inicio | opinión | notas | cartelera | miscelanea sueca | suplementos | enlaces 31-Oct-2008

Con el cambio de gobierno norteamericano se termina
la etapa de un mundo unipolar Relevo
en la Casa Blanca

 

Ernesto Tamara. Si se cumplen los pronósticos de la mayoría de las encuestas, este martes 4 de noviembre, el senador demócrata, Barack Obama, estará dando un paso histórico al convertirse en el primer presidente negro de los Estados Unidos, a 40 años del asesinato del líder de los derechos civiles, Martin Luther King.
La mayoría de las encuestas y analistas coinciden en que parece casi imposible que Barack Obama no gane las elecciones presidenciales del martes 4 de noviembre, aunque advierten que algún suceso inesperado, como un ataque terrorista, un atentado fatal contra el candidato demócrata o una guerra, podrían cambiar radicalmente la situación.


Del presidente George Bush se puede decir muchas cosas, menos que rechace las opciones más sucias. En esta semana, la policía detuvo a dos jóvenes neonazis que planeaban atentar contra Obama y otros líderes de la comunidad negra para provocar el caos. La policía no dió detalles de esos planes ni si estaban avanzados. El pasado domingo, después que las relaciones entre Siria y Estados Unidos e Israel parecían mejorar, helicópteros norteamericanos atacaron una aldea en Siria matando a 8 civiles, cuatro de ellos niños. El ataque fue considerado una agresión terrorista por el gobierno sirio.


Ahora sólo falta un comunicado de Osama Bin Laden, como el que ayudó a Bush a ganar la reelección en 2004.

Adiós Bush
Las elecciones presidenciales norteamericanas son seguidas con atención en todo el mundo por el papel de dominio que hasta ahora ha tenido la mayor potencia militar y económica, y en especial por la situación de crisis financiera, que ya amenaza con recesión en todo el mundo, a la que ha conducido la política económica neoliberal del presidente saliente, George W. Bush.


En 8 años de gobierno, el presidente Bush logró no sólo dilapidar un superávit fiscal que en el 2000, último año del gobierno de Bill Clinton, fue de 237.000 millones de dólares, para transformarlo en un déficit previsto para este año, de más de 400.000 millones, sin contar los recursos extras volcados a tapar la crisis de los bancos e instituciones financieras.


Además Bush ha tenido la pésima habilidad de llevar a su país a dos guerras (Afganiastán e Irak), que todavía continúan, ha logrado debilitar a organismos internacionales como las Naciones Unidas, ha desacreditado leyes y convenios internacionales, e impulsado una carrera armamentista y la inseguridad en el mundo.
La derecha extremista que aplaudió a Bush en gran parte de su mandato no estará ahora muy satisfecha. El mandatario le deja como herencia la peor crisis económica, política y militar de la historia. El prestigio de Estados Unidos por el piso, y para peor, la posibilidad de una persona de piel negra en la presidencia.
Más allá de las capacidades del candidato demócrata, un relevo partidario en la Casa Blanca, representará un cambio histórico que cerrará uno de los períodos más nefastos de Estados Unidos.


La enorme crisis militar, económica y de prestigio internacional a que Bush ha conducido a Estados Unidos, está abriendo paso, según diversos analistas internacionales, a la confección de un mundo multipolar, enterrando la supremacía que desde la caída del Muro de Berlín, había sostenido el imperio norteamericano.
Los líderes europeos, incómodos ante la nueva situación, debaten como salir de la crisis que los arrastra, sin la ayuda o participación de Estados Unidos. Las reuniones realizadas hasta ahora para impulsar medidas conjuntas, si bien han contado con la aceptación del presidente Bush, carecen de ideas de parte del gobierno instalado en Washington. El inquilino de la Casa Blanca parece más preocupado en hacer sus maletas que contribuir a aclarar la situación económica, y la pasividad norteamericana provoca más desconfianza en los mercados.


En este nuevo panorama internacional, bloques en Asia, con China e India, en Africa con Sudáfrica a la cabeza, y en América Latina con Unasur, quieren hacer oir sus voces y, ante todo, presentan modelos de desarrollo diferentes.


Quienes aceptan esta idea de que el mundo está dejando de ser unipolar, esperan que el próximo presidente de los Estados Unidos, aunque no lo admita, se muestre dispuesto a dialogar y no seguir imponiendo posiciones por la vía de los hechos, como ha sido la postura del actual presidente norteamericano.
No resulta extraño entonces que los líderes socialdemócratas europeos, que esperan comenzar a reconquistar terreno perdido tras la crisis que sacude el neoliberalismo, apuesten decididamente por el candidato demócrata, Barack Obama, a quien ven un poco más dispuesto al diálogo internacional.


En una reciente conferencia de prensa, el ex ministro de Suecia ante Naciones Unidas y ex ministro socialdemócrata, Pierre Schori, reveló una reunión realizada entre los principales asesores de política exterior de los candidatos a la presidencia norteamericana, y unos 150 analistas de diferentes fundaciones europeas, influyentes en los partidos que se rotan en el poder en el viejo continente.


Schori explicó que, sin revelar detalles, por los nombres de los asesores de ambos candidatos, estos centros de análisis -y poder- europeos, habían llegado a la conclusión de que la política exterior de MacCain iba a ser la misma del presidente Bush, en tanto que una posible administración de Obama se mostraría más abierta al diálogo.

Obama y América Latina : "zanahoria y garrote"
Sin embargo, Obama no parece muy dispuesto a cambiar demasiado en sus relaciones con América Latina, a la que, a juzgar por sus expresiones, la sigue considerando el patio trasero norteamericano. A mediados de julio, durante la 40 conferencia del Consejo Nacional de La Raza (NCLR), en el centro de convenciones de San Diego (California), Obama afirmó que si gana las elecciones, buscará un mayor acercamiento con América Latina, pero perseguirá una política de "zanahoria y garrote" para defender los intereses de EEUU en la región.
"Creo que hay posibilidades tanto para zanahorias como para garrote de forma que puedan fortalecer los intereses estadounidenses en la región", dijo Obama tras su intervención en un foro hispano.


En ese entonces anunció un viaje "muy pronto" por América Latina, pero que en los hechos nunca concretó.
A diferencia de McCain, adelantó su disposición a un diálogo con Cuba y dijo que era necesario flexibilizar los viajes y las remesas a la isla, para que los cubanoamericanos puedan ayudar a sus familias, aunque insistió en que "a meta siempre será la libertad del pueblo cubano".
En esa ocasión eludió como pudo referirse al tema de la inmigración.


En el pasado debate electoral, el 15 de octubre, ambos candidatos volvieron a ocuparse parcialmente de las relaciones con América Latina. MacCain, quien tiene como asesor para la región al ex funcionario del Departamento de Estado, Otto Reich, insistió en promocionar los tratados de libre comercio. Una expectativa que con la crisis económica no parece atractiva para los países de la región. México, el país con mayor comercio con Estados Unidos, es el más afectado por la crisis.


MacCain, quien dijo sentirse "más cerca" de América Latina respalda la construcción de más muro en la frontera con México para detener la inmigración.


Su asesor, Otto Reich, también destacó la necesidad de acuerdos comerciales. "Una solución potencial para las Américas es expandir el acceso al mercado estadounidense dándole un comercio libre, equitativo y justo".
En su habitual tono paternalista, Reich dijo que América Latina "simplemente, no ha sido capaz de encontrar la fórmula correcta de un desarrollo económico equitativo" para escapar de la pobreza.


También planteó amenazas al sostener que la región se pone a prueba al incluir países "al borde de ser estados fallidos", liderados por "demagogos" que sacan partido de esas condiciones. La misma retórico que utilizó cuando fue secretario de Estado adjunto para el Hemisferio Occidental en la actual admiistración.
En tanto el candidato Obama ha anunciado su intención de renegociar los tratados ya existentes.
Dan Restrepo, principal asesor de Obama para la región, dijo que el demócrata ha dejado bien sentado que "hay una necesidad real de llenar el vacío" creado por las políticas de la actual administración Bush.


Restrepo dijo que Obama "comprende que un comercio razonable con nuestros socios" en toda América Latina "es una parte importante de nuestra relación. No puede ser la única parte de nuestra relación, como lo ha sido bajo el presidente Bush y que John McCain promete continuar".


Respecto del acuerdo de libre comercio Estados Unidos-Colombia, dijo que Obama cree que el acuerdo no puede avanzar hasta que se logre progresar contra la violencia ejercida contra los trabajadores y los líderes cívicos colombianos, pero que sin embargo, continuará dando el apoyo de Estados Unidos a los avances de Colombia en cuestiones de seguridad.


En los últimos días, y ante la perspectiva de una recesión económica en Estados Unidos, los analistas estiman que América Latina no será una prioridad para ninguno de los candidatos por mucho tiempo.
Por el momento, "poner orden en nuestra economía es terriblemente importante para América Latina", aconsejó por su parte Peter Hakim, de InterAmerican Dialogue.


Otros en cambio consideran que la región ya está tomando iniciativas propias sin esperar un diálogo con Estados Unidos.


"El gobierno estadounidense es cada vez más marginal" en la política de la región, consideró Julia Sweig, del Consejo para Relaciones Exteriores.

La campaña electoral más cara de la historia
A juzgar por los pronósticos, el candidato demócrata, Barack Obama, será electo presidente de los Estados Unidos tras una campaña electoral considerada la más cara de la historia. 5.300 millones de dólares habrían gastados los dos partidos tradicionales en las campaña para la presidencia y el Congreso, según una estimación de la organización Centro para la Política Responsable.


La organización destacó que esta cantidad representa un aumento de 1.000 millones de dólares en relación a los gastos electorales de las elecciones de 2004. En esta ocasión, sólo las campañas de Obama y McCain, insumieron 2.400 millones de dólares.


Si el mundo votara en las elecciones norteamericanas, el candidato demócrata Barack Obama ganaría con soltura. En Estados Unidos, 16 encuestas le otorgan una ventaja de entre 6 y 16 puntos frente a su rival republicano, John McCain.


La fidelidad de McCain al presidente Bush, le está costando muchos votos. Casi el 70 por ciento de los norteamericanos desaprueba la gestión presidencial y considera que el país está mal encaminado.
La época del patriotismo envasado con el miedo por los ataques terroristas parece haber culminado. La insistencia de McCain de presentarse como el hombre que le daría seguridad al país y que mantendría mano firme en los conflictos en que Estados Unidos está involucrado, no despierta las mismas pasiones positivas que cuando Bush se lanzó a las guerras de Afganistán e Irak y en su cruzada de "guerra contra el terrorismo".
La política económico liberal y la continuidad de las dos guerras anunciadas como ganadas por Bush en febrero de 2002 y mayo de 2003, continúan provocando víctimas.


El déficil fiscal y los recursos volcados a salvar a los bancos, parecen afectar la salida recurrente a la crisis, es decir inversiones en la industria armamentista.



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