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El veneno de cada día |
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escribe Cándido El modelo de globalización que entronizó la dictadura del mercado y desplazó el poder real de los gobiernos democráticos hacia las transnacionales, no solamente vació de contenido a la democracia sino que dejó desamparados a los consumidores del mundo frente a la codicia desmesurada, la inmoralidad y muchas veces la criminalidad de los mercaderes capitalistas. Todos recordarán el episodio que hoy bien puede llamarse de terrorismo económico, ocurrido en España a comienzos de los años 80, con la adulteración de una partida de aceite de colza. Aproximadamente 700 muertos y 25 000 víctimas con graves secuelas de por vida. Algunos responsables, no es seguro que todos ni los más importantes, fueron a la cárcel con largas condenas. Toda Europa condenó el hecho y se buscaron excusas para dejar a salvo las reglas del sistema. Se dijo entonces que se trataba de delincuentes y no de empresarios, y bajo cuerda la Europa civilizada atribuyó al subdesarrollo español y a la débil democracia después de tantos años de dictadura franquista, dicho atentado contra la salud y la vida de las personas. La Unión Europa, se prometió también entonces, establecería controles que velarían para que este tipo de delincuencia no volviera a producirse. Pero como era de prever la UE resultó ser un proyecto de las grandes empresas y no de los ciudadanos y las tales promesas quedaron en eso. En primer lugar porque los políticos encargados de trazar las grandes directivas de la UE son los mismos que en sus respectivos países, han dejado inermes a los ciudadanos, en sus derechos laborales, de salud, educación , disminuyendo los aportes financieros para esos fines y privatizando servicios. En segundo lugar porque adjunto a la corrupta burocracia de Bruselas, están los lobbys que son un poder paralelo que utilizando cualquier medio, las coimas inclusive, puedes sabotear toda medida, medioambiental, sanitaria, educativa, que colida con los intereses de las grandes corporaciones. Cuando algún funcionario de la UE ha tenido la honradez y el coraje de denunciar estos hechos ha sido simplemente destituido, sin que ningún parlamentario europeo, tan celosos de los derechos humanos en Cuba, haya dejado oír su protesta. El caso más espectacular y más flagrante de la actitud criminal de las autoridades de Bruselas, ocurrió a propósito de la aparición de la epidemia llamada de las vacas locas. La terrible enfermedad, que según cifras oficiales, ha costado la vida a cerca de un centenar de británicos, se conocía desde 1986. (Como su incubación puede durar años hasta que aparezcan los síntomas, es imposible saber cuántas víctimas en todo el mundo ha provocado y va a provocar, ya que mucha de la carne que fue prohibida en Europa fue exportada a paises del Tercer Mundo). En 1990 se conoció parte de un informe titulado Nota sucinta del dossier sobre la EEB, en el cual queda claro que Bruselas decidió minimizar y desinformar respecto al problema. Es necesario minimizar este problema de la encefalopatía espongiforme bovina, dice el informe, practicando la desinformación. Es mejor decir que la prensa tiene tendencia a exagerar. El documento oficial de la Comisión Europea donde esto se dice está fechado el 12 de octubre de 1990. Ahora vuelven a arreciar las denuncias sobre utilización de hormonas en carne de cerdo y en refrescos. Nueve países de la Unión Europea están afectado por ello. Quién puede creer a las autoridades que dicen en nuestro país no se venden esos alimentos? El ciudadano debe saber en qué manos estamos y proceder en consecuencia para defender su vida y la de sus hijos, frente a la agresión cotidiana de el mercado.
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