Escribe Simón
Esta semana el Instituto de Coyuntura Económica presentó un informe donde destaca el pesimismo de los suecos sobre el futuro de la economía. Según el estudio, la visión pesimista creció notablemente en los últimos meses y es la mayor en los últimos 15 años.
Los sesudos investigadores destacan que si bien los precios al consumo han subido y se advierte una situación de recesión económica tras la crisis inmobiliaria en Estados Unidos que repercutirá en todo el mundo, no encuentran motivos para explicar el negativismo de los suecos. Al mismo tiempo, otro informe revela que los suecos han batido récords en la solicitud de préstamos, y tampoco se explican porqué piden tanto prestado cuando se advierte un futuro de recesión.
En primer lugar, uno debería preguntarse en que país o planeta viven estos investigadores. No sólo no se ponen de acuerdo entre sí unos ven un futuro pesimista y otros no- sino que ni siquiera se les ocurre salir a las calles y observar la realidad.
Para nadie es un secreto que la situación económica está en una pendiente y que eso lo admite hasta el ministro de Economía Anders Borg. Al presentar el presupuesto de este año, el ministro redujo las expectativas de crecimiento económico, suspendió las promesas de recorte de impuestos y adelantó que tratará de ahorrar para los tiempos difíciles que seguramente se acercan.
También bastaría que estos investigadores se dedicaran a la simple tarea de realizar las compras para sus casas, y comprobar de esa manera la fuerte subida de precio de varios alimentos y otros artículos de primera necesidad.
Este gobierno de derecha, que asumió con la ilusión de que iba a reducir los impuestos para todos y con ello distribuir la riqueza, sólo logró una reducción importante de impuestos para los más ricos, comenzó a vender empresas públicas para financiar esa medida, disminuyó los gastos en seguridad social perjudicando a los más desprotegidos, como desempleados y enfermos, enfrenta ahora con medidas neoliberales una crisis internacional de subida de precios en los combustibles y los alimentos.
Cualquiera que haya observado las consecuencias de las recetas económicas neoliberales en otros países, o aquí mismo durante el anterior gobierno derechista a principios de los 90, deberá admitir que las perspectivas económicas no son buenas y que esas medidas sólo conducen al fracaso.
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