A los 19 años perdió Jeremías dedos de su mano izquierda en uno de sus primeros combates contra la dictadura de esa época en Paraguay. También allí perdió la vida su hermano Ulises, dos cosas que lo marcaron toda su vida.

A la vejez en Suecia, tocaba todos los primeros de mayo una flauta traversa adaptada a su mano con la orquesta de la socialdemocracia. Los duelos por su hermano y su hijo menor Raúl que también cayó en combate en Tucumán, Argentina- los hizo escribiendo. Siempre luchó. Acompañó a sus hijos contra la dictadura militar en Argentina, su primer exilio, cosa que le costó la carcel allá y el segundo exilio en Suecia.
Los amigos y compañeros decían que además de escribir al estilo de García Márquez, era como un personaje del colombiano. Indoamericanista, orgulloso de su sangre guaraní, indigenista de la vieja escuela del peruano José Carlos Mariátegui, el primer marxista del sur.

Jeremías -ya jubilado del Instituto Etnológico de la Universidad de Uppsala- había conseguido una vieja imprenta de Liberación e instaló en Uppsala la Editorial "El Pueblo" junto con su compañera Aase. Publicó allí muchas de sus obras, las más conocidas "Rulito" sobre su hijo Raúl y su gran amigo el "Teniente Julio" Svante Grände, el combatiente sueco del MIR que cayera también en la guerrilla del ERP en Tucumán. Además escribió su autobiografía, "El Cerro Chororí de Areguá". Publicó tambien libros de poesía y cuentos de muchos exiliados, ayudando así a concretar sueños de escritores con enorme entusiasmo.

Sus cenizas estarán en Uppsala y Areguá. Lo vamos a extrañar mucho, con su bastón y su rullator por las calles de Uppsala. En su autobiografía Jeremías cita a Julius Fucick: "Por la alegría vivo, por la alegría lucho y muero, que la tristeza nunca sea unida a mi nombre".