Con los nuevos vientos de derecha soplando en toda Europa no es de extrañar que los revisionistas comiencen a presentar otra historia de los regímenes fascistas que asolaron el continente y llevaron al mundo a una guerra mundial. La intención es doble, primero reivindicar para la historia un sistema político al que pueden volver a recurrir en cualquier momento, y en segundo lugar para justificar algunas decisiones gubernamentales que se asemejan en mucho a las que recurrieron los dictadores fascistas para mantener el control sobre la población.

Así, tenemos por un lado la apología de los militares fascistas italianos realizada por el actual ministro de Defensa de ese país, Ignazio La Russa, el pasado 8 de septiembre, en una ceremonia de conmemoración del 65 aniversario de la defensa de Roma contra las tropas de ocupación nazi, y fecha en la que se homenajea a la Resistencia de los partisanos. En esa ocasión, La Russa, del derechista partido Alianza Nacional (AN), dijo que Italia debería además recordar con respeto a los militares italianos que salieron en defensa de la República de Saló (1943-1945), que "combatieron para la defensa de la patria, oponiéndose a los angloamericanos ".

La República Social Italiana, conocida como República de Saló (localidad cerca del lago de Garda), fue creada por el dictador Benito Mussolini en el norte de Italia, mientras las fuerzas aliadas avanzaban desde el sur del país. Es decir en defensa del eje nazi fascista acordado en Europa por Adolfo Hitler y el Duce. El alcalde de Roma, Gianni Alemanno también de la derechista Alianza Nacional no se quedó atrás y dijo que el fascismo "no era el mal absoluto". Estos nuevos fascistas, que ven en los inmigrantes a los judíos, gitanos, discapacitados y comunistas de entonces, no se concentran sólo en Italia.

El gobierno británico del laborista George Brown (exponente de la fallecida "tercera vía") está por aprobar un plan para la expulsión de los inmigrantes al concluir sus contratos laborales, pese a que ingresaron al país legalmente. Una vuelta de tuerca más a la llamada ley de retorno aprobada por la Unión Europea, y que habilita la prisión hasta 18 meses de los inmigrantes ilegales detenidos previo a su expulsión.

Para no ser menos, la Francia de la Libertad, Igualdad y Fraternidad, y también del gobierno de Vichy (aliado de Hitler), aprobó un registro sobre "todas las personas susceptibles de alterar el orden público", incluidos los menores hasta los 13 años, con datos personales, dirección, trabajo, su salud y la orientación sexual, su ideología, su militancia o su origen étnico. El registro incluye también datos sobre las personalidades políticas o del mundo económico. Cualquier parecido con el registro de vecindad de la Alemania nazi es pura coincidiencia.