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Para no olvidar |
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Antonio Peredo Leigue. El año 1970 fue expulsado el Cuerpo de Paz de Estados Unidos, por su manifiesta intervención en los asuntos internos del país. Con el pretexto de ayudar en actividades productivas de los sectores empobrecidos, mantenían una constante labor de espionaje relacionada con las movilizaciones sindicales y de los partidos políticos que se identificaban con aquéllas. Su expulsión se dio en medio de un proceso de ascenso del movimiento popular, que alcanzó su nivel más alto al constituir la Asamblea Popular.
Esa es la relación entre ambos países, que debe cambiar. No se trata, simplemente, de restablecer a los embajadores en Washington y La Paz. Más bien, es tarea de reconvertir las funciones que se adjudicó la embajada estadounidense en nuestro país. Por reciprocidad, debiera hacerse lo mismo con nuestra representación allí, pero es evidente que las funciones de ésta, ni siquiera alcanzan al mínimo necesario. El presidente Jimmy Carter, con la buena voluntad que utiliza en sus relaciones con todo el mundo, nos propone el retorno del Cuerpo de Paz. Agrega que, superando los malos entendidos del pasado -si aceptamos que fueron malos entendidos-, los voluntarios de ese cuerpo no harán espionaje ni menos se entrometerán en nuestros asuntos internos. Pero eso no puede significar que olvidemos un pasado que, a cuarenta años de distancia, no ha sido superado, si tomamos en cuenta las enérgicas medidas que se vio obligado a tomar el presidente Evo Morales. Además, las experiencias en otros países, nos siguen diciendo que, ese Cuerpo de Paz, no ha cambiado de orientación.
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