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Nuevas revelaciones sobre la entrega |
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Escribe Cándido. Uno de los casos más bochornosos de atropello a los derechos humanos, la entrega compulsiva por parte del gobierno socialdemócrata de Göran Persson, en diciembre del 2001, de dos ciudadanos egipcios sospechosos de actividades terroristas, a agentes de la CIA en un aeropuerto de Estocolmo, ha cobrado estos días renovada actualidad.Se trata de una sórdida historia de atropello a derechos individuales y humanos y de sumisión a la extorsión de una gran potencia, Estados Unidos en este caso, que ningún gobierno de un Estado de derecho que se precie de serlo, puede cometer impunemente. El asunto trascendió las fronteras de Suecia, gracias a la intervención de organizaciones defensoras de los derechos humanos, tuvo amplia repercusión mediática exterior y deterioró una vez más la imagen internacional de democracia ejemplar que el país (Suecia) tenía. (Y causó la misma sorpresa que una foto que había recorrido el mundo unos meses antes, obtenida en la ciudad de Gotemburgo en ocasión de la clausura de la presidencia de turno de Suecia en la Unión Europea, a la que asistía el expresidente Bush, que mostraba a un policía disparar fríamente y herír de extrema gravedad a un estudiante que huía tras haberle arrojado una pesada piedra que acabó su recorrido a varios metros de distancia del objetivo). . La periodista Eva Franchel, que fuera amiga personal y secretaria de prensa de la extinta Anna Lindh, entonces ministra de Exteriores, acaba de publicar un libro, Väninnan, Rapport från Rosenbad, en el que sugiere que Persson derivó hacia la ministra la responsabilidad de la expulsión. Y que tanto el primer ministro, como el ministro de Justicia, Thomas Bodström, no dijeron la verdad cuando debieron comparecer ante la Comision de Exteriores (UK) del Parlamento. Cuando ya se había producido el atentado, cometido por un enfermo mental, que acabó con la vida de la ministra, en un comercio céntrico de Estocolmo. Un recuento somero de los hechos indica que la Administración Bush exigió al gobierno de Persson la entrega de los dos sospechosos, bajo la acusación de terroristas . Entre las revelaciones del libro de Eva Franchel, se afirma que, según documentos a los que tuvo acceso en su condición de secretaria de Lindh, Estados Unidos amenazó con sanciones económicas contra Suecia y la UE , si no se accedía a su exigencia, lo que habría sido decisivo en la decisión del gobierno sueco. Agentes de la policia de seguridad de Suecia (SÄPO) detuvieron, cabría decir secuestraron, y trasladaron a los sospechosos al aeropuerto de Bromma en la ciudad de Estocolmo y entregados a un avión extranjero donde los agentes de la CIA le aplicaron de inmediato sus métodos habituales. El gobierno sueco argumentó que su homólogo egipcio le había dado garantías de respetar la integridad física de los detenidos, lo que había determinado la decisión de la entrega. En Egipto los sospechosos recibieron otras dosis de "apremios" varios y estuvieron un año prisioneros sin juicio. Finalmente fueron liberados y el año pasado el gobierno sueco debió pagar una indemnización de 3 millones de coronas a cada uno. Ahora los involucrados deberán comparecer nuevamente ante la Comisión de Exteriores de Parlamento. El episodio, someramente descrito, no necesita comentarios. Pero está claro que no afecta solo a los protagonistas del caso, sino a un sistema que se permite juzgar a otros gobiernos y discernir certificados de democracia, sin tener autoridad moral para ello. |
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