escribe Cándido
La indignación y condena mundial por la barbarie perpetrada por el gobierno de Israel -con el apoyo mayoritario, no unánime, merece destacarse, de su población- ha encendido el debate en torno a la eventualidad, alimentada por algunos pocos episodios concretos, de un resurgimiento del antisemitismo. Y como suele ocurrir en estos casos, en los que pasión y razón están muy consustanciados, la tendencia a "entreverar los naipes" aflora fácilmente. No siempre con buenas intenciones. Como cuando se antepone el calificativo de "anti" a críticas, condenas o repudio, que pueden tener matices discutibles pero que están respaldadas por hechos innegables"..

En tal caso se practica lisa y llanamente terrorismo verbal. Los antimperialistas lo hemos "padecido" desde siempre por las críticas a los crímenes de Estados Unidos en distintas partes del mundo. Crímenes que han sido documentados , denunciados por escritores, cineastas y periodistas del propio imperio agresor , lo que los hace más dignos , y finalmente, reconocidos por propias fuentes oficiales, con la desclasificación de documentos largo tiempo secretos. Creo resulta innecesario una enumeración de esos crímenes que jalonan la historia del imperio y que todos conocen, porque la tragedia de las víctimas está presente cada día, en los muertos, en la destrucción del país, en los millones de exiliados internos e externos, con sus vidas destruidas. Hablo como, es obvio, de Irak con la esperanza de que, visto los resultados de la aventura, no vuelva a ocurrir. No obstante ello, los columnistas-terroristas de los grandes medios controlados por el sistema, persisten en llamarnos, mintiendo a sabiendas "antiamericanos".

También hemos sido llamados "antieuropeos" todos los que defendemos una Europa social y auténticamente democrática, antes que la Europa de las transnacionales, de la ausencia de una política común en torno a los grandes y graves problemas de estos tiempos, salpicada de escándalos de corrupción, nepotismo, de una burocracia privilegiada respecto a la mayoría de los ciudadanos europeos que son quienes, en definitiva financian esa montruosa burocracia. El "anti" ha resurgido a propósito de otro crimen contra la humanidad como es el genocidio de Gaza, más allá de la diferencia en las cifras entre Gaza e Irak. Que es una suerte de culminación de un largo proceso de sistemático incumplimiento de expresas disposiciones de Naciones Unidas, que tiene que ver con los límites de los dos previstos Estados, judío y palestino, con la ocupación ilegal de tierras por parte de Israel, con los asentamientos en tierras palestinas, y con la aplicación sistemática de
un terror silencioso que se ejerce sobre los habitantes de las tierras ocupadas. Hay documentales, que casi nunca se exhiben en las cadenas de televisión, y cuando lo hacen es a horas en que muy pocos pueden verlos, que duelen e indignan por su crueldad. Todo lo cual suscita espontáneamemente en cualquier persona normal un sentimiento antiisraelí. Que ello sea aprovechado por los racistas para levantar la odiosa pancarta del antisemitismo, debe ser condenado con el mismo énfasis que la discriminación que sufren los musulmanes por el solo hecho de serlo, en la vida cotidiana de cualquier ciudad occidental.

Toda minoría que ha sufrido persecución o simple desprecio por su extracción étnica, lleva una carga extra de susceptibilidad, comprensible. Y la posibilidad de sentirse "agredido" por su "diferencia" estará siempre latente. No solamente para los judíos. "Moros", "negros", "rusos" "amarillos", "sudacas" o "gallegos " han sido calificativos peyorativos aplicados a una comunidad por simple menosprecio o por actitudes antisociales de algunos individuos de esos grupos.Pero no es este el caso. La soberbia y desprecio de los líderes judíos a toda critica dirigida a la masacre de Gaza, que continua hasta el día de hoy bajo otras formas igualmente crueles como el impedimento a que lleguen medicinas y alimentos a los necesitados de Gaza explica la reacción del representante de Turquia, Erdogan ante el israelí Simón Perez en el reciente e intrascendente Foro de Davos, o la de algunas personalidades de diversos países que se han abstenido de participar en los actos conmemorativos del Holocausto.Y lo que es peor para Israel, explica el repudio universal y /o la toma de distancia de incluso aquellos que siempre han tenido simpatías hacia el pueblo judío. Quienes condenan y exigen que los responsables de estos crímenes sean juzgados con todas las garantías por un tribunal internacional,no abrigan ningún sentimientos antijudío y rinden homenaje a los pacifistas, escritores, ciudadanos y personalidades judías, que han tenido la honradez y la valentía de condenar los hechos de referencia.