Por Emilio Comas Paret. Recientemente leí un artículo publicado en Página 12 de la Argentina, titulado "El muro invisible" y a la firma de Santiago O´Donell que realmente me impresionó sobremanera, y también me hizo sonreir, y fue por el hecho de que anoche mismo le comentaba a mi hijo que hoy escribiría un artículo titulado "Se derriba el último muro" o algo así y O´Donell "me arrebató la merienda", como diría mi vecino.
Pero me alegro después de todo, porque los criterios de este señor, a quien no conozco, me parecen muy oportunos y acertados.
Habla, en su trabajo por supuesto, de que en la recién pasada Cumbre de Las Américas se ha derribado un muro.
Evalúa a Estados Unidos de América como un pueblo "libertario, religiosamente capitalista", que cree en el "destino manifiesto" que lo hará liderear al mundo, y que esa pretensión le permitirá trabajar en beneficio de intereses globales que sostengan los hábitos de consumo, (demesurados, diría yo); y promuevan oportunidades, esto es, seguir vendiendo el "sueño americano".
De Cuba dice que es "un pueblo orgullosamente solidario, gobernado por un partido-estado-único, que defiende a ultranza su modelo, su independencia y su verdad".
Luego recuerda que Obama admitió en la cumbre que la política de USA había sido equivocada, principalmente durante la nefasta presidencia de Bush, y que ofrecía la posibilidad de empezar de nuevo, es decir, partir de cero, borrón y cuenta nueva, como decía la abuelita.
Apuntaba O´Donell también que Fidel intuía la sinceridad de Obama, pero se cuidaba. Celebraba sin estridencias las buenas nuevas pero desconfiaba porque, por supuesto, "no va a rifar la Revolución". Que además no olvidaba los complots, boicots, Playa Girón, (y muchísimas cosas más podríamos agregar, pero no lo haremos); y que se preguntaba con razón qué pasaría después de Obama, ¿vendría otro Bush? Es decir, se daba cuenta de que la cuestión no era "miel sobre hojuelas" y que tenemos que andar con pies de plomo.
Decía, con muchísima razón, que esta nueva situación creada en Puerto España era una victoria para Cuba, quizás, decía también, el último triunfo ideológico del socialismo después de una enorme cantidad de derrotas que casi lo aniquilan del imaginario público.
Hablaba de que Fidel había percibido la victoria y por eso fueron las tres reflexiones el mismo día, para responderle básicamente a los voceros de Obama, pues este no había dicho ni una palabra.
Luego hablaba del impacto que puede tener para Cuba la llegada masiva de cubano-americanos o turistas norteamericanos, de la entrada de mucho dinero y la apertura a las nuevas tecnologías de las comunicaciones, y los peligros que entraña, que por cierto, y ese es mi criterio, son peligros que hemos de sortear con habilidad, paciencia e inteligencia y tenemos todas las posibilidades para neutralizar sus efectos negativos.
Comentaba O´Donell que el bloque latinoamericano había llevado el problema del bloqueo cubano como punta de lanza a la cumbre y que había triunfado en su empeño, pero que exisitía un serio problema para que Cuba volviera al seno de la OEA y fuera considerada en concreto parte integrante del sistema latinoamericano y esta era la Carta Democrática, porque desde el punto de vista de este documento el sistema polìtico cubano no es compatible con sus postulados, porque no manejamos los mismos criterios sobre temas como "elecciones libres", "régimen plural de partidos y organizaciones políticas", "separación de poderes" y sobre todo "respeto por los derechos humanos".
Y planteaba también en el trabajo: "La Carta no impone a las "democracias representativas" la obligación de dar salud, educación, seguridad alimentaria y desempleo cero. Y estos son pilares del sistema democrático cubano"
Y yo estoy de acuerdo con estos planteamientos, pero creo que vale la pena abundar e incluir otros conceptos en los que diferimos seriamente con Estados Unidos, como son "democracia", "libertad", "igualdad", "prosperidad", "seguridad común", etc.
Mirando un trabajo recientemente publicado en el sitio web de la UNEAC (www.uneac.org.cu), titulado "La muralla de la conciencia" del escritor y periodista residente en Miami Carlos Rivero Collado, anotaba ciertas cifras muy elocuentes y que sirven para hacer una valoración justa de cómo mira la sociedad norteamericana actual el resultado de la aplicación e interpretación de muchos de estos conceptos. Por ejemplo, el hecho de que 50 millones de norteamericanos no tengan seguro médico y por supuesto no tengan acceso a la salud, que el 18% de la población mayor de 10 años sea analfabeto funcional, que solo el 17 % de sus obreros están sindicalizados,que un millón y medio de personas viva en la calle como "home less", que haya dos millones de presos en las cárceles y muchos de ellos por no tener dinero para pagar a un abogado y caer inexorablemente en manos del diabólico y enrevesado Sistema Judicial norteamericano, que ahora mismo y ante la crisis múltiple que sufrimos, millones de norteamericanos hayan perdido su empleo y sus viviendas; nada de eso se pone de manifiesto en la opinión pública norteamericana y en los medios de información como violaciones serias de los derechos humanos, de las libertades individuales, de la justicia, la igualdad, la democracia, y lo más bonito del caso es que nada de eso sucede en Cuba. Nosotros tenemos otros problemas y otras dificultades que debemos ir resolviendo y que tenemos la voluntad y el deseo de hacerlo, pero no esas catastróficas consecuencias de políticas nefastas que hoy sufre el pueblo norteamericano. Sin embargo, a nosotros se nos acusa constantemente y públicamente en la mayoría de los medios de falta de igualdad social, de no tener libertad de expresión, de fallar a las libertades individuales de los cubanos, de no ser democráticos, y mientras tanto podemos exhibir con orgullo verdaderas conquistas no solo en salud, educación, seguridad alimentaria y empleo total, sino también en seguridad social, en atención estatal a los más desvalidos, al hecho de que más del cincuenta por ciento de nuestros profesionales son mujeres, a que hay un desarrollo artístico cultural que según declaraciones actuales del ministro de cultura cubano desbordan las instituciones culturales, que en deporte, cuya práctica es masiva y gratuita, alcanzamos lugares cimeros a nivel mundial siendo una islita de solo doce millones, pobre y además bloqueada hace cincuenta años por el imperio más poderoso que ha conocido la historia de la humanidad, (decir que solo el bloqueo nos ha afectado en el orden de los ciento cincuenta mil millones de dólares actuales); podemos hablar además de la "exportación solidaria" de miles de profesionales cubanos como médicos, técnicos e ingenieros, instructores deportivos, científicos, etc, que ayudan a otros países más desvalidos a lograr niveles de vida adecuados para sus pueblos.
Nada de eso se nos tiene en cuenta a la hora de evaluarnos, de medirnos con sus varas ideológicas, situación esta que tenemos que enfrentar cotidianamente y que contribuye, como era lógico, a que tengamos maneras particulares de reaccionar ante tamaña injusticia continuada. Contamos con un sistema electoral "a la cubana" que funciona y que cuenta con la aprobación de más del 95% de la población en un plebiscito realizado en 1976, que celebra elecciones periódicas, y que el Partido Comunista no es parte del mismo, no postula a nadie en dichas elecciones, no participa en el proceso electoral y son las propias masas quienes postulan. No es un sistema presidencialista ni multipartidista como el de USA, (¿tiene que serlo?), pero cuando convoca, más del 90% de la población ejerce el sufragio, que es voluntario, y elige sus delegados de circunscripción y luego sus delegados municipales, provinciales, hasta llegar al parlamento. Así lo elegimos los cubanos, así nos gusta y nos parece bien, aunque por supuesto es perfectible como todo lo humano, pero ¿por qué deslegitimarlo a priori? Hay otros países que tienen sistemas parecidos como en el caso de China y Viet Nam y USA nunca los critica. ¿Por qué a nosotros? ¿O es que la democracia "representativa" es perfecta? ¿Es el pluripartidismo la solución de los enormes problemas de la pobreza? Nosotros preferimos la democracia parcitipativa, es decir, las propias masas ciudadanas dirigiéndose y convocándose, y trabajamos por hacerla cada día más efectiva.
Al final de su trabajo O´Donell proponía que se compatibilizaran las ideologías dentro de un mismo sistema interamericano, que se creara un nuevo marco legal, comercial, migratorio y de desarrollo; un nuevo equilibrio entre Estados Unidos y Latinoamerica basado en el respeto a las diferencias y dejando atrás doctrinas hegemónicas. Y yo digo como muchos creyentes de mi islita: ¡Ojalá y tu boca sea santa, O´Donell!
Recientemente y previo a la Cumbre, el presidente Obama circuló una declaración donde en un uno de sus párrafos se lee:
"La relación entre Estados Unidos y Cuba es ejemplo de un debate que con frecuencia no sale del Siglo XX. Para hacer frente a la crisis económica no es necesario debatir si es mejor una economía rígida y dirigida por el gobierno o un capitalismo desenfrenado y sin reglas; es necesario tomar medidas pragmáticas y responsables que promuevan la prosperidad común".
Con este punto de vista estoy de acuerdo y es una de la frases más inteligentes del trabajo, sin embargo, ya casi al final del mismo hay un párrafo muy desacertado que dice:
"Por eso anhelo que llegue el día en que todos los países de las Américas puedan ocupar su lugar en la mesa conforme a la Carta Democrática Interamericana. Y así como EU persigue ese objetivo en su acercamiento al pueblo cubano, esperamos que todos nuestros amigos en las Américas se nos unan para apoyar la libertad, la igualdad y los derechos humanos de todos los cubanos."
Y es que mientras USA siga abroquelado a este punto de vista va a ser muy difícil que nos pongamos de acuerdo, y lo digo con dolor, porque nadie como nosotros los cubanos necesita la paz para poder trabajar y perfeccionar nuestros mecanismos de gobierno y producir para cubrir las necesidades del pueblo, que, por cierto, no es víctima del consumismo que entroniza el capitalismo salvaje que menciona Obama y que ha aprendido a vivir con austeridad y modestia, sin sacrificar para nada su dignidad y su orgullo.
O se admite la unidad en la diversidad y el respeto por las particularidades del otro, o no habrá entendimiento.
A finales del año pasado y ante el reclamo del periódico digital CubaNow con el cual colaboro escribí un trabajo titulado "Si, valió la pena", que aborda el tema del cincuenta aniversario de la existencia de la Revolución cubana. Con sus últimos párrafos quiero terminar esta reflexión apresurada pero necesaria, según mi punto de vista. Ahí les va:
" Pero sucede que hoy por hoy, la gran riqueza de Cuba es su capital humano cada vez más creciente y perfeccionado y si somos lo suficientemente inteligentes, (cosa que no dudo) y si sabemos utilizar las grandes capacidades teóricas y conceptuales de nuestros investigadores sociales y a su sapiencia le agregamos toda nuestra experiencia y una amplia lectura crítica de nuestros errores, Cuba está llamada a construirse un sistema social socialista "a la cubana", que pudiera servirle de patrón a muchos de los países pobres de América, y que no tienen otra opción para garantizar ese "nuevo mundo posible" de que se nos habla.
Alguien dijo alguna vez en broma que el gobierno cubano no se caía porque no tenía para donde caerse y ello, al final, luego del chiste, es una gran verdad. Cuba no tiene opción. No es el capitalismo miamense la solución, no es caer en los brazos de los norteamericanos, no es el neoliberalismo ni un TLCAN, pero tampoco es el "socialismo real soviético" que demostró su inviabilidad. No creo tampoco que el "modelo chino" o el "modelo vietnamita" nos sirvan de mucho, porque vivimos realidades muy distintas. Estamos abocados a una situación límite y ello nos debe ser provechoso, hay que trabajar duro, inteligentemente y con calma, sin premura discordante, y hacer lo que sea necesario hacer.
Y si el bloqueo se desmorona por inoperante, mejor.
Pero pienso que este es, otra vez, "el momento de Cuba".
Emilio Comas Paret , es escritor cubano y colaborador permanente de Liberación
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