inicio | opinión | notas | cartelera | miscelanea sueca | suplementos | enlaces 09-Enero-2009

Libro premiado en Casa de las Américas
Corcuera a bordo del arca

 
Por Juan Cameron. Bajo el sello del Fondo de Cultura Económica, filial Perú, se reeditó hacia finales del 2007 A bordo del Arca, conjunto de poemas del artista limeño Arturo Corcuera, uno de los más destacados integrantes de la generación universitaria de los 60 e importante referente de las letras del continente en la actualidad. La citada obra fue distinguida con el Premio de la Casa de las Américas, en La Habana para el año 2006.
Corcuera obtuvo el preciado galardón con su poemario A bordo del arca por "el alto grado de fabulación, la riqueza de las metáforas, la profundidad y el humor con que fueron asumidas y la búsqueda de un lenguaje lírico original (que) hacen de A bordo del Arca una obra significativa de la poesía hispanoamericana contemporánea". El jurado estuvo integrado por el venezolano Douglas Bohórquez, el argentino Horacio Salas, el colombiano Nicolás Suescún, la mexicana Natalia Toledo y la cubana Georgina Herrera.
Horacio Salas reconoce en el prólogo de esta edición una poesía de carácter autobiográfico, una suerte de poética totalizadora de la experiencia en un libro que "constituye un agradecido balance a los años transcurridos y a su presente poético, permitiéndole encarar una obra que aparenta seguir en construcción por mucho tiempo, un edificio sin fisuras ni caídas" pág 9).


Leer a Corcuera es un paseo por los más hilarantes y profundos recursos de la poesía contemporánea. Ese placer de la escritura, ese repetir en voz alta los sonidos de las palabras para combinarlas con otras -y con sus efectos- lo transmite de inmediato a su lector y, más que nada, al exigente lector que busca en la poesía la más clara transmisión de significados a través de los vasos comunicantes (o versos comunicantes de acuerdo al logrado título del mexicano José Ángel Leyva) para enriquecerse y, más que nada, para disfrutar e interpretar el mundo.


Sin lugar a dudas el poeta peruano destila experiencia y oficio en el lenguaje; sus trucos son múltiples y variados. El gozoso efecto producido por el préstamo de versos ya clásicos para nuestro oído es uno de ellos. Lo habíamos descubierto con singular alegría en poemas de Jorge Alejandro Boccanera y de Antonio Cisneros, por nombrar alguno de los mayores de la generación. Este recurso es multiplicador; a la carga emotiva del poema referido agrega el de esta nueva anécdota donde, sirviendo como puente, facilita y engrandece el vínculo significativo: "¡Ya viene el cortejo! ¡Ya viene el cortejo! Ya se oyen los claros clarines de mis patas de gallo, a las que recomiendo no adelantarse a cantar victoria!" (pág. 13, Mi antiguo y nuevo testamento). O la reiterada cita de Becquer, también, como símil de lo ido e irremediablemente perdido, en el título El shamizén del salón en el ángulo oscuro (pág. 52) y en los acertados versos finales de Un solo de máquina de escribir (pág. 68): "Están frente a mí los carretes de cinta que ya no tiñen mis manos ni mis sueños/ Del salón en el ángulo oscuro yacen mi rodillo secreto, mi cigarra incomprendida, mi arpa olvidada". Esta operación lingüística permite -tal como sostiene Juan Manuel Roca en El fabricante de espejos, agregar más nostalgia a la nostalgia, más dolor al dolor; y sin perder la compostura, de acuerdo a las exigencias que la estética impone al artista. Así, de tal modo puede sacar de su chistera a un Armando Manzaneros o a ese Vallejo de Idilio muerto, no importa; el efecto debe ser el mismo: "dispuesta a abrir sus represas sobre Lima, la dorada Lima donde no llueve y esta tarde me quita las ganas de vivir" (pág. 75).


Y no sólo de poesía se nutre el poeta. Elementos de la avasalladora actualidad cultural, así la referencia al humorista chileno Coco Legrand (pág. 25), o lo cultural histórico local (la revista Ecran, en pág. 34) o los avisos y carteles publicitarios aparecidos entre sus versos, resaltan la intensidad del entorno que lo determina tanto en lo social, como sujeto peruano o miembro de la tribu del lenguaje, cuanto en cuestiones de la más íntima significación. Un ejemplo de ello es la referencia al videísta Javier Corcuera, su hijo, autor de un magnífico reportaje al ocupado Bagdad entre otras reconocidas producciones.


El oficio de poeta no es ajeno a sus motivos. A menudo vuelve al motivo el ejercicio de la escritura y sus problemas, en Fábula por ejemplo, y este mismo A bordo del Arca se presenta al lector como una revisión del camino: "No quiere decir que llegué al fin de la travesía (...) Este libro reverdeció de canas mi cabeza (...) Doy por terminado Noé delirante a los cincuenta y tantos (tontos) años de mi edad" (nótese aquí la doble significación de "reverdeció": rejuvenecimiento y la de nuevamente "sacar canas verdes"). El título del presente poemario, entonces, apunta a su primer libro, Noé delirante, como un paso más en la tarea y no la de un recuento final. Se trata de un simple ajuste de cuentas. Pero no todos los tripulantes del Arca ahora lo acompañan.


En efecto, Corcuera finaliza su trabajo con una serie de retratos para significar su pasado y el de los suyos. Primera instancia fotográfica de la familia habla amorosamente de sus padres y hermanos y en Casa de fantasmas intenta reconstruir ese pasado. El texto final, Bitácora del Arca, habrá de registrar a aquellos que ya desembarcaron -Zitarrosa, Arguedas, Sologuren, Luis Hernández, Enrique Lihn y toda la amorosa galería- sus "huéspedes míos mis poetas muertos, agarrotados, raídos, crispados sólo de pensar que Átropos pudiera cortarles el hilo de la muerte y Cloto tejerles otra vez la hebra de la vida".

Arturo Corcuera Osores nació en Salaberry, Trujillo, el 30 de septiembre de 1935. Ha publicado Noé delirante ((1963), Primavera triunfante (1964), Las Sirenas y las estaciones (1976), Poesía de clase (1968), La Gran jugada o crónica deportiva que trata de Teófilo Cubillas y el Alianza Lima (1979), Puente de los suspiros (1982), Corea Monte de diamante (1984), Los amantes (1978) Prosa de juglar (1992), Canto y gemido de la Tierra (1998), Puerto de la memoria (2001), Sonetos del viejo amador (2001), Parajuegos (2002), El bazar de los letreros (2004) y A bordo del Arca (2006 y 2007). En la actualidad reside en un lugar cercano a Lima.



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