inicio | opinión | notas | cartelera | miscelanea sueca | suplementos | enlaces 05-Sept-2008

Tormentas y solidaridades

 
Escribe Simón.
Corresponde en primer lugar felicitar y saludar a los medios de comunicación que tan preocupados y solidarios se han mostrado con las personas evacuadas en Nueva Orleans ante la proximidad del huracán Gustav, y posteriormente al informarnos en detalle, minuto a minuto, sobre lo ocurrido.


Dan realmente ganas de ensalzar la humanidad y el interés que han mostrado los comunicadores sociales, los editores y dueños de los medios. Los televidentes nos contagiamos de esa preocupación, y yo personalemente, casi no pude dormir pensando en la posible tragedia que les estaba por ocurrir a esos pobres ciudadanos norteamericanos.


Pero& y todo tiene un pero, y no será si será el injusto o disconforme que llevo adentro, la preocupación de los medios me pareció más una actitud de sumisión, de la demostración de que siguen dividiendo al mundo en categorías, donde los habitantes del "primer mundo" y en especial de Estados Unidos, "valen" más que otros.
Así que, casi sin dormir por esa preocuación que me habían inculcado a través de la televisión, me puse a hacer comparaciones.


En primer lugar recordé que para aumentar mi preocupación, y la de todos los televidentes, los informativistas -¿o debería decir formadores de opinión?- mencionaban que a su paso por Haití y República Dominicana, el huracán Gustav había provocado la muerte de más 80 personas. Una cifra anónima que sólo servía para que los televidentes sintiéramos compasión por los ciudadanos norteamericanos que iban a recibir la tormenta.
Los medios ignoraron casi completamente la suerte de los habitantes de la isla, sus 80 muertos y sus enormes pérdidas materiales, pese a que esos dos países, y en especial Haití, son sumamente pobres y no tienen recursos para recuperar la infraestructura destruída.


Insomne aún, recordé que el mismo huracán, con más fuerza de la que había golpeado a Haití, pasó por Cuba, sin que hubiera una sola víctima, aunque provocando daños multimillonarios.
Tampoco Cuba mereció la compasión y la solidaridad de los informativistas.


Eso provocó otra comparación. En Cuba se salvaron vidas porque el Estado se preocupó de organizar la evacuación, se instalaron en refugios seguros, y todo fue ordenado para que no ocurrieran incidentes graves.
Al mismo tiempo, la televisión mostraba las imagenes de la evacuación de Nueva Orleans, caótica, donde cada uno debía arreglarse por su cuenta. Después nos enteramos que mientras en Cuba el huracán tenía la categoría 4, en Lousiana golpeó con categoría 2, más suave, y causó la muerte de 3 personas e indirectamente la de otras cuatro, enfermos graves evacuados a última hora y vaya uno a saber en que condiciones.


Pese a todo, el circo seguía, porque ya era un circo. En la inauguración de la Convención del Partido Republicano, el que está en el gobierno, la primera dama Laura Bush, y la esposa del candidato presidencial, Cindy McCain, rezaban e iniciaban la recolección de fondos para los damnificados.


Como correspondía, la apuesta a la salvación individual, el Estado ausente, por más que George Bush haya dicho que se quedó en su rancho de Texas para "monitorear" la situación.



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