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Tailandia:
La rebelión de los ricos

 
Ernesto Tamara. El Tribunal Constitucional declaró ilegal al partido del primer ministro y decretó su inhabilitación para cualquier cargo político por 5 años, de esa manera se plegó a los reclamos de los manifestantes pro monárquicos.


La ocupación del aeropuerto internacional de Bangkok por manifestantes de la Alianza del Pueblo para la Democracia (APD) es seguida con atención por todos los medios de comunicación y dan la impresión de que el país está al borde del caos.


Las movilizaciones de algunos miles de manifestantes con sus remeras amarillas, sólo en la capital del país, tienen el efecto de recordar las denominadas revoluciones "naranja", "terciopelo" y de otros colores que tan sabiamente han sabido difundirse en los viejos países del ex bloque soviético.


Más de 100.000 turistas extranjeros están atrapados en el país sin poder retornar a sus hogares, y decenas de gobiernos han solicitado a las autoridades tailandesas la apertura del aeropuerto internacional.
El pasado sábado Estados Unidos y después los embajadores europeos en Bangkok pidieron la evacuación "pacífica y sin tardanza" de los aeropuertos. El primer ministro Somchai Wongsawat ordenó a la policía actuar en ese sentido, pero las autoridades policiales y militares decidieron ignorar la orden del jefe del gobierno.
Al mismo tiempo, el fundador de la PAD, Sondhi Limthongkul, pidió a sus partidarios que sigan con sus bloqueos y declaró estar "dispuesto a morir en nombre de este combate por la dignidad" ante una cadena de televisión de su propiedad.


Según la policía, 3.000 manifestantes se encuentran en el aeropuerto internacional, otros 1.000 en el de Don Mueang -usado para vuelos domésticos- y 700 más en la sede del gobierno en Bangkok, ocupada desde el 26 de agosto.


Aparte de estos tres lugares, concentrados en la capital, y que monopolizan las imágenes de los canales de televisión y la prensa, no existen otras movilizaciones. Sin embargo, casi todos los analistas políticos preven un golpe de Estado, o la renuncia del primer ministro "cercado" por las movilizaciones.

¿Democrático?
La consigna de lucha contra la corrupción de los manifestantes despierta simpatía, aunque está lejos de revelar los verdaderos objetivos de los opositores al primer ministro Somchai Wongsawat.
La Alianza del Pueblo para la Democracia (APD) fue fundada en 2005 por el magnate y dueño de medios de comunicación, Sondhi Limthongkul después que se enfrentara a su antiguo amigo y ex primer ministro Thaksin Shinawatra.


Shinawatra, un ex policía devenido en millonario y dueño de medios de comunicación, ganó las elecciones en 2001 encabezando el Partido del Poder del Pueblo (PPP), y con un programa populista. Además de beneficiar sus negocios particulares, Shinawatra implementó un programa de créditos a los campesinos y creó un sistema de sanidad pública. Las capas más pobres del país respaldaron a un gobierno que cometía actos de corrupción pero que al menos le concedía algunas migajas.


Durante su mandato fue acusado de corrupción, por la venta de empresas y terrenos públicos a empresas de su propiedad o de sus testaferros, y acusado de "ofender" a la monarquía. En septiembre de 2006, mientras se encontraba en la sede de las Naciones Unidas para dar un discurso ante la Asamblea General, fue derrocado por un golpe de Estado, y los militares anunciaron elecciones para octubre de 2007.
Shinawatra se refugió entonces en Londres -donde había comprado el equipo de fútbol Manchester City-.
En esas elecciones, volvió a triunfar el partido de Shinawatra, y Samak Sundaravej fue designado primer ministro. Nu duró mucho en el poder. En septiembre de este año fue destituído al comprobarse que recibía dinero por presentar un programa de cocina en televisión.


En su lugar el parlamento designó como primer ministro a Somchai Wongsawat, diputado del PPP y cuñado de Shinawatra. La oposición de la APD anunció que boicotearía todo gobierno de cualquier partidario o allegado al destituido y exiliado primer ministro.


Desde entonces, Sondhi Limthongkul, líder de la APD mantiene en jaque al gobierno tailandés.
Para evitar la corrupción y el "populismo", el líder opositor presenta una receta similar a los órganos de poder del Duce italiano Benito Mussolini y de algunas dictaduras latinoamericanas.
Sondhi Limthongkul ha propuesto que en adelante, sólo un 30% de los asientos del parlamento sean elegidos por votación directa y que el restante 70% se complete con personas elegidas 'a dedo' por grupos profesionales, cooporaciones. También reivindica un papel más activo en las cuestiones del Estado para la monarquía y el ejército.


La Alianza del Pueblo para la Democracia se ha convertido en el reducto de los monárquicos y las clases privilegiadas y conservadoras del país, con un grupo de choque integrado por clases media de la capital.
Los límites de la APD han quedado en evidencia al no haber podido congregar a más de 10.000 manifestantes en los últimos meses de revuelta en una ciudad de siete millones de habitantes como Bangkok, sin llegar nunca a extender su movimiento más allá de la capital.


Sin embargo la relativa excasa capacidad movilizadora de la oposición conservadora recibe el beneficio de una exposición mediática constante y unas fuerzas armadas que la protege y que parecen dispuestas a volver a interrumpir el débil proceso democrático cada vez que se le exija.



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