Ricardo Daher. Después de una semana de protestas, el primero ministro conservador, Geir Haarde, anunció la convocatoria a elecciones anticipadas para el 9 de mayo (el mandato debía concluir en 2011), y su renuncia a la presidencia del Partido de la Independencia. Este lunes renunció también todo el gabinete.
El primer ministro había rechazado la demanda de nuevas elecciones desde que en octubre se desató la crisis financiera que llevó el país a la bancarrota. Ahora, anunció también su abandono a la dirección de su partido, explicando que padece un cáncer del que será operado el próximo mes.
El anuncio de la convocatoria a nuevas elecciones fue bien recibido por los casi 3 mil manifestantes concentrados frente al parlamento, aunque la mayoria considera que no alcanza con la formación de un nuevo gobierno, y reclaman una cambio radical a las políticas emprendidas hasta ahora.
"Esta es la primera buena noticia en mucho tiempo. Los que estamos protestando hemos reclamado nuevas elecciones. Este gobierno ha sido muy malo para comunicar qué se está haciendo para enfrentar la crisis" comentó uno de los manifestantes a la prensa. Otros en cambios, si bien consideran el anuncio como una pequeña victoria, anuncian que seguirán manifestando en reclamo de una renuncia inmediata de todo el gobiernoy la constitución de un gobierno provisional hasta las elecciones. "Iremos a protestar frente al Partido de la Independencia, ellos siguen aún en el poder", declararon.
Para la población total de Islandia (300 mil habitantes) una concentración de 3.000 como la lograda el jueves en la noche, representa un acto de casi medio millón, por ejemplo, en España.
Las actuales autoridades fueron justamente las que iniciaron las privatizaciones en los 90 y promovieron lo que consideran una política "agresiva y audaz" de inversiones, acorden decían, "con las raíces vikingas".
El arquitecto de las privatizaciones, David Oddsson, es el actual jefe del Banco Central.
El primer ministro Geir Haarde del derchista Partido de la Independencia, se graduó en Estados Unidos y fue ministro de Hacienda desde abril de 1998 a septiembre de 2005, en el período de auge de la burbuja financiera.
Ahora la desocupación crece, la moneda -corona islandesa- se ha devaluado más de un 60 por ciento en un año, y es imposible obtener divisas extranjeras.
Pese a que el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial aprobaron un préstamo de 2.250 millones de dólares, las autoridades admiten que el país se verá afectado por la recesión y una alta tasa de desocupación.
Las protestas se venían sucediendo cada sábado desde octubre, pero se conviertieron en diarias el pasado sábado. Este jueves se produjeron choques entre los manifestantes y la policía que usó gases lacrimógenos para desplazar a los que arrojaron piedras y huevos contra las autoridades, destruyendo algunas ventanas del edificio.
Las protestas han sido organizadas por el movimiento Voces del Pueblo. "Como ciudadanos de este país queremos manifestar nuestros sentimientos contra las autoridades que actúan como si no existiéramos" comentó a la prensa Hördur Torfason, dirigente del movimiento.
Este jueves se dió a conocer además una encuesta en la que el 76 por ciento de la población rechazaba al gobierno.
El Partido Socialdemócrata, aliado a la derecha en el gobierno, debatía romper con la coalición, y la encuesta revelaba una pérdida de 10 puntos de apoyo, quedando sólo con un 16,7 por ciento de respaldo de los votantes.
La oposición formada por los Verdes y la Izquierda podría asumir el nuevo gobierno, según la misma encuesta.
El origen
A mediados de los 90, el gobierno islandés se subió a la tendencia neoliberal y decidió privatizar los bancos existentes, hasta ese momento eran todos estatales. La única condición fue que los compradores debían ser capitales nacionales.
Los nuevos banqueros comenzaron a comprar empresas, hipotecarlas después para obtener préstamos en el exterior. Al poco tiempo estaban inviertiendo en el exterior hasta los fondos de pensión depositados en sus bancos en una espiral de hipotecas y nuevos préstamos. Al poco tiempo, en los papeles, Islandia tenía el producto nacional bruto por habitante, un 50% más alto que el de Estados Unidos.
Los capitales islandeses tenían inversiones en empresas de Gran Bretaña que empleaban a 100.000 personas, un tercio de toda la población islandesa. La isla nórdica de los geiser era un gigante económico.
La isla parecía ser el modelo existoso del neoliberalismo. Hasta octubre del pasado año.
La crisis financiera en Estados Unidos esfumó los fondos islandeses. Islandia pasó al ser el primer país en bancarrota.
A principios del 2008, un informe de Naciones Unidas identificó a Islandia como el mejor lugar del mundo para vivir. Otro estudio de 2006 sostenía que los islandeses eran la gente más feliz de la tierra. Para reforzar esa imagen, los banqueros realizaban grandes fiestas en los bares de la capital donde consumían champagne a 1.000 euros la botella. Sus compatriotas observaban y brindaban de lejos con cerveza.
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