Escribe Cándido
El conflicto de Georgia, ha puesto en evidencia una vez más, entre muchos otros aspectos imposible de abordar en un artículo, la reconocida capacidad de los medios para tergiversar los hechos, el doble rasero en el análisis de estos y en definitiva, su poco digno papel de servidores de un "Occidente" que, inmerso en una crisis profunda y total se inclina peligrosamente. En el plano interno, subordinado a la "doctrina" que Dick Cheney y otros "cerebros" de su entorno pusieron en boca del presidente Bush, de la "guerra contra el terrorismo", hacia una nueva forma de totalitarismo. Y en lo internacional, a un belicismo más propio de la desesperación, frente a la inevitable pérdida de prestigio y peso, que a una demostración de seguridad y poder. Frente a los desafíos o, mejor decir, para solamente citar el más apremiante, de las catástrofes provocadas por el calentamiento del planeta que están golpeando por igual a todos los "mundos" sin distinguir entre "primeros" y "terceros", que sólo con una solidaridad internacional puede intentarse frenar, hay quienes, en sus delirios de dominio planetario y poseídos de peligrosos fundamentalismos, provocan deliberadamente peligrosas fricciones y el retorno a "guerras frías" que la realidad no justifica.
La agresión militar que uno de estos fanáticos discípulos de Dick Cheney, el presidente de Georgia, Mijail Saakashvili, perpetró en la madrugada del 7 al 8 de agosto ( en momentos en que la atención del mundo estaba concentrada en la inauguración de los Juegos Olímpicos en China) contra Osetia ,y la inevitable respuesta militar por parte de Rusia han enrarecido la atmósfera, internacional, ya suficientemente enrarecida, como hemos visto, por los derivados del Carbono y otras agresiones.
El viejo anticomunismo, tan parecido a los reflejos estalinistas en su visión maniquea de la realidad, que creíamos desterrados para siempre una vez producido "el fin de la Historia" que anunciara el inefable Fukuyama, resurgió con la furia del toro cegado por el trapo rojo. Parecería que muchos "formadores de opinión" creen que la Rusia de Putin, tan capitalista y mafiosa como las élites financieras del imperio y sus socios europeos, sigue siendo comunista.
Los medios suecos, entre los más infectados por ese virus, que suele llevar frecuentemente al fascismo y que ha castrado, con muy escasas excepciones, la posibilidad de un pensamiento crítico, humanista y universal, hicieron "punta".
Y un triste papel. En el que los correspondientes al denominado Public Service, Radio y TV, que proclaman ser "independientes" y tienen la obligación de serlo, volvieron a rozar el ridículo. Ilustrativo y cómico, si cabe, fue una entrevista en la primera edición de las 6 de la mañana, semanas después de la agresión, del programa informativo Ekot sobre las bombas de racimo encontradas en el escenario de la guerra, que la periodista atribuía, en su presentación de la noticia y sin haber chequeado las informaciones, a los "invasores rusos". Consultado un experto y asesor en esa materia del gobierno noruego, este contestó, para desesperación de la periodista, que esas mismas bombas las había encontrado en cantidades en El Líbano, "colocadas por el ejército de Israel". Y a la pregunta en tono acusador de si "entonces usted afirma que fueron colocadas por el ejército de Georgia", el experto contestó, con moderación, que era una posibilidad no descartable.
Observadores imparciales, incluso de la Unión Europea, admiten que el desatino del impulsivo Saakashvili, de bombardear a Osetia del Sur, no pudo tener lugar sin el conocimiento y visto bueno del "amigo americano" que junto con su socio Israel habían suministrado ayuda militar y asesoramiento. Lo que explicaría la aparición de las terribles bombas de racimo que han asesinado y mutilado a tantos niños palestinos. Por supuesto que de este asunto no se habló más.
Los medios suecos respaldaron esa política belicista, y deslizaron críticas a la supuesta "debilidad" de los gobiernos de Francia y Alemania, que "claudicaban" en los principios por su dependencia energética y sus vínculos empresariales con Rusia.
Un informe reciente encargado a un grupo de especialistas sobre las posibles amenazas que pudieran afectar Suecia en un futuro próximo, concluyó que la mayor era el cambio climático, y descartaba expresamente que la Rusia de Putin lo fuera, aunque señalaba la conveniencia de seguir de cerca la "evolución hacia la democracia" de dicho país. El noticiero Aktuell comentando dicho informe, se las ingenió para, mediante entrevistas en directo a algunos conocidos "expertos" de la región nórdica, controvertir dichas conclusiones y colocar a Rusia como un peligro para "la seguridad sueca".
El diario conservador Svenska Dagbladet, en su edición de 10/09 recoge a toda página un artículo del embajador de Estados Unidos en Estocolmo, en el que sugiere (¿ordena?) a Suecia que "debe sopesar seriamente el proyecto de construccion de un oleoducto para transporte del gas de Rusia a través del Báltico". Y a la Unión Europea que "debe unirse en una línea común y no permitir que Rusia continúe sembrando la discordia entre sus miembros". ¡Así que ya lo saben!
|