creíbles. Es como si todos nosotros, los ciudadanos anónimos, y antes que nosotros los inspectores de Naciones Unidas que deben verificar la solidez de esas afirmaciones, fuéramos idiotas, incapaces de captar la maldad y la perversa astucia del dictador.

A esta altura de los acontecimientos, usted se preguntará, amigo, qué es peor. Si todo esto que comentamos, o la actitud lacayuna y cobarde de los líderes occidentales -digamos europeos, que no tienen lo que hay que tener para decir simple y cortésmente NO a tanta prepotencia imperial y a tanto desatino. Estos supuestos líderes, contentos con su papel de ser cola de león han preferido llegar a un acuerdo con Estados Unidos en relación con el Tribunal Internacional que juzgará crímenes de guerra (ICC) para eximir de juzgar a los eventuales criminales de aquel país. Una exigencia que es una bofetada al derecho internacional y no digo a la dignidad de nuestros líderes porque ésta brilla por su ausencia..

Y ahora lo de Irak. Cuando el jefe de la delegación de Naciones Unidas, llega a un acuerdo para realizar sus trabajos sin obstáculos, y evitar así la carnicería, el imperio y sus vasallos, empezando por los columnistas de la prensa libre se hacen eco y portavoces de las exigencias de Bush y su pandilla que no quieren emplear otro argumento que el de las bombas. La actitud del jefe de los inspectores, Hans Blix, rescata esa dignidad perdida. Junto con los millones que en Londres, París, Roma, Washington y el mundo entero, se enfrentan a los policías de las democracias en su protesta contra esta guerra que se prepara y por la justica y la paz del mundo, las palabras de Blix Obedezco a la Organización de Naciones Unidas, no a Estados Unidos, tiene más fuerza que los misiles. Porque interpreta el sentir del mundo. (El gobierno sueco tiene la responsabilidad de velar por la seguridad personal de Blix. Podría correr la misma suerte que Olof Palme y otros diplomáticos suecos). La dictadura global del imperio y sus satélites han mostrado, después del 11-S, su verdadero rostro. Pero no tiene pueblo ni ideología que la sustente. Y por ello tampoco tiene futuro.



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