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La ley de la jungla |
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escribe Cándido Si la destrucción de los símbolos emblemáticos del poder imperial, las Torres Gemelas y parte del Pentágono, marcó el pasado 11 de setiembre, un antes y después en la historia -una historia que para burla de Fukuyama y otros expertos nunca protagonizó tantas tragedias en tan poco tiempo- lo que está ocurriendo desde hace ya meses en el Medio Oriente, marcará también un hito en la historia y sus consecuencias se harán sentir por largo tiempo. Mejor caldo de cultivo para nutrir el terrorismo que se dice querer combatir, no pueden haber creado los principales adalides de esa cruzada, George W Bush y Ariel Sharon. No ha existido en la historia, un eje del mal tan perverso y destructivo como el formado por estos dos personajes, poseedores ambos, a escala de cada uno de sus países, de un armamento poderosísimo. Un juego similar al de Sharon respecto a la misión de las Naciones Unidas que debe investigar las masacres cometidas contra civiles indefensos en Jenin o el anuncio de la liberación de Arafat arrestado en su oficina de Ramalla desde hace cinco meses. Si la conducta de Bush y Sharon resultan simplemente repugnantes, la de los líderes de la Unión Europea y los medios de comunicación en general, no lo son menos. Usted recuerda, amigo lector, lo que dijeron Solana y su sucesor George Robertson que obedecieron la orden recibida de bombardear y destruir la ex-Yugoslavia, por que la Comunidad Internacional no podía tolerar los crímenes de Milosevic ,( no los de los croatas y los guerrilleros (amigos) de Kosovo), que bien que los hubo. La otra pata perversa, de este trípode que dejó de ser un eje, son los medios de comunicación. El señalar los atentados de los martirizados palestinos como un obstáculo para el proceso de paz, la calificación sistemática de terroristas a los que en lucha desigual combaten como pueden a los asesinos que los exterminan, la búsqueda cuidadosa de las palabras para evitar llamar por su nombre a los crímenes de Sharon, los hace tan cómplices y despreciables, como los patrones a los que sirven. Y eso lo saben hasta los niños palestinos que han visto morir a sus padres y hermanos bajo los escombros de sus modestas viviendas arrasadas por los tanques de Sharon. Tarde o temprano la historia les pedirá una rendición de cuentas. |
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