Escribe Juan Cameron
En Prófugos de un aguacero azul, tercer libro del poeta y abogado de Gonzalo Villar Bordones, publicado a comienzos de este año, las imágenes de la memoria y del sueño, operan tanto como modos de adquirir la fuente escritural, cuanto como recursos críticos frente a una sociedad que limita los espacios de libertad. La edición artesanal, y entregada en tiradas de cincuenta ejemplares a la vez, señala una poética generacional que registra a su manera el entorno de los más jóvenes exponentes de la poesía chilena.
Existe una mecánica del recuerdo, llamada memoria. Las cosas, las personas y los días se van y se diluyen en el aguacero -perfecta imagen de cuanto pasa y cuanto se consume. Es importante para Gonzalo Villar esta fuente literaria. Ya a partir del prefacio el autor nos indica el tema a desarrollar en su trabajo. La figura de un niño en el regazo cálido crece en medio "en otro mundo ", como llama al infinito espacio de protección donde yace. A pesar de todo -señala- recuerdo.
En oposición existe un país que se niega a tal beneficio: El país/ no tiene/ memoria/ ni futuro/ ni ambición (...) es sólo una pretensión/ una idea extraña. Se trata de una toma de posiciones. El olvido, que pertenece a los "otros", está bien señalado por quienes escriben sobre sociología política hoy en día y, en forma expresa, por dos conocidos uruguayos: Eduardo Galeano yMario Benedetti. Este último lo señala en varios de sus textos; por citar alguno en su libro Yesterday y mañana: no olvida el que finge olvido/ sino el que puede olvidar.
Esta invocación de las raíces muestra en Villar algunos sesgos láricos. . Ya en Las raíces de mi aguacero, su prólogo la nombra: Aún estoy durmiendo la siesta sobre su corazón; comiendo manzana rallada y alcachofas molidas... en una mesa enorme, antes que llegaran los grandes. Y en otro párrafo señala: En mis pensamientos/ perviven emociones de abuelos libertarios,/ manantiales de risa bajo los sueños del sur/ y dibujos que de niño realizaba mi padre.
Así, si el presente impide su natural opción a la libertad, como individuo toma conciencia del cuerpo en tanto máxima expresión de ésta: La libertad está en tus ojos/ en todo tu cuerpo/ y en la siesta que dormiste ayer/ rodeada de una aurora infinita. Son las manos de la amada las que siguen apagando el llanto; y la elige, de entre todas, justamente porque es libre y capaz de entregarle sus días y su hermosura
Y es precisamente en este motivo donde el poeta suelta la mano y traslada la escritura a un grado superior: Me gustas porque eres dulce,/ hermosa como una boda/ insolente los días martes/ y brava de cuando en vez. Incluso ocupa, en este punto, tópicos claros de la poesía contemporánea, como es el caso de la acumulación caótica, al describir a la mujer a través de una serie de adjetivos y sinécdoques: Laboriosa/ múltiple/ laberíntica/ distinguida (...) cachurera, capitán araya,/ amiga de mujeres nuevas y no santas,/ mandona con simpatía, etc.
La estrofa respeta la serie de preceptos estéticos referidos a la situación en poesía; lo objetivo y lo subjetivo se unen en un solo texto para expresar, ya no comunicados o sentimientos, sino una proposición literaria de cuya pura forma nacen, para el lector atento, todas las situaciones que este lector les atribuya.
Pero también las palabras nacen de lo profundo, de los sueños es una fuente inagotable para la literatura. Y aunque en un comienzo duda de éste, termina utilizándolo en forma recurrente: Por favor no sueñes (...) No sueñes./ No importa./ Porque tu carne y la mía soñarán por tí. Para más tarde confesar: Te soñé libre y me haces daño.
El tercer tópico, ya anunciado en el prólogo, es el entorno nacional. En la sección cuarta, Mi país, mis mundos, mis amigos, confirma lo anunciado: Vengo del lugar en que el azul ha muerto,/ donde nadie tiene hermanos/ donde nadie dice "yo pienso", "yo espero", "yo/ sueño". Sin el azul, no existe sueñ ni amor, ni imaginación. Se trata, nada más, de la más bananera de las repúblicas, condición condenatoria y fuente de dolor para todos quienes habitan entre sus márgenes. Allí la noche es más importante que el día, las imágenes del futuro espantan y hay días bañados/ de penumbra/ y hay otros/ que se cuelgan/ en las puertas/ de la gran ciudad.
Sin duda Gonzalo Villar canta y lo hace siente un enorme placer. Y si bien su lenguaje denota demasiado, no puede evitar el flujo de la voz: La belleza se esconde en tus trenzas/ resbala como una gota por tu mejilla/ y llena tu pecho al respirar. El placer de cantar es una condición esencial de todo bardo y así pareciera intuirlo este poeta.
|