inicio | opinión | notas | cartelera | miscelanea sueca | suplementos | enlaces 20-febrero-2009

Economía y ecosistema: dos crisis independientes

 

escribe Cándido
En los días siguientes a la publicación en este semanario, de la columna sobre la inminencia de la catástrofe climática, aparecieron en los medios internacionales dos aportes científicos, y por tanto más convincentes e impactantes, sobre el mismo tema.

El primero pertenece a James Mc Carthy, presidente de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS en su sigla en inglés), quien envía un mensaje al presidente Obama, a quien supone conciente y dispuesto a actuar en el problema del cambio climático, advirtiéndole que dispone de "cuatro años para salvar el planeta" y que si no lo hace habrá "serios problemas" Agrega que Estados Unidos, hasta ahora el mayor verdugo de la naturaleza, tiene por ello y por su desarrollo tecnológico, una gran responsabilidad en un cambio radical de la política aplicada por sus antecesores.

La segunda "luz roja" la encendió dos días después, Chris Field presidente del grupo de trabajo en Naciones Unidas, del Panel Internacional para el Cambio Climático (IPCC), que en el Simposio convocado por la AAAS, que tenía lugar en esos días en Chicago, corregía los pronósticos formulados en el 2007, menos de dos años atrás, por el Panel, por considerarlos demasiado optimistas. "Nuestras observaciones muestran que la contaminación de gases que producen el efecto invernadero se aceleran mucho más rápido de lo que habíamos creído" manifiesta Field. Y alude al acelerado crecimiento económico de China e India como las principales causas del fenómeno.

En la crónica sobre este problema, a propósito de la catástrofe de Australia , se apuntaba a una somera evaluación de la respuesta dada por los diferentes gobiernos y las élites económico-financieras que representan el verdadero poder detrás de aquellos, al problema del cambio climático. Se señalaba las imnumerables Cumbres plagadas de discursos y propuestas no vinculantes nunca cumplidas.

No existen dudas que la misma mafia que provocó la crisis financiera, rápidamente trasmitida a la economía real y previsiblemente a una crisis social global, de la que ya hay indicios, es la misma que desoyó, rechazó y condenó las reiteradas advertencias sobre la catástrofe. Mercado o muerte y/o Ganancia o muerte fueron las grandes consignas, que explícitas o no, pautaron, con el invalorable aporte del poder mediático, el modelo que se ha desmoronado.

La crisis global, que se profundiza cada día con el imparable aluvión de trabajadores que pierden su trabajo, hace prever que la anunciada como decisiva, Cumbre de Copenague, se convertirá una vez más en un foro deliberativo, sin medidas concretas ya que la división entre los países, lejos de limarse para constituir un frente común, se ha ahondado. No solamente entre el Norte rico y contaminador y el Sur que lucha por salir de la pobreza, sino aun entre los paises de la llamada Unión Europea.

Esta vez será la recuperación del trabajo para los millones de parados, el pretexto para debilitar medidas efectivas de freno o disminución del deterioro En vez de aplicarse a resolver el problema del paro, nada simple en las condiciones actuales , poniendo las bases de nuevos modelos de desarrollo sostenible, la idea predominante, es de corto plazo.

Las medidas que se instrumentan, en Cumbres con algún líder borracho, para volver a insuflar vida al "modelo"- restituir la perdida capacidad adquisitiva de los consumidores, para volver al consumismo depredador y alienante, controlar que las mafias no se roben otra vez el dinero destinado a la "recuperación"- apenas tienen en cuenta, aunque se le alude permanentemente, la salud del planeta.. La actual crisis de la industria automovilística es un claro ejemplo. El desarrollo tradicional de esta industria no tiene destino. La caída en picada de las ventas de automóviles en todo el mundo, no se revertirá.

Y lo que quede de la nueva industria que sustituya a la actual, tendrá necesariamente dimensiones significativamente menores . Porque no es solamente por falta de dinero que la gente ha dejado de comprar automóviles. Sino porque tiene más desarrollado el instinto de conservación que sus "líderes" y no los comprará. Y la solución para millones de parados que esta y otras industrias producen cada día, tendrá que buscarse al margen de este sistema depredador.

 



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