Prescindiendo del hecho del desprestigio que rodea a los eventuales electos, salvo algunas honrosas excepciones, por los privilegios de que gozarán, cuando tantos millones de parados europeos y sus correspondientes familias están pasándolo mal, hay motivos más profundos para el rechazo generalizado a la UE.. Que no es solamente la cadena sin fin de escándalos de todo tipo que jalonan la triste historia de lo que pudo ser un proyecto integrador, humanista y decente capaz de concitar el entusiamo y la consiguiente adhesión de los ciudadanos. Escándalos que están rigurosamente documentados por testigos que los vivieron desde las "entrañas del monstruo" y que incluyen, para solamente mencionar algunos bastante ilustrativos, desde el juicio de por corrpción de eurocomisarios hasta el ocultamiento durante largo tiempo, de un informe que alertaba sobre el "mal de las vacas locas", para no perjudicar las exportaciones desde el Reino Unido.

Lo que va a permanecer, hasta el momento no descartable en que la UE "implosione" por sus propios "pecados" de origen, son razones que podría calificar de estructurales. A saber, un proyecto económico elaborado con vistas a la creación de un mercado europeo, administrador de los intereses de las transnacionales, e impulsor del proyecto global que acaba de desembocar en una crisis también global, que cada vez más trasciende su original carácter financiero para convertirse una crisis social de previsibles consecuencias. Previsiones que no proceden de los conocidos "antieuropeos" de siempre sino, entre otros, de personajes tan relevantes y presumiblemente "que saben" como Robert Zoellick , presidente del Banco Mundial, o el téorico estadounidense de las ciencias sociales, Immanuel Wallerstein. A despecho de optimismos prematuros sobre la evolución de la crisis, las medidas aplicadas hasta ahora para "salvar el sistema", no parecen confirmarlos. (La quiebra de la GM es el hecho más dramático de la gravedad de la situación y tensa a límites extremos la situación social en aquel país).

Crecimiento económico y competividad, aplicación práctica del modelo original, han significado por lógica consecuencia, un paulatino vaciamiento de los derechos democráticos, un acentuado carácter militarista - hasta países tradicionalmente neutrales como Suecia han abandonado de hecho esa posición, desconociendo el sentir ampliamente mayoritario de la población, deslizándose subrepticiamente hacia la OTAN, de la mano del actual gobierno de una coalición de derecha. Pero por sobre todo, a despecho de proyectos "ambiciosos" de convertirse (la UE) en líder mundial de la lucha en defensa del ecosistema, poco y nada se ha concretado al respecto. En parte porque varios de los países miembros siguen negando, siguiendo las "ideas" del funesto GWBush, que la "mano del hombre", el modelo capitalista de desarrollo vigente, tenga algo que ver con el cambio del clima, pero fundamentalmente porque dicho modelo es incompatible con la vida del planeta.