Por Juan Cameron. Con una escritura más cercana a lo cotidiano que al mero discurso literatoso, Luis Felipe Comendador -por lo vital y sanguíneo- conforma un puente entre la mejor poesía de los Cincuenta en España y la actual lírica americana. Así se desprende de su recopilación Vuelta a la nada (Poesía reunida), del año 2002.
La poesía de Comendador -que se recomienda- tiene visos nadaístas a pesar de la distancia geográfica e histórica con los magníficos colegas colombianos. La observación aguda del medio, la burla como elemento político, el desarrollo de los sentidos y de los placeres del cuerpo como instrumentos para alcanzar el Nirvana, y sin olvidar el buen resguardo de la ternura, son caracteres bien desarrollados en esta vuelta a la nada propuesta por el poeta bejariano y salmantino. Pero si a la nada nos referimos, no debemos confundirla con la natación. Como ocurrió con cierta joven periodista que preguntara a Jotamario Arbeláez: "¿Y Ud., maestro, ya no nada?", a lo que el vate colombiano se apresuró en responder: "Mire, señorita, yo todavía todo".
Frente a gran parte de una poesía española actual recargada de buenas intenciones y carente de sangre, la poesía de Comendador vuelve la mirada del lector hacia la mejor tradición continuadora de la poesía del 27: Claudio Rodríguez, José Hierro y Ángel González; y en aquellas voces se sintoniza.
Béjar, su lugar natal, es la más sureña de las ciudades del Reino de León, según reza la historia. En ese pueblo montañoso cercano a Portugal y en el límite con Extremadura, y que al ojo desconocido podría parecer un pueblo vascuesce, se alzó la primera plaza de toros y es famosa por su encierro anual. Vecina a ella se encuentra el poblado de Candelario, un centro turístico invernal de antigua data enclavado en la montaña. Con orgullo el poeta muestra estos lugares a los visitantes tras el encuentro de poesía iberoamericana celebrado en Salamanca, en octubre pasado.
Acceder a la poesía de Comendador es tarea difícil; la distribución entre los países de la lengua prácticamente no existe. Por ello, contar con Vuelta a la nada, su poesía reunida, permite al menos una visión parcial y un buen retrato de su poética hasta finales del año 2002. La obra, de más de medio millar de páginas y editada bajo el sello de El árbol espiral, fue compilada por José Luis Morante, quien incluye un estudio general y un buen fichaje de este nuevo creador bejariano.
Desde la primera página el texto cautiva al lector. Acierta al comenzar la recopilación con Consejos para un poeta joven, texto en el que mezcla experiencia, humor e ironía, con esa facilidad para reírse de sí mismo de que gozan sólo unos pocos elegidos: "No escribir en los bares./ No escribir nunca a máquina./ No escribir./ No beber bourbon malo/ ni ginebra sin marca conocida. (...) No creerse ese dios/ que nunca fuiste/ ni serás de seguro./ No escribir de la Virgen,/ como hacen algunos poetas/ que conozco".
Su buen oído le permite desarrollarse desde un arte menor hacia el heptasílabo y el endecasílabo, para dominar a su amaño el alejandrino en No es eso, un larguísimo poema de setecientos versos donde revisa, una vez más, nuestra desconsolada imagen en esta tierra producto de los nefastos regímenes socio económicos a que nos hemos visto sometidos en una supuesta democracia de papel.
Mas no sólo de aquellas claves se nutre su poesía. Sesentaiochista por herencia y ochentista por condena, el tema de la generación -de la perdida, por supuesto- le permite retratar la magnífica derrota nuestra: "Sólo queríamos ser/ como aquellos fulanos/ de American Graffiti (...) una mirada Dean/ unos buenos tejanos (...) ser como aquellos chicos/ que tanto odiaban/ Ginsberg, Keruak,/ Ferlinghetti". Su poesía descarnada se acerca más bien a la antipoesía, al reclamo del hombre común hecho con términos en uso y bajo un fuerte amarre semántico.
Es fácil encontrarse en los lugares caros para el discurso de Comendador. Los poetas beben de la misma fuente del lobo y por similares vasos comunicantes. Nietzsche, Sylvia Plath, Maiakovski, Walter Benjamin son más que personajes, modelos que se han de repetir a uno y otro lado del charco. De allí su magnífico Travelling: "Todos los hombres soy yo/ y de ello me valgo.// Suenan a árbol caído las palabras que escribo,/ a simple eco..." Y el más azul de los caminos, como motivo y significación, pesa fuerte también entre sus líneas.
Paraíso del suicida, su noveno poemario da cuenta en este punto. Gérard de Nerval, José Asunción Silva y Geor Trakl indican el camino de la auto destrucción. La interpretación del último minuto construye el libro como un diario de muerte, a la manera de Enrique Lihn. Para Attila József, "alguien muere por mí en este mismo instante" Y Cesare Pavese sostiene que "ya no da para más/ este envase de vísceras". Pero no es mera versificación o búsqueda necrológica. En este cuerpo el desafío a lo establecido se presenta a través de la negación y de la marginación, señales de la derrota también; y del cansancio. Después de todo se trata nada más que de un "resto al fin/ de lo que era latido / y también muerte".
Luis Felipe Comendador nació en Béjar, Salamanca, España, en 1957. En su obra pòética figuran los títulos Versos Giróvagos (1993), Notario de las horas (1995), En fin... ya veis, amigos (1995), Sentado en un bar (1995), Un suicidio menor (1996), Sesión continua (1996), Banda sonora (1997), Bear(d) between thighs (1999), Paraísos del suicida (2001), Travelling (2002), Vuelta a la nada (Poesía reunida) (2002), Personajes en busca de lector (2002), El amante discreto de Lauren Bacall (2003), Formol con Havana 7 (2003), Con la muerte en los talones (2004), Canto de boda (2004), Aráñame (aforismos, 2005), Tour de France (2005), Esa intensa luz que no se ve (2007) y No pasa nada si a mi no me pasa nada (aforismos, 2008). Ha obtenido los siguientes premios: Nacional Gabriel Celaya (Sesión continua), Internacional Tardor (Paraísos del suicida), Ciudad de Beni-Gazló (Banda sonora), COVIBAR de Literatura Epistolar, Nacional Rafael Morales (Travelling), accésit del Internacional Rafael Alberti (El amante discreto de Lauren Bacall), finalista al Nacional de Poesía del Ministerio de Cultura 2003 (Travelling) y Ciudad de Mérida 2005 (El gato sólo quería a Harry).
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