Por Antonio Peredo Leigue.
"Si. De acuerdo. Pero...", la frase se hace cansina de tan repetida. La derecha no quiere dar el brazo a torcer. Cada gesto de acercamiento que tiene el gobierno de Evo Morales, es interpretado como debilidad. En consecuencia, arrecian las amenazas, los actos de violencia, el racismo y el boicot. Hoy, todo en conjunto, se usa para derrocar al presidente que, hace menos de un mes, logró casi el 70% de la votación nacional, en un referendo que tuvo la participación del 86% de la población.
Una fotografía que publican los diarios este domingo muestra al cabecilla del comité cívico de Tarija y al prefecto Mario Cossío, revisando el bloqueo de Yacuiba, donde el pueblo reclama a gritos que termine tal acción. La impunidad de esos personajes debiera merecer una sanción legal. No es posible esperarlo, mientras tengamos una judicatura consagrada a defender los intereses de esos grupos desplazados del poder. Es que, su afán de retorno, incluye también a casi todas las autoridades de ese sector del Estado encargado de administrar justicia.
Veamos. Una vez más, Evo Morales se ha mostrado sereno y abierto al diálogo. A su retorno de la visita a Libia e Irán, reacomoda las decisiones que tomó días antes y convoca a elección de prefectos en La Paz y Cochabamba, para el 25 de enero. Envía un proyecto de ley al Congreso, que modifica el Código Electoral, de modo que se viabilice la elección de consejeros departamentales y subprefectos. Anuncia que pedirá al parlamento, legalice la convocatoria a referendo constitucional. La oposición parlamentaria dice que está bien, pero no es suficiente. Los opositores salvajes no mediatizan y simplemente afirman que no cesarán en sus demandas mientras el gobierno no se rinda. La más radical es la disidente Cuellar que pide la renuncia del presidente Evo Morales. Otros disidentes que cabalgan al mismo tiempo en las ancas de ambos caballos, no dicen pero piensan que sería mejor eliminarlo físicamente. Estos son los más peligrosos.
¿Qué ocurrirá ahora? Es muy difícil precisarlo, porque los opositores se debaten en el dilema de sus intereses. ¿Es tan inminente la caída de Evo Morales como para perder una cosecha?, ¿tendremos una recompensa adecuada si sacrificamos la EXPOCRUZ?, ¿valdrá la pena vivir unos días sin combustible si vencemos a esta raza maldita? Podríamos darles la respuesta adecuada, pero todo lo acontecido hasta aquí nos convence de que están enceguecidos y son sordos a cualquier razonamiento.
Por supuesto, todos los atropellos a los que han dedicado su tiempo, su fervor y sus intereses personales y de grupo, serán juzgados oportunamente, cuando rindan cuentas ante el pueblo. Es cierto que aún se producirán otros hechos de este mismo calibre. Hay mucha gente que está clamando que se apliquen las leyes que sancionan tales delitos. Ellos cuentan con el amparo de los tribunales y de los mismos fiscales. Pero la impunidad de la que están haciendo gala ahora, no es permanente. Más temprano que tarde, deberán pagar la deuda que están acumulando.
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