Por Juan Cameron. A partir de la reciente recopilación de Jaime Huenún, en la que aparecen varios poetas de su etnia, cabe preguntarse si aquello reconocido como poesía mapuche es realmente la expresión de su pueblo original. O si aquella pertenece a un sector aún más oculto dentro del territorio chileno.
Jaime Luis Huenún, ese buen poeta de Freire, publicó hace poco, en LOM Ediciones, su Antología de poesía indígena latinoamericana. No es propiamente, como podríamos creer, una selección de la obra de los mejores exponentes en un lapso de tiempo determinado. Más bien reúne aquí una muestra del trabajo de los participantes del Encuentro Latinoamericano de Poesías Indígenas que tuvo lugar en este país en octubre de 2007.
Esta recopilación nos induce a repensar lo que, hasta el día de hoy, consideramos en Chile bajo la denominación de poesía mapuche; así también como tomar nota de los excelentes poetas de otras etnias invitados a dicho congreso internacional. Porque, a simple vista, el observador nota la ausencia de algunos colegas en el oficio, como Elicura Chihuailaf, al tiempo de observar que gran parte de los poetas de origen chileno aquí incluidos -y casi todos de ascendencia mapuche - no integran el canon nacional; salvo por cierto los casos del mismo Huenún, Bernardo Colipán, Graciela Huinao, Paulo Huirimilla. Leonel Lienlaf y Roxana Miranda
Al tratarse de una reunión que traspasaba las fronteras las delegaciones de otras marcas estaban integradas por serios, cuando no conocidos cultores del oficio. La primera contribución que así lo confirma es la de Liliana Ancalao, una mapuche argentina nacida en Comodoro Rivadavia, en 1961: "pero el frío no siempre/ lo sé porque esa noche en aldea epulef/ dormíamos apenas/ alrededor de nuestro corazón al descampado/ eufemia descansaba el purrun del camaruco/ y la noche confundió su pelo corto con el pasto". Similar desarrollo se observa en José Luis Ayala, aymara peruano nacido en Puno, en 1942, o en Rosa Chávez, poeta maya k'iche nacida en Chimaltenango, Guatemala, en 1980. En cualquier caso estos oficios mayores provienen de la formación literaria individual de cada uno en su país de origen y no por su pertenencia sanguínea. Salvo algunos casos, como habría de esperarse, como el de Briceida Cuevas Cob, maya mexicana (Campeche, 1969) en el que ambas raíces consiguen un generoso resultado: "Pinta la luna las tumbas del camposanto/ que ha comenzado a masticar la maleza./ El búho/ ensaya un canto a la vida./ Se niega a presagiar su propia muerte".
Esta formación se hace además notoria en otros invitados. Así ocurre con la chontal Martha Leonor González (Boaco, Nicaragua, 1973), los quechua Odi González (Cusco, Perú, 1962) y Ariruma Kowii (Otavalo, Ecuador, 1961) y el zapoteca Macario Matus (Oaxaca, México, 1943). Y lo mismo podría afirmarse de los otros "extranjeros", el dasana Dourvalino Moura Fernández (Cúcura, Brasil, 1955) y de Mario Nandayapa (Chiapas, México, 1964). En general, todos demuestran un alto desarrollo estético y una más bien interesante producción literaria.
Con todo, un caso aparte es el de la paraguaya Susy Delgado (1969). Periodista, tallerista, estudiosa del guaraní, Delgado es actualmente unas figura internacional muy notoria para cualquier antología en la que se le incluya. Se trata de una representante de su país ante la poesía del continente y del idioma y su presencia, sin lugar a dudas, dio prestigio a este encuentro de etnias.
Pero cuanto interesa en este caso, cuanto queda después de leer este magnífico, documentado y esforzado trabajo de Jaime Luis Huenún es la necesidad -como se anunciaba más arriba, de revisar el concepto de poesía mapuche en nuestro canon.
Por un lado existe una serie de exponentes de primera calidad a quienes, dentro de la lista nacional, se les agrega este adjetivo. Se trata de poetas con reconocimiento en el oficio y cuyos nombres aparecen con frecuencia en las referencias del caso. Aquí precisamente hablamos de Bernardo Colipán, Graciela Huinao, Paulo Huirimilla, Leonel Lienlaf, Roxana Miranda Rupailaf entre los más recurridos (y del antologador, por cierto). Pero al mismo tiempo el calificativo de mapuche comienza a ponerse en duda. Muchos de aquellos comenzaron por ser mencionados como poetas chilenos, independientemente de su etnia u origen. Y del mismo modo en su gran mayoría no conocían o, al menos, no dominaban el mapuzungun. Ocurre con el fundacional Elicura Chihuailaf. Y esta gran mayoría escribe -salvo Lienlaf- en castellano; y esa pareciera ser su lengua materna, para ser después traducidos al lenguaje de la tierra. Esto ocurre en la anterior recopilación de Huenún, 20 poetas mapuche contemporáneos, cuyas versiones al mapuzungun corresponden a Víctor Cifuentes. Y, por otro lado, la conducta de aquellos en tanto poetas es similar a la cualquier colega en el mundo; es decir, los temas utilizados responden a un espectro más amplio que el simple canto a la tierra o el discurso reivincativo y utilizan, del mismo modo, variados recursos literarios.
En este punto es donde emerge esa gran diferencia con el resto de los participantes mapuche (sin s final, pues che es gente y gentes a la vez). Sin lugar a dudas buena parte de aquellos no son reconocidos como tales en el ambiente literario local; sino que, al parecer, ocupan el género para fines particulares. Varios participantes a la vez son dirigentes poblacionales o militan en alguna fracción ideológica. Y, sin emitir un juicio de valor más allá de una visión que pretende ser objetiva, hay sus producciones manifiestan una menor calidad literaria. Podemos afirmar que, por lo general, carecen de recursos o resultan demasiado directos para el lector, incluso cuando representan la realidad por medio de figuras de la naturaleza. Pero, a diferencia de los anteriores, sí parecen conocer el mapuzungun, lengua que los une y los identifica con una causa principal y colectiva: la liberación social, económica o genérica en cualquiera de sus manifestaciones.
La gran duda planteada aquí, entonces, es si acaso puede considerarse mapuche nuestra poesía mapuche; o si aquella es una expresión más natural que no se identifica con los poetas reconocidos como los representante de la etnia en el canon nacional. Pero aquello es ya tarea de sociólogos.
Jaime Luis Huenún Villa nació en Valdivia, en 1967. Formado en la localidad de Freire y titulado en su ciudad natal como profesor de Castellano, actualmente reside en Santiago. Ha publicado dos libros de poesía: Ceremonias (1999) y Puerto Trakl (Chile, 2001, y EE.UU., 2008). Es autor de las antologías 20 poetas mapuche contemporáneos (2003), La memoria iluminada: poesía mapuche contemporánea (Málaga, España, 2007) y Los cantos ocultos/ antología de poesía indígena latinoamericana (2008). Es Premio Pablo Neruda (2003) y Beca Guggenheim (2005).
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