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Una Europa sin visión |
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escribe Cándido La cumbre que se inicia hoy en Sevilla, en el marco del ejercicio de la presidencia española de la Unión Europea, estaba destinada inicialmente a tratar el espinoso tema de la incorporación de los países europeos, principalmente del Este, que no integran dicho organismo. Pero los inefables líderes europeos con su habitual miopía e hipocresía, han descubierto de pronto la existencia de una bomba de tiempo: la de los miles y miles de ciudadanos de los países empobrecidos y otros no tanto, que huyendo de la miseria, las guerras y la muerte evitable, deciden dejarlo todo en la búsqueda de una vida mejor. Para alcanzar este fin muchos no reparan en medios. Este problema existe desde hace años, y las pocas voces sensatas que han alertado sobre sus consecuencias, han sido desestimadas con la habitual actitud de rechazo a todo lo que no encuadra en las líneas del pensamiento único entronizado con la globalización neoliberal La razón de que ahora estos líderes despierten asustados de su letargo no es otra que la rentabilidad política y electoral cosechada por los partidos y grupos de extrema derecha europeos que han hecho del rechazo a los extranjeros pobres el centro de su programa político. En esa tarea han contado con la colaboración, casi siempre encubierta, de los medios de comunicación. En lugar de analizar el porqué del apoyo popular que las campañas xenófobas reciben, las causas que provocan un flujo inmigratorio creciente y buscar soluciones -que no son fáciles- en el marco de los derechos humanos y la solidaridad que proclaman de boca para afuera, han optado, mayoritariamente, en algunos casos, por el cierre casi total de sus fronteras, y en otros por un endurecimiento de las condiciones para la recepción de nuevos inmigrantes. El miedo escribe Amnistía Internacional, en una carta abierta a los jefes de Estado reunidos en Sevilla, «ha pasado a ser la fuerza motriz en la política inmigratoria y de refugio político de la Unión Europea». Y alerta AI sobre el hecho de dichos líderes están en camino de abdicar de los principios de derechos humanos, en la caza de los inmigrantes ilegales y los contrabandistas de refugiados. Cierto es que no hay una posición unánime al respecto entre los distintos países de la UE pero tal como ha ocurrido con otras aberraciones como las medidas contra el terrorismo, las resistencias de algunos Estados, casualmente los de menor peso, terminarán conciliando. No se ha escuchado ninguna voz, dentro de los líderes, que vincule esta tragedia que afecta a millones de individuos, con el colonialismo de los estados europeos, que desde el siglo XV en adelante masacraron, saquearon, y dejaron en ruinas a los países colonizados y siguieron influyendo decisivamente después de la descolonización en la política de esos países. Tampoco nadie entre esos líderes ha dicho una palabra sobre las consecuencias que la globalización neoliberal, que incluye un orden económico mundial irritantemente injusto, ha tenido en el dramático empobrecimiento de esos países y de otros, que eran ricos, como Argentina. La corrupción que ahora denuncian, fue fomentada y aprovechada por los países europeos para el saqueo de estos países, con la complicidad de esos gobernantes corruptos. En este problema, tanto como en el del terrorismo, la delincuencia juvenil -en la que los jóvenes inmigrantes tienen alta proporción- la política de estos estadistas sin visión, sólo apunta a reprimir y aplicar mano dura. Vemos todos los días las consecuencias de las políticas represoras que sólo atienden a los efectos y no a las causas. La de Bush y Sharon son un ejemplo de ello. Si, como en el caso de los líderes de la UE, al miedo se une la miopía y la hipocresía, las consecuencias serán catastróficas. |
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