Escribe Frei Betto
El día 12 de julio los Estados Unidos de América decidieron reactivar su IV Flota Naval -la que vigila los mares del Sur-, que había estado activa entre 1943 y 1950, tras la Segunda Guerra Mundial, y que desde entonces había estado desactivada. Componen la flota 22 navíos: 4 cruceros con misiles, 4 destructores con misiles, 13 fragatas con misiles y 1 navío hospital.
Según las autoridades usamericanas, el objetivo es "realizar acciones humanitarias". Entonces, ¿para qué tantos misiles? Y, en ese caso, ¿por qué no comenzar por permitir que Puerto Rico recupere su soberanía, suspender el bloqueo a Cuba, devolver la base naval de Guantánamo (sacando a los prisioneros de allá y del limbo jurídico al que están condenados) y reducir los subsidios agrícolas que estrangulan el libre comercio?
Según el almirante Gary Roughead, jefe de las operaciones navales, la IV Flota intenta combatir el tráfico de drogas, de armas y de personas, así como la piratería que amenaza el flujo del libre comercio en los mares del Caribe y de América del Sur.
¿No sería más sensato comenzar por combatir el tráfico de drogas y de armas dentro de los EE.UU., que según el informe de la ONU divulgado en junio, figuran entre los mayores consumidores de dichos productos letales?
Es la vieja historia del lobo malo que pretende engañar a Caperucita Roja. ¿Quién cree que una nariz tan grande es sólo para oler a la nietecita? ¿No es mucha 'coincidencia' que la IV Flota sea reactivada en el momento en que Cuba profundiza su opción socialista, Daniel Ortega regresa a la presidencia de Nicaragua, el Brasil descubre reservas petrolíferas bajo el estrato pre-sal, y América del Sur está siendo gobernada por personas como Chávez, Lula, Correa, Kirchner, Morales y dentro de poco Lugo, que no mueren de amor por el Tío Sam sino que se empeñan en reducir la dependencia de sus países en relación a los EE.UU.?
El comandante de la IV Flota es el contralmirante Joseph Kernan, de 53 anos. No hizo su carrera en la Marina convencional sino en la fuerza de élite (SEAL) destinada a operaciones especiales de combates no convencionales y represión del terrorismo. Muy humanitario&
Los EE.UU. se sienten incómodos con la actual coyuntura latinoamericana, en especial con el hecho de que el presidente Lula se empeñe en la creación de la UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas) y del Consejo Sudamericano de Defensa (ahora apoyado incluso por Colombia), dos organismos que, como el Mercosur y el Alba, excluyen la participación de los EE.UU. y vuelven inocuos el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca y la Junta Interamericana de Defensa, que siempre estuvieron bajo el control de la Casa Blanca.
A ejemplo de la Unión Europea, la UNASUR integrará el Mercosur y la Comunidad Andina de Naciones, incluyendo a Guyana y a Surinam. La integración completa de esos dos bloques fue formalizada en Brasília en mayo de este año, durante la reunión de los presidentes sudamericanos. UNASUR tendrá su sede en Quito; su Banco del Sur en Caracas y el parlamento en Cochabamba, Bolivia.
Incluso bajo la fantasía de la abuelita el Tío Sam quiere impedir que la China venga a instalarse en los mares del Sur. El 90% del comercio mundial depende hoy día de barcos, y Beijing se empeña en ampliar y proteger sus rutas, incluyendo las que conducen a nuestro continente.
El gobierno brasileño ya manifestó su desconfianza a la Casa Blanca. Los recientes descubrimientos de petróleo en las costas brasileñas, en un momento en que el barril pasa de los US$ 140, con seguridad suscita la ambición de los EE.UU., cuyos abastecedores, como Venezuela, no son confiables.
Con tantas embarcaciones de alta tecnología y poder de fuego en nuestros mares los usamericanos podrán controlar la plataforma submarina y la navegación de nuestros países rumbo à África y a Asia.
La zoología enseña que todo animal acorralado se defiende con ferocidad. Es el caso del Tío Sam, cuya moneda pierde poder de compra, su economía se hunde en una crisis de largo alcance, su empantamiento en Iraq no muestra ninguna luz al final del túnel, y los blancos republicanos se ven en la inminencia de transferir el poder a un negro demócrata.
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