Los congresistas demócratas de Estados Unidos salieron a apoyar unánimemente la decisión del gobierno de Barack Obama de estatizar el 60 por ciento del gigante automotor, General Motors, después que la empresa se declarara en quiebra. "No es socialismo" dijeron por si fuera necesario explicarlo. En tanto que el presidente norteamericano justificaba la intervención en la empresa en la necesidad de "proteger los intereses" de los contribuyentes.
De hecho, el gobierno norteamericano pasa a ser propietario de más de la mitad de la empresa, con lo que se obliga a contribuir económicamente para salvarla, pero deja en manos del 40 por ciento restante, es decir los antiguos propietarios, la dirección de la empresa.
El nuevo plan de la empresa prevé que la automotriz cierre 12 de sus plantas en Estados Unidos durante los próximos tres años, de modo que para 2012 cuente con 33 fábricas, y despida a 21.000 trabajadores afiliados al sindicato. Además, cancelará unos 2.400 concesionarios en todo el país para retener poco más de 3.600. Y mantendrá sólo cuatro de sus ocho marcas: se quedará con Chevrolet, Cadillac, Buick y GMC y eliminará a la Pontiac, Saturn, Saab, Hummer, y se quedaría sólo con la mitad de Opel.
En general, los medios de comunicación de todo el mundo, sólo hicieron incapié en la quiebra de General Motors, la reestructuración de la empresa, y la decisión del gobierno norteamericano de no interferir en la dirección de la misma.
Al mismo tiempo, la misma prensa, tituló con escándalo la decisión del presidente venezolano Hugo Chávez de estatizar empresas metalúrgicas y ser socio mayoritario en emprendimientos petroleros.
"Venezuela se encamina al modelo cubano" acusó el escritor peruano Mario Vargas Llosa en Caracas, donde fue invitado a un cónclave de intelectuales de derecha. En esa "dictadura" caraqueña, el "escribidor" despostricó contra Chávez y el socialismo en cuanto micrófono y cámara se le puso por delante, y hasta pudo transformar (para consumo de El País de España y otros furibundos medios antichavistas) la rutinaria espera durante un control de aeropuerto en "arbitraria detención".
¿Por qué tanta diferencia en el tratamiento de dos noticias casi similares?. En ambos casos se trató la compra de una empresa privada por el Estado, en ambos aduciendo los gobierno los intereses nacionales.
La diferencia es muy fácil de ver. Mientras que en Venezuela las empresas adquiridas por el Estado pasarán a ser dirigidas y administradas por él, o por los trabajadores, con lo que sus recursos serán volcados al bienestar general, en la estatización de Obama, sólo se busca nacionalizar las pérdidas.
La medida del gobierno norteamericano obliga al Estado a asumir las pérdidas de la empresa, deja la conducción de la misma al sector privado, y una vez que los resultados negativos desaparezcan, la parte del Estado volverá a ser privatizada.
Ya el ex presidente George Bush estatizó activos de los bancos en quiebra con el único objetivo de que el Estado se hiciera cargo de las deudas.
La estatización en sí, no es socialismo. Las estatizaciones de empresas y recursos fundamentales de un país han sido práctica común en los gobiernos socialdemócratas e incluso en los burgueses liberales de los países europeos a principios del siglo pasado, y de los gobiernos populistas de América Latina en la primera mitad del siglo XX.
Muchas veces estas nacionalizaciones o estatizaciones se concretaron para asegurar materias primas, recursos, o reservar mercados para otras empresas privadas locales, y al mismo tiempo fomentar el consumo local que, de paso, beneficiaba también a las empresas locales y robustecía las arcas del Estado al obtener más ingresos por sus impuestos.
La estatatización comienza a tener otro carácter cuando se plantea en un proceso de construcción de una nueva sociedad que incluya el concepto de justicia social y que admita que determinados bienes naturales no son de propiedad individual sino social.
Además, también determina quienes serán los conductores de esas empresas, y a que supervisión y control estarán sujetos.
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