Escrita originalmente en 1992 por el chileno Ariel Dorfman como obra de teatro y puesta en escena exitosamente durante años en una sala de Broadway, y de ser representada después en más de treinta países, "La muerte y la doncella" fue filmatizada en 1994 por Roman Polanski (con el título de Death and the Maiden) con guión del autor. A pedido de la Ópera de Malmö, Dorfman ha escrito el libreto original y el compositor Jonas Forssell la música, en un estreno mundial ahora como ópera el próximo 20 de septiembre.
Aparecida en 1990, cuando se inicia la transición a la democracia en Chile, "La muerte y la doncella" trata del reencuentro fortuito entre una mujer exprisionera política con un hombre al que por su voz lo reconoce como el sádico torturador que la sometió a brutales vejámenes, bajo los compases del cuarteto de cuerdas " La muerte y la doncella "de Franz Schubert.
El drama comienza con Paulina Salas, (Erika Sunnegårdh) una mujer que en sus años de universidad fue secuestrada y torturada por los servicios secretos de Pinochet: está sola en la casa de playa en espera del marido, el abogado Gerardo Escobar, (Fredrik Zetterström) político de relieve en la nueva democracia. Esa noche, Gerardo llega tarde por haber pinchado un neumático.
Le cuenta a la mujer que, gracias al doctor Roberto Miranda, (Joseph Wolverton). un alma caritativa que lo recogió, no se quedó tirado en la carretera. Asimismo se ve obligado a revelarle que el propio presidente de la República lo ha nombrado miembro de la comisión que deberá investigar los crímenes de la dictadura, aunque sólo se tendrá que limitar a los casos de muerte, los "irreparables". Le confiesa además que, en el informe final, la comisión no podrá identificar a los culpables ni podrá juzgarlos. A Paulina, que ha sufrido tortura, le parece injusto que no se investiguen todos los abusos; y más injusta le parece la imposición de no castigar ni siquiera a través de la revelación de los nombres.
Más tarde, cuando ya la pareja se ha ido a la cama, el doctor Miranda llama a la puerta para devolver el neumático que el abogado había olvidado en su coche. Siendo casi de madrugada, Gerardo lo invita a quedarse a dormir.
Durante la noche, Paulina se levanta, aturde al huésped con un golpe en la cabeza y lo ata a una silla: cree haber reconocido en él al médico que asesoraba a los torturadores indicándoles el tiempo y la intensidad de los tormentos para que los presos no se les murieran.
Cuando al día siguiente se despierta el marido, Paulina le propone procesar al doctor. Miranda se proclama inocente: en realidad, estando la mujer vendada durante la tortura, puede sólo contar con el recuerdo de su voz y de su olor. Pero, como ella cree decididamente en lo que afirma, aporta toda una serie de 'pruebas' que deberían borrar toda duda: el doctor sigue citando a Nietzche, como lo hacía en aquella época, y además la mujer ha podido comprobar que en el coche tiene una cinta de La muerte y la doncella, el cuarteto que él solía poner durante las sesiones de tortura.
De mala gana, Gerardo secunda a Paulina, porque la mujer después de aquella experiencia está algo desquiciada; además ella le ha asegurado que no quiere matar al médico sino imponerle que firme una confesión. Miranda, al final, para salvar la vida se verá obligado a firmar la confesión; pero, a pesar de algunos elementos que parecen demostrar su culpabilidad, siempre quedará una velada duda sobre los hechos denunciados por Paulina.
Esta historia, aparentemente muy sencilla, en realidad acarrea una serie de interrogantes de difícil respuesta, que estimulan el debate. Por un lado nos preguntamos hasta qué punto es justo olvidar los crímenes de la dictadura en aras de la reconciliación de un país, cuán lícito es aceptar una forzada convivencia con los asesinos y compartir con ellos los pequeños placeres espirituales (como podría ser escuchar un concierto de Schubert), y por qué tendría que ser oportuno reprimir el deseo de justicia personal para lograr lo que aquéllos que no han sido afectados por la dictadura llaman el bien común. Por otro lado, sin embargo, se abren una serie de reflexiones que nos llevan a considerar hasta qué punto es legítima la venganza personal, y según qué lógica un estado de derecho debería aceptar los indicios como Paulina nunca ha podido olvidar la voz de su verdugo y por eso al reconocerlo, lo apresa para obligarlo a confesar. El marido que ama a su mujer y comprende su drama, no puede aceptar que ella haga justicia por sus propias manos, entre otras cosas porque preside una comisión oficial de investigación de las violaciones a los Derechos Humanos y que pretende la reconciliación entre víctimas y victimarios.
En el nuevo libreto operístico, Dorfman, ha introducido mediante el coro las voces de los presos desaparecidos como acusación permanente de los ausentes, que exigen no olvidar.
El crítico español Antonio José Domínguez ha escrito sobre esta obra de Ariel Dorfman que:"Estos tres personajes se enfrentarán a su pasado desde posiciones diferentes. Paulina no perdona. Y, desde este sentimiento, mediante la coacción y la violencia arranca una confesión escrita al doctor de su siniestra complicidad con la dictadura. Gerardo, su marido, ante la situación creada por su mujer intenta salvar su nuevo status social. Y el doctor Miranda, se defenderá de las acusaciones de Paulina poniendo al descubierto la fragilidad de sus pruebas. Y en el fondo está la búsqueda de la verdad. Una verdad que se difumina por la ambigüedad de la propia fábula."
La música de Forssell
Naturalmente la Ópera de Malmö pensó en la elección del compositor que pudiera crear la música para esta puesta operística de "La muerte y la doncella" un verdadero desafío. Y el encargo recayó en Jonas Forssell, quien ha escrito un buen número de óperas de mucho éxito y reconocimiento, y que este es el tercer trabajo que realiza para la ópera de Malmö. En febrero de 2007 se puso a trabajar Forssell, y tuvo compuesta la música en abril pasado declarando que: " Creo que la obra ha quedado impregnada de Schubert. Ha sido el más difícil y extenso trabajo que he hecho hasta ahora. El punto de partida no era fácil, porque el material trataba de tortura, muerte y contradicciones humanas. De lo grande y lo pequeño en los seres humanos, si se quiere."
La dirección de la ópera "Death and the Maiden"(La muerte y la doncella) está a cargo de Åsa Melldahl.
Thomas Söndergård y Andreas Lönnqvist tendrán la dirección de la Orquesta de la Ópera de Malmö del coro; la escenografía es de Bengt Gomér, el vestuario de Annsofi Nyberg y la iluminación a cargo de Thorsten Dahn.
La ópera tendrá diez representaciones hasta el 26 de octubre. Se representa el 20, 25 y 28 de septiembre y 1, 4, 7, 14, 17, 19 y 26 de octubre de 2008. De lunes a viernes a las 19 horas. Los sábados a las 18 horas; los domingos a las 16 horas.
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