escribe Mario del Gaudio

La embajadora de EE.UU.en Brasil, Donna J.Hrinak, nombrada el 28 de marzo pasado, está tratando de convencer a los brasileños que su país considera a Brasil un amigo. Las acciones del presidente norteamericano George W.Bush demuestran todo lo contrario. La frenética actividad de Hrinak que no se perdió hasta ahora ninguna fiesta, encuentro o inauguración, es vista con simpatía por integrantes del gobierno brasileño pero se dan cuenta de las contradicciones en que navega Donna.

El viernes pasado en la exposición ganadera de Uberaba, la flamante embajadora aseguró que el gobierno de Bush está queriendo ampliar las convergencias con Brasil dejando de lado las divergencias. El jueves, o sea un día antes, Bush consiguió que la Cámara de Diputados de los EE.UU. aprobase la nueva Ley Agrícola (Farm Bill) que de ser refrendada por el Senado aumentará en 180 mil millones de dólares los subsidios a la agricultura en los próximos diez años. Los precios en EE.UU bajarían a un punto tal que inclusive los productos agrícolas brasileños, altamente competitivos, serían comparativamente caros y quedarían fuera de mercado.

Esto se sumó a una serie de medidas que precisamente después del nombramiento de Donna J.Hrinak fueron tomadas por EE.UU. en perjuicio de Brasil: sobretasas a las importaciones de acero y cítricos brasileños, la humillación que significó la destitución promovida por EE.UU. del diplomático José Mauricio Bustani de la dirección general de la Organización para la Proscripción de las Armas Químicas (OPAQ) de la ONU, y más recientemente todavía, la acusación de Brasil de no reprimir y hasta de ser cómplice de la piratería industrial.

Con amigos así, mejor los enemigos, o como dicen acá la onza deja de ser amiga cuando le viene el hambre. De ahí que el ministro de Relaciones Exteriores de Brasil Celso Lafer respondió tirando al corazón: declaró que la Ley Agrícola aprobada tendría consecuencias nefastas para el ALCA. «A Brasil solamente le interesa un Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que no incluya subsidios y otras barreras a las exportaciones agrícolas cuya importancia es vital para la economía brasileña» Además de Brasil otros países en vías de desarrollo serán seriamente perjudicados por la «Farm Bill», afirmó el canciller, asegurando que le gobierno brasileño usará todos los medios legales para defender los intereses del país.

Lafer no descartó denunciar a EE.UU. ante la OMC por esta política de subsidios. «Brasil no vacilará en usar todas las opciones en materia de defensa comercial para anular las ventajas indebidas provocadas por los subsidios y el efecto nocivo de los productos subsidiados sobre el comercio agrícola internacional».
El canciller alertó que los subsidios agrícolas estimularían la superproducción de soya, maíz, trigo y arroz bajando artificialmente sus precios y destruyendo a través de un círculo vicioso imparable la producción en países internacionalmente competitivos como Brasil. También señaló que la legislación norteamericana está a contramano de los acuerdos de la última reunión de los países miembros de la OMC en Doha, que condenó la práctica de subsidios agrícolas y mandó eliminarlos.

Simultáneamente, ese mismo viernes en Ginebra, Brasil protestó ante la Unión Europea por erigir barreras ilegales a las importaciones de aceros. Europa sobretasó en 24.5 por ciento las importaciones de acero brasileño alegando que no está dispuesta a permitir la entrada de acero desviado para el viejo continente en razón del cierre de importaciones por parte de EE.UU. El argumento usado por los europeos está en el límite de la insensatez pero de mantenerse la sobretasa perjudicará a Brasil en 60 millones de dólares anuales que es el valor de las exportaciones brasileñas de hojas de acero para embalajes y perfiles de liga de acero a Europa.