Simón
En las últimas semanas se ha insistido mucho con el concepto de que el capitalismo está enfermo. Desde que se desató la crisis financiera en Estados Unidos y después arrastró a todo el mundo, se ha estado especulado sobre las consecuencias de la crisis en las relaciones internacionales, en las economías locales, y hasta en la fortaleza o debilidad del capitalismo.
La enfermedad se define como una alteración de la salud, por lo que creo que quienes se refieren a esta situación de crisis como una enfermedad, están olvidando la esencia del capitalismo.
La propiedad privada de los medios de producción y el afán de lucro, conlleva, y así lo demuestra la historia, crisis financieras y económicas cíclicas.
Lo que está sucediendo no es una anormalidad, ni es una "enfermedad" del sistema, sino que es la expresión pura y clara de lo que es el capitalismo.
Como en otras ocasiones, el capitalismo no está al borde de su autodestrucción. Los sistemas sociales no se autodestruyen ni se sustituyen por otros sin la participación de las masas movilizadas.
El capitalismo ha soportado, sólo en el siglo pasado, la crisis de 1929 que suponen fue similar o peor a la de hoy, y dos guerras mundiales.
En las únicas ocasiones en que el capitalismo estuvo cerca de sucumbir fue por la acción de las masas. A fines de la primera guerra mundial, cuando los soldados, entonces campesinos y trabajadores, entendieron que estaban participando en una guerra de saqueo y conquista para enriquecer a sus oligarquías, y se rebelaron. En Rusia triunfó Lenin y sus bolcheviques, y en casi toda Europa se fortalecieron los partidos socialdemócratas que al final cedieron en sus objetivos socialistas y aceptaron "humanizar" al capitalismo. Vano intento.
La segunda ocasión fue al finalizar la segunda guerra mundial, cuando las tropas del ejército rojo iniciaron la ofensiva que los llevaría hasta Berlín. Entonces las potencias capitalistas aliadas a la Unión Soviética contra Hitler, no dudaron en demorar la instalación del segundo frente en Europa, y decidieron invadir Italia para cortar el avance de los comunistas en la mitad de Europa.
Media Europa se integró a un modelo socialista que no funcionaba como tal y terminó cayendo por su peso.
De todas estas experiencias los defensores del capitalismo han aprendido a sobrevivir, no a impedir las crisis porque las crisis son parte y expresión del sistema.
Según los libros de Historia en la crisis de 1929, banqueros y empresarios arruinados se suicidaban arrojándose por las ventanas de sus rascacielos.
En esta crisis 2008, los únicos que se han suicidado han sido trabajadores o empleados desesperados por no poder pagar sus hipotecas inmobiliarias. Los banqueros y financistas no han perdido casi nada de sus fortunas, sólo dilapidaron el dinero de otros. Es más, los directivos de los bancos quebrados, festejaron con vacaciones en hoteles de lujo -a mil dólares la noche- el rescate que les ofrecía el Estado.
El capitalismo no se autodestruirá, la crisis debe servir para crear la conciencia de que es el sistema que no sirve, que esta situación se ha repetido en la historia, y seguirá repitiéndose. La salida está en la construcción de un sistema social más justo que debe surgir de la participación de la gente, y sin modelos preconcebidos. Será la acción política, la asunción del poder por el pueblo, lo que permitirá superar para siempre estas crisis.
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