Desde el viernes pasado cuando comenzó el Festival de Malmö, todas las noches a las 20 horas una numerosa concurrencia latinoamericana y sueca se agolpa para escuchar, repetir los estribillos y aplaudir a rabiar en la Carpa Latina a un joven bolerista llegado recientemente desde Chile a Suecia. Se trata de Pablo André, un joven santiaguino de sólo 21 años que por temprana vocación por el canto ha hecho de la canción romántica su manera de ser y darse al público.

Pablo André trabajando, se costeó en su momento en Chile estudios de música, canto e interpretación escénica, y ha elegido un repertorio de conocidos boleros y canciones románticas latinoamericanas en la línea de su coterráneo Lucho Gatica y de los mexicanos Agustín Lara, Alejandro Fernández y también de su ídolo Luis Miguel.

Lo bueno de Pablo André a parte de su voz y expresividad escénica; es su autenticidad y frescura, bien alejada hoy por hoy de los retoques plásticos tan comunes en los cantantes de moda.

Lo que en Pablo aun no está trabajado quizá sea lo que le salva de caer en los lugares más comunes del bolero y la balada romántica, -aunque se sabe que estos géneros para ser tales, también necesitan y se alimentan de trivialidades y sensiblerías- aunque pese el buen gusto culto los rechace e ignore, existen a pesar de todo como poética popular para poder amar, sentir y vivir. Y ésto no sólo por aquello de que sobre gustos no hay nada escrito, además porque no es cierto que existan géneros artísticos de primera o segunda categoría, sino simplemente lo que es bueno y o malo. Y paradójicamente lo malo muchas veces también puede incluir belleza de la mejor. ¿Y qué es lo bueno y qué es lo malo? Bueno, esa es ya otra conversación&

Hay que escucharle para ver como Pablo André puede casi desde el arranque de su show, romper esa barrera invisible que existe inicialmente entre el artista y el público, traspasarla sin facilismos gestuales, sólo con su voz y sensiblilidad interpretativa para ganarse la emoción de quienes le escuchan.

Es muy joven todavía, el tiempo dirá cuanto gana y cuanto pierde en manos del mercado. Por lo pronto nos dice que está preparando un disco de presentación que incluye temas propios, para interesar a conocidos empresarios disqueros de Chile y México. Al despedirnos le deseamos mucha suerte y que se cuide de la máquina del disco y del espectáculo, muchas veces verdadera exprimidora de limones que luego arroja al rincón del olvido.

Hoy viernes, si anda por el Festival; acérquese a la Carpa Latina a las 8 de la noche para escuchar y ver a Pablo André. /Pepe Viñoles