Escribe Ricardo Bajo.
La derecha está en un callejón sin salida. Incapaz de aglutinar la oposición a Evo (cercana al 40%) en un único y sólido liderazgo, ha optado por dar batalla desde las regiones y con la bandera falsa de la autonomía.
El proceso de cambio ha recibido un rotundo respaldo, incluso aumentado su porcentaje en las regiones opositoras de la "media luna" menguante.
La derecha regional ha optado, después del 10 de agosto, por la huida hacia adelante: la aplicación de sus estatutos maximalistas y sus competencias absolutas. Sin embargo, esta huida solo tiene un destino: el abismo. El vacío. El callejón sin salida, oscuro y negro. Y lo saben.
Toda autonomìa y su aplicación (con el destino de los recursos financieros necesarios para levantar su aparato autonómico) debe contar con la aquiescencia del estado central. Así que la vacuidad sigue siendo la tara del proyecto autonomista. Es su signo de identidad, es de el vaciamiento de contenido del propio término de autonomía hasta la falta de "cuerpo" a la hora de llevar a cabo efectivamente su sueño autonomista. Es la gran tragedia de la derecha atrincherada. Conscientes de esta gran debilidad (con cero apoyo en el exterior, tan solo cuentan con las simpatías del imperio), la derecha, cada vez mas radicalizada, violenta y racista, piensa en otros escenarios. A saber:
1.- El revocatorio como interna de la derecha: la apuesta definitiva y lenta en la construcción de un liderazgo nacional. Es la opción más sensata y la mas dura de asumir pues la derecha tiene prisa para volver. Apuntar a las futuras elecciones generales y darle batalla a Evo desde lo nacional. Paciencia y paciencia para respetar la democracia, aguantarse su egoísmo y mientras tanto, poner piedras y obstaculizar con bloqueos de toda índole el proceso de cambio y desgastar al presidente.
¿Pero tienen o pueden tener un candidato a medio plazo en esta nueva Bolivia de color cobre, en esta nueva Bolivia nacionalista, plebeya, popular e indígena? ¿Se puede desandar el camino? ¿Podemos volver al pasado neoliberal después de lo que hemos vivido? ¿acaso tiene la derecha un Chapulín Colorado para salvarla de la noche a la mañana? ¿acaso han tenido paciencia alguna vez?
2.- La segunda salida de la derecha es el pacto. Los discursos triunfalistas e insultantes de prefectos como Costas no parece indicar la elección de la vìa del diálogo y el consenso. Ademàs, ¿cómo compatibilizar sus estatutos federalistas con una visiòn totalmente opuestas de la nueva Constitución? ¿alguien cree que los prefectos van a abandonar, vìa diálogo, sus ansias egoístas de controlar competencias como la tierra y los recursos naturales? El atrincheramiento en las regiones ha tenido como fin seguir con la mamadera de siempre. ¿van a soltar estas competencias auto atribuidas a cambio de nada?
3.- La derecha hace rato abandonó lo nacional y resignó esa opción. Hace tiempo que el diálogo y la concertación no está en su vocabulario. Y son conscientes de que sus estatutos son inaplicables. ¿Qué les queda, entonces? El conflicto perpetuo y su apuesta por la violencia, la guerra y la partición de la patria. Sueñan con el modelo de Bélgica (un estado, dos sistemas) pero saben que no lo lograrán pacíficamente. Entonces, su salida son los muertos. Tensar la cuerda a través de la desobediencia y sus grupos de choque para provocar un baño de sangre. Los últimos acontecimientos ratifican a través de una derecha cada vez más desesperada la elección trágica de esta vìa, que desenbocarìa en la guerra civil. Descartado el golpe de estado clásico, pues ni siquiera los amigos gringos optan ya por esa medida radical del pasado, su estrategia extrema tratarìa de convencer y provocar una fractura en el seno del Ejèrcito y conformar dos bandos, al más puro estilo de la Guerra Civil española. Es su opción más desesperada, la del "totum revolotum" para al final abandonar el "Collasuyo" o conseguir implantar en medio de Sudamérica una Bélgica, con un estado y dos sistemas.
Está en manos del gobierno y los movimientos sociales no caer en este juego, ser más pendejos, actuar con inteligencia, sutileza y sabiduría, sin mostrar señales de debilidad, pero obrando con inteligencia y firmeza, jugando bien las cartas, sin soberbias, para que el proceso de cambio, más allá de liderazgos se consolide y profundice.
La derecha está en la lona, cuidado con sus estrategias, que serán más peligrosas y radicales cuanto más conscientes sean de su debilitamiento y derrota. Sin lugar a dudas que la estrategia más acertada es profundizar lo ya conseguido: acentuar la lucha de clases en la "media luna", recuperar terreno en su cancha, dar batalla a la derecha en sus feudos para derrotarla también en las madrigueras donde se refugió, rectificando errores, bajando el "tono andinocentrista", desenmascarando sus discursos falaces, ésos que han conseguido engañar y manipular a sectores incautos que son necesarios recuperar para que el proceso de cambio en beneficio de las mayorías no tengan obstáculos en ninguna parte de la patria.
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