Escribe Angela García.
Quienes conocemos a Víctor Rojas, sabemos de su interés por la cultura sueca y su actividad propiciatoria al conocimiento de esta cultura en Hispanoamérica, sobre todo en el ámbito colombiano de donde es oriundo.
Las traducciones y publicaciones de un selecto grupo de poetas suecos al español en colaboración con Maria Kallin o Giovanni Rojas, le dan un cierto carácter de embajador de la poesía sueca en el mundo hispano. Después de haber publicado varios libros de relatos y de poesía que atestiguan los diferentes modos de rumiar su investigación sobre los vikingos llega ahora con Una gota de lluvia en el paraíso, novela que se sale de los aires antiguos de las sagas y se introduce en la vida contemporánea sueca, desde el epicentro de un pueblo en la provincia de Småland, a tres horas de Estocolmo, Jönköping, conocido entre los suecos como la ciudad más aburrida de Suecia y, de manera más reveladora, por sus muchas iglesias y el rigor religioso que caracteriza a sus fieles.
En Una gota de lluvia en el paraíso el autor hace un friso de la cultura sueca con un humor satírico preñado de hebras de ingenuidad, que semejante al azafrán dan color y sabor a la consistencia de la obra. El detalle de los actos predomina por encima de los personajes, pese a los esbozos psicológicos. Es la experiencia corriente desde la trama de los trabajadores sociales y judiciales de la sociedad sueca que sortea a tientas el fenómeno de la inmigración. Después que Suecia hubo pasado por estadios cuando se invitaba la fuerza de trabajo extranjera sobre todo de la antigua Yugoslavia y de Grecia; o cuando se abrieron las puertas a los exilados políticos del Sha de Irán y de las dictaduras latinoamericanas, el vertiginoso flujo de inmigrantes se ha vuelto indeseable y ha impedido una reacción más atinada en cuanto a políticas sociales de integración.
La palpable intención del autor es revisar como con lupa los acontecimientos que caracterizan estas falencias. El efecto de ampliación lo obtiene focalizando el microcosmos de la sociedad en cada individuo y sus circunstancias. Historias intercaladas en el tiempo exhiben la moral de buenas intenciones de los oriundos en esforzado entretejido con los inmigrantes que ya instalados en sus nuevos hogares no logran vencer la fisura de vivir con el cuerpo aquí y el corazón en sus terruños. Tipos humanos (para el caso turcos y árabes) versus cultura local. A lo largo del enfrentamiento del sirio Yabrail Chouri y su última hija nacida en Suecia, protagonistas de la historia, el autor describe las discrepancias culturales y los absurdos métodos de protección de la cultura local. No sólo las diferencias de credos y tradiciones, sino también las cotidianas frustaciones humanas en pugna pueden facilmente construir la tragedia. Surge en la escena Fadime Sahindal, caso emblemático de esta problemática cuyo desenlace es una herida para la sociedad sueca.
Los ritos de la cotidianidad sueca
Pero aparte de los problemas de integración, propios de toda la Unión Europea, la novela patentiza lo humano por fuera del contexto de las procedencias: la problemática de género, el homosexualismo y la libertad sexual, la violencia familiar, el respeto a los derechos humanos. Tópicos presentes en los noticieros suecos del cambio de siglo, pasados por la propia experiencia del autor como inspector de libertad vigilada en la ciudad de marras -como suele decir el autor. Lo coloquial, rasgo constante en la obra de Rojas, es un guiño de complicidad interlingüistica, una picaresca que demarca cierta distancia con el ámbito descrito. Como quien recostado en el umbral mientras fuma un cigarro narra con sorna el dibujo de sombras que hace el sol. Si entendemos por sol las leyes veremos las sombras en sus funcionarios.
Un poco monótona la caracterización de los suecos, (ya que se ha hecho excesivamente y es incluso material de estudio cuando se aprende la lengua), pero tiene un peso especial cuando integra la mirada a través del juego de contrastes y de nostalgias: las cosas que le son sagradas a los individuos, los círculos amorosos, los irrenunciables rituales que buscan de nuevo el olor y el sabor de la tierra, los sonidos de la infancia. Hitos del transcurso de la vida mezclados a las creencias. Esta revisión de Víctor Rojas sobre los acontecimientos aún con su distancia burlona tiene la virtud del respeto sobre un sistema que ha creado leyes de integración sin lograr aún la forma del verdadero diálogo entre sus protagonistas. Pone en tela de juicio la nulidad de la conversación humana, el temor del otro, el desconocimiento de la génesis de sus sentimientos. Nos han educado para defender los propios sistemas, más carecemos de los modos de respirar a tono con la diversa imprevisibilidad de la naturaleza humana, carecemos del oído fino más allá de las conveniencias inmediatas, de las coyunturas mediáticas y del lenguaje predominante.
Del autor
Víctor Rojas, escritor, traductor y editor. Nació en Bogotá, Colombia, donde cursó estudios de Derecho y Ciencias Políticas. Vive y trabaja en Jönköping. Libros de poesía publicados: Los suicidas no van al cielo, Poemas para un pájaro ciego, Sin curar mis heridas, Un grito en la tierra, Mientras los vikingos saquean en Paris, Palabras en remojo. De narrativa: Un grito en la tierra, Textos de la bruma nórdica, Esos benditos vecinos. Traducciones del sueco al español: El arbol Ygdrasil en compañía con Ramón Latorre del escritor Alf Henrikson, y poemarios de varios poetas suecos, entre ellos Kristina Lugn, Kjell Espmark, Katarina Frostenson, Lasse Söderberg. Del español al sueco: Una selección de poemas de Juan Manuel Roca bajo el título Korpens tecken.
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