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14-Junio-2002

 

Parlamentarios del PPD intentan fraude contra el Parlamento

 

escribe Sergio Ramírez

El presidente del PPD y supuesto líder emblemático de la fiscalización dirigió operación fraude a la tesorería de la Cámara de Diputados. Despacharon 24 mil cartas con cargo a fondos estatales. Denuncias, presiones y amenazas de solicitar renuncia a presidenta de la Cámara Baja lo obligaron a reconocer su culpabilidad.

A pesar de que nunca lo reconocieron, a 15 días de las elecciones internas del PPD y a raíz del avance del senador Nelson Avila, su único competidor a la presidencia del partido, Girardi y los integrantes de su lista decidieron enviar propaganda electoral a los militantes del PPD. Los parlamentarios acordaron solicitar a la Tesorería de la Cámara de Diputados un crédito que sería cancelado en cuatro cuotas, deducidas de los ingresos mensuales que recibe la bancada parlamentaria para gastos administrativos. Posteriormente Girardi aseguró que el dinero sería descontado de la dieta de los diputados (No son platas de la bancada, los diputados pondrán de su bolsillo el 100% de las platas). Denunciados los hechos, los diputados mostraron el documento, sin timbre oficial, de cobranza de la primera cuota por el envío de las cartas. Sin embargo, para producir un efecto publicitario, Girardi afirmó que su partido cancelaría al contado los $ 3 millones 800 mil, valor del envío de las misivas. Así trataba de mejorar su imagen. Pero quedaba el precedente inmoral de que para una confrontación electoral interna de un partido, la Cámara de Diputados asume el rol de entidad financiera.

La historia del intento de fraude comenzó cuando el diputado Aníbal Pérez (PPD) envió (15.04) una misiva a la tesorera de la Cámara Baja solicitando autorización para utilizar el servicio de correos de la Cámara para la correspondencia electoral. Girardi explicó que esas prácticas eran habituales en el Congreso (La Cámara habitualmente les anticipa a los diputados uno o dos sueldos. Estas son prácticas normales).

Los sobres -con el logo de la Cámara de Diputados- contenían un folleto llamando a votar por los integrantes de la lista de Girardi a la directiva nacional. Además, en algunos se incluyó una carta del director del Sence, Daniel Farcas. Funcionarios de Correos sindican a Farcas como uno de los operadores del ilegal trámite entre la empresa estatal y el PPD. Las solicitudes de envíos, una por 11.690 y otra por 12.958 cartas, aparecen firmadas por el secretario de Girardi, Ricardo Farías. El presidente del PPD explicó que Farías las llevó a la agencia de Correos de Quilicura. Pero aclaró que él (Farías) se limitó a firmar un documento que ya estaba escrito y que decía que el dinero se debía cargar a la presidencia de la Cámara. La interrogante es quién escribió aquella boleta que incluía los códigos secretos de la presidencia, si Adriana Muñoz (PPD), presidenta de la Cámara de Diputados, afirmaba que no fue informada de este trámite. En cambio, un comunicado de Correos señaló que el firmante Ricardo Farías se identificó como funcionario de un señor diputado y antes de proceder al despacho, la empresa verificó telefónicamente con la oficina del diputado en cuestión la efectividad de lo señalado por el señor Farías. Inmediatamente la mentira de Girardi; dice que no fue consultado: Yo jamás autoricé el despacho de esas cartas, a mí nunca me llamaron. Tampoco sé si llamaron a mi oficina, porque a mí nadie me comunicó ese recado. Mientras que Adriana Muñoz asegura que no autorizó el pago de la correspondencia. Sin embargo, el secretario de la Cámara, Sergio Pizarro, autorizó la cancelación de la factura remitida por Correos.


Los antecedentes del escándalo son indesmentibles. Pese a los esfuerzos de Girardi por explicar el envío de la correspondencia que publicitaba su candidatura a la reelección, con cargo a la presidencia de la Cámara de Diputados, aún persisten varias dudas y preguntas sin responder. Además, existen contradicciones entre las versiones entregadas por Correos, el jefe de la bancada de diputados, Aníbal Pérez; la presidenta de la corporación, Adriana Muñoz, y el propio presidente del PPD.

Entretelones del escándalo.

En el PPD existía preocupación por el daño que el caso cartas podría provocar al perfil fiscalizador de sus parlamentarios. Se pusieron en alerta ante las críticas de la UDI y eventuales ataques de la DC e incluso del PS, dado que el senador José Antonio Viera-Gallo, dijo que existía una anomalía. Mientras tanto, parlamentarios de RN (Alberto Cardemil, Alfonso Vargas, Maximiano Errázuriz y Lily Pérez) amenazaron con una censura en contra de la presidenta de la Cámara de Diputados, porque se destinaron fondos de la Corporación a fines partidistas del PPD. Y, en similar reacción, parlamentarios de la UDI reiteraban que pedirían tal renuncia. En tanto, la afectada se defendía. Afirmaba falazmente que todo era parte de una campaña de desprestigio en su contra. En un intento por explicar el escándalo, dijo que la dificultad es fundamentalmente con Correos, el señor Farías hizo un encargo y no entiendo cómo lo cargó a la presidencia de la Cámara. Mientras tanto, la lucha interna en el PPD se intensificaba. La diputada Muñoz, que ya le había pedido a Girardi asumir su responsabilidad política, aumentó su presión. Los demás parlamentarios PPD se sumaron a tal petición. Intranquilizaba al PPD la posición que adoptaría la DC. Algunos diputados de esa colectividad habían decidido aprovechar el caso cartas para denunciar públicamente a Girardi. Bastaba con que tres parlamentarios DC no asistieran a la sesión en que se analizaría la censura contra Adriana Muñoz, para que la derecha tuviese posibilidades de éxito. Aunque en la DC aseguran que no habrían permitido ese escenario, pues acarrearía el fin de la Concertación, en el PPD optaron por asegurarse. Su directiva analizó algunas maniobras para impedir que el escándalo afectara la credibilidad del partido. Incluso, Girardi amenazó iniciar acciones legales contra Correos. Resultado: Girardi terminó por convencerse de que no había otra salida que efectuar un mea culpa.

El escándalo se instalaba en el parlamento. Los jefes de bancada se reunieron con la diputada Muñoz y su jefe de gabinete, Sergio Pizarro. La parlamentaria explicó que se encontraba fuera del país cuando se cargó a nombre de la presidencia de la Cámara el costo por el despacho de las 24 mil 648 cartas Los diputados acogieron el planteamiento de Muñoz, quien no acusó directamente a Girardi, pero tampoco lo defendió. Y el jefe de gabinete, Sergio Pizarro, dio algunas pistas que sirvieron para que los diputados Mora (DC) y Alvarez (UDI) acusaran al PPD de haber cometido irregularidades. En efecto, Pizarro admitió que recibió una fuerte presión del PPD para dar curso al pago de las cartas desde la presidencia de la Corporación: El nos reconoció que se había equivocado al pagar las facturas y que debió haberse emitido otra, con otra destinación -no la actual-, pero que aún así la pagó porque había cierta presión por parte de la bancada del PPD, dijo Alvarez. Y enfatizó que la factura estaba firmada por Muñoz, pero gracias a un timbre utilizado en la presidencia.

Pizarro señaló, además, que fue él quien corrigió el ítem de la factura donde el dinero estaba siendo cargado como consumo en vez de correspondencia. Aprovechar los dineros del parlamento era el objetivo de Girardi y Cia. Es decir, iba a ser pagado directamente por la Cámara, sin que quedara registrado que se trataba del valor de la correspondencia enviada por parlamentarios del PPD. El jefe de gabinete salva la responsabilidad de la presidencia al ponerle que no es consumo (...). Si él no le pone que es un ítem de correspondencia, nadie habría sabido que la campaña del PPD había sido cargada a la cuenta de la Cámara de Diputados, porque hasta ese minuto era de consumo, señaló el diputado Mora, que liberaba así de responsabilidad a Muñoz. Pero, agregó que el señor Girardi ha sido emblemático en la fiscalización y la probidad, y aquí tiene que haber una explicación. Me queda claro que hubo errores, y graves.

Girardi intentó inicialmente mentir y recurrió a estratagemas para ocultar la verdad, pero fracasó. El mensaje de la oposición al PPD era claro: censura e investigación parlamentaria. Ambas amenazas complicaban a Girardi. Llamó por teléfono al jefe de la UDI, Pablo Longueira, apelando a la buena opinión que éste tiene de la diputada Muñoz. Otro contactado del vocero de gobierno, Heraldo Muñoz (PPD), con el mismo fin, fue el senador Hernán Larraín. Sin embargo, la derecha esperaba un reconocimiento de culpabilidad de Girardi. Tanto Longueira como Larraín respondieron que el problema estaba en manos de los diputados de sus partidos. El jefe del PPD intentó calmar a los denunciantes. Hizo una declaración donde defendió la actuación de su partido. Y, aunque señaló que pudo haber existido poca acuciosidad en el proceso, no catalogó el hecho ni siquiera como error. Por lo cual, la UDI decidió presentar la censura. RN se sumó a esa posición.

El «mea culpa» de Girardi.

Girardi no pudo resistir más. Presionado por la censura UDI-RN contra la presidenta de la Cámara de Diputados, preocupado por las críticas de la DC y acorralado en su propio partido, hizo un mea culpa, asumiendo la responsabilidad política por el envío de correspondencia, cuyo costo fue cargado a la mesa de la Corporación. Cumplió así con la condición impuesta por la derecha para retirar la censura. Aunque el jefe del PPD logró su objetivo, está consciente de que perdió gran parte de su capital político de fiscalizador. Leyó una declaración: Dado que nos hemos informado de que se presentaría hoy una censura contra la presidenta de la Cámara, Adriana Muñoz, queremos declarar lo siguiente: primero, que asumimos la total responsabilidad política por el despacho de las cartas en el marco de la elección interna del PPD. Y, segundo, que reconocemos que fue un error haber utilizado el sistema de anticipos existentes en la Corporación para enviar dicha correspondencia. Le acompañaban en el mea culpa Carolina Tohá, Antonio Leal, María Antonieta Saa, Aníbal Pérez y Enrique Accorsi.

La declaración de Girardi sirvió para que la derecha suspendiera la censura. El jefe de la bancada de la UDI, Rodrigo Alvarez, junto a Víctor Pérez y Carlos Recondo comunicaron la noticia a los diputados del PPD Aníbal Pérez, Patricio Hales y Antonio Leal, quienes intercedieron en favor de Girardi cuando ya había sido perdonado.

Girardi agregó en su confesión que en el PPD se lamentaba el haber generado confusión con sus declaraciones anteriores: Lamentamos que mucha gente que confía en nosotros haya visto posturas ambiguas y por eso nosotros tenemos que asumir este error y aprender de este. Así, para Girardi, el mentir descaradamente para ocultar su responsabilidad son sólo posturas ambiguas e intentar usar fraudulentamente recursos del parlamento merece sólo la denominación de error. Su intención de aprender ¿significa repetir el intento de fraude, evitando los errores que señalaron su culpabilidad?
Aparte de la irregularidad propiamente tal, indigna la negativa a aceptar responsabilidades evidentes. Culpar a Correos muestra la clase de transparencia que ha aparentado la cúpula del PPD. En lugar de exigírsele mayor rigurosidad a Correos, se debiera explicar por qué el secretario de Girardi puede despachar 24 mil cartas de campaña -con cargo de $ 3 millones 800 mil a la Cámara de Diputados- sin que hasta ahora se sepa quién dio la orden o autorizó los pagos. ¿O por qué la presidenta de esa corporación se impuso a último minuto de lo sucedido en circunstancias que para todas esas gestiones se requerían códigos secretos? Las respuestas a estas interrogantes no serán dadas por sus autores. Y el silencio cómplice de las cúpulas políticas de la derecha y el oficialismo contribuirá a sepultar la verdad. Este siniestro episodio es una contribución de la democracia de los consensos a la suma de factores que hacen que una gran parte de la ciudadanía repudie la política y a los oportunistas que de ella usufructúan.

Si el escándalo por las cartas cargadas a la cuenta de la presidencia de la Cámara de Diputados hubiera afectado a otro partido, Girardi habría sido el primero en denunciar el uso de recursos públicos para fines partidistas. Por lo cual, él y su partido le deben una explicación al país. Su promesa de restitución de los fondos no responde a la interrogante: ¿Es ético y moral que con dineros que aportan todos los chilenos, la presidencia de la Cámara de Diputados le otorgue una suerte de línea de crédito a los legisladores para que éstos financien sus campañas particulares?. La existencia de esta fraudulenta práctica, habitual entre legisladores de diversas bancadas, no justifica ni aminora la gravedad de la acción del PPD. Sin embargo, Girardi se limitó a considerar el intento de fraude como un simple error.

Críticas y justificaciones al intento de fraude.

Las críticas a la acción de Girardi brotaron de las mismas filas del PPD. El senador Nelson Avila respaldó las acusaciones que involucraban al presidente de su partido: Rechazo y condeno tales acciones y no puedo tener una opinión distinta según la militancia del que incurre en los actos, dijo al conocer los documentos acusatorios. Ahora, Avila disparaba a su aliados. Una actitud que se acentuó tras la conformación de la plantilla de candidatos a las últimas elecciones parlamentarias. Presionado por La Moneda, el PPD desplazó la candidatura de Avila, desde la Quinta Región Cordillera a la Quinta Costa, para favorecer a Carlos Ominami (PS), amigo de Lagos. De nada valieron los reclamos del afectado. En el presente, su crítica es demoledora. Afirma que hubieron irregularidades: El procedimiento empleado vulneró el principio de igualdad de oportunidades entre mi postulación y la de Girardi. Pero lo más grave es que se intentó sacar ventaja aprovechando posiciones de poder. En ello se arrastró a la Cámara como Corporación y sin medir las graves consecuencias que harían recaer sobre su presidenta, Adriana Muñoz. Ella no merece los agraviantes de que ha sido objeto. Al final todo esto resultó ser una jugada electoral onanista e infecunda.

El colmo de la impudicia, liviandad e inconsecuencia para calificar el intento de aprovechamiento de fondos estatales, lo representa la declaración del ministro del Interior, José Miguel Insulza (PS), que considera que la acción de Girardi es lo más habitual que hay..(&)... Todo lo que parece haber pasado es que estos parlamentarios dijeron por favor paguen esto y descuéntelo en cuatro cuotas. A mí no me parece nada del otro mundo..(&).. Pero no veo por qué se llama a escándalo..(&).. Parece muy evidente que los diputados PPD decidieron hacer una contribución a la campaña del diputado Guido Girardi y la hicieron de forma de pagar gastos de correspondencia, pidiendo que esos fondos les fueran girados con cargo a su sueldo. No lo veo tan complicado.



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