inicio | opinión | notas | cartelera | miscelanea sueca | suplementos | enlaces 13-Febrero-2009

La catástrofe está a nuestras puertas

 
Por Cándido
La tragedia de Australia es, después del tsunami, ocurrido en la costa asiática en el año 2004, la catástrofe más grave de los últimos decenios y la evidencia irrefutable de que los daños causados por el hombre y el modelo de desarrollo aplicado por éste, nos acercan cada vez más a situaciones de desastres incontrolables.
Porque no se trata de un hecho aislado. Y aunque hay testimonios de que fenómenos similares han ocurrido en épocas anteriores, la frecuencia , virulencia y amplitud con que estos se producen, justifican algunos pronósticos sombríos. Porque no se trata de Australia solamente.

Simultáneamente, huracanes, inundaciones, sequías, terremotos, deshielos, nevadas intensas, súbitos cambios climáticos que paralizan grandes ciudades, colapsan el tráfico aéreo y terrestre, son pan de cada día. Con saldo de víctimas mortales, afortunadamente escasos todavía, pero con graves perjuicios económicos para miles de personas que ven sus viviendas y mobiliarios destruidos por las aguas de rios desbordados, con pérdida de cosechas, sembrados y otro tipo de insumos que afectan a la economía en general.

La historia de estas tragedias anunciadas, no cabe en una crónica periodística pero está bien documentada en libros, informes, conferencias internacionales, etc. La primera de estas auspiciada por Naciones Unidas, tuvo lugar en Estocolmo en 1972, es decir hace 37 años y desde entonces se han sucedido periódicamente eventos similares hasta llegar a la que dio origen al Protocolo de Kioto, que en diciembre de este año tendrá una nueva versión en Copenague. El denominador común que las caracterizó puede sintetizarse en "Nadas más que buenas intencciones. Nada en concreto" Y asi seguimos hasta ahora. Ya que es bien conocida la historia de las resistencias habidas por parte de los fundamentalistas del libre mercado, respaldadas y propagandeadas casi masivamente por los grandes medios de comunicación, a admitir la culpabilidad humana en el deterioro del ecosistema.

La sistemática negativa de Estados Unidos, causante del 25% de las emisiones contaminantes, dudoso honor que ahora comparte con otros gigantes emergentes , a reconocer dichas causas, fueron esgrimidas por Institutos y "científicos" financiados por las industrias directamente responsables de la mayor contaminación y no fue difícil poner sus argumentos en boca de George W Bush que las sintetizó en la " defensa de nuestro estilo de vida"!

Por supuesto los periodistas al servicio del sistema, fueron sumisos portavoces de las campañas cuestionando las conclusiones del Panel para el Cambio Climático de Naciones Unidas, que los porfiados hechos han confirmado cada vez más.. Los defensores del medioambiente fueron catalogados como "terroristas", "apocalípticos", "fanáticos". " Algunos pioneros como el brasileño Chico Méndez, pagaron con su vida la defensa de los bosques de la Amazonia. Y aunque no lo confiesen los neocon de distinto pelo siguen aferrados a sus "convicciones".

No es casual que los medios se hayan hecho eco de las afirmaciones del primer ministro australiano Kevin Rudd, que atribuye la tragedia a la mano criminal de algunos pirómanos. Claro intento de subestimar el calentamiento global como causa y al mismo tiempo cubrirse en salud por responsabilidades propias que le reprochan los sobrevivientes, al no haber informado a la población, sobre el alto riesgo de los incendios, evidente con sostenidas temperaturas superiores a los 40 grados. Talvez también fueron también "pirómanos" los causantes de las devastadoras inundaciones que simultáneamente asolan el norte del país. Para colmo esta situación global se procesa al mismo tiempo que el planeta está sumido en la crisis más grave de la historia del capitalismo.

Causada como es sabido, por los mismos que sistemáticamente se han negado a aceptar que el modelo depredador aplicado por ellos es incompatible con la vida. Y, lamentablemente, no solo la de ellos. Pero esta es otra historia.


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