La semana pasada concluyó en Japón la cumbre de los países más ricos del mundo, conocido como el Grupo de los Ocho (G-8) con la vaga promesa de reducir a la mitad las emisiones de dióxido de carbono para el 2050, pero sin establecer pasos y metas intermedias, lo que hace dudar de la seriedad de la propuesta, y con la reiterada promesa de duplicar la ayuda a Africa en dos años, el contienente más pobre.
El presidente norteamericano George Bush, casi en su retirada del gobierno -concluye su mandato en enero del 2009- apareció sonriente en las fotos después de anunciar que aceptaba, por primera vez, reducir las emisiones de dióxido de carbono a los efectos de comenzar a combatir el calentamiento global.
Pero, pese a la publicidad del anuncio del mandatario norteamericano, los expertos y las personas medianamente interesadas en el tema, consideraron el mismo como una mera medida publicitaria. De hecho, el anuncio de Bush significa pasarle la pelota a su sucesor, y ni siquiera con una propuesta de cronograma de como comenzar a reducir las emisiones de gas.
Una promesa que además se contrapone a todo lo actuado por el presidente norteamericano en sus 8 años al frente de la Casa Blanca y en las iniciativas adoptadas a poco de regresar a Washington.
Pero el mandatario norteamericano no ha estado solo a la hora de hacer promesas vacías y anunciar medidas que dificilmente serán concretadas y que se contradicen con la práctica cotidiana.
Por ejemplo, la promesa de duplicar la ayuda a Africa -ya realizada en cumbres anteriores- no aparece en las negociaciones que la Unión Europea está realizando con sus ex colonias africanas para promover el comercio, y mucho menos con las sanción de la nueva legislación antimigratoria, donde la mayoría de los expulsados del "paraíso" europeo, serán africanos.
En la reunión del G-8, integrado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia, fueron invitados a participar los gobiernos de de Brasil, China, la India, México y Suráfrica, integrantes del Grupo de economías emergentes co mayor desarrollo. Además también se integraron a la discusión, Australia, Indonesia y Surcorea, también economías de gran empuje, para participar de las discusiones sobre las crisis provocadas por el encarecimiento de los precios de los alimentos y el petróleo, la crisis financiera, la Ronda de Doha sobre libre comercio, la ayuda a África y la lucha contra el cambio climático.
La invitación a los países que no integran el grupo original del G-8 era interesada, ya que los países ricos quieren evitar a toda costa que los productores de alimentos adopten medidas proteccionistas a sus exportaciones -como ya han efectuado algunos gobiernos para evitar la escasez y suba de precios en sus países-.
En cuanto a las medidas que si pueden adoptar las economías más ricas, tanto para reducir las emisiones de gas contaminante, como frenar la especulación que promueve la suba de precios de combustibles y alimentos, poco se ha concretado, más allá de promesas generales.
El G-8 es el mayor responsable
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) criticó el acuerdo sobre reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Durante la reunión celebrada en Toyako, isla japonesa de Hokkaido, acordaron reducir las emisiones de dióxido de carbono en un 50 por ciento para el 2050, pero sin objetivos a mediano plazo.
En lo que se considera una respuesta complaciente a las exigencias del presidente de Estados Unidos, George W Bush, se acordó que cada país estableciera sus recortes nacionales a mediano plazo.
"El G8 es el responsable del 62 por ciento de la acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera y por lo tanto de la mayor parte del problema", indicó la organización ambientalista WWF en un comunicado.
Los países más ricos del mundo- principales responsables de las emisiones de dióxido de carbono y otros gases causantes del calentamiento global, instaron a las economías emergentes a tener en cuenta los recortes acordados en la reunión. "Encontramos patético que con este acuerdo (las naciones industrializadas) todavía eludan su responsabilidad histórica", enfatizó el WWF.
Paralelamente a la Cumbre, organizaciones sociales y ambientalistas protestaron para reclamar acciones más decididas y concretas. Shimri Zamere, portavoz del G8way, calificó la cita de antidemocrática al considerar que tan sólo unos pocos deciden sobre lo que afecta a todos.
Puntualizó que el G8, integrado por Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia, Japón y Rusia, no se responsabiliza de lo que pasa en los países pobres, no se ocupa de ellos. Entretanto, el reconocido músico irlandés Bob Geldof, activista de la lucha contra el hambre y la pobreza, expresó su decepción con la cumbre. No es dinero lo que falta, sino voluntad. Las sumas reclamadas son tan pequeñas que las ocho economías más ricas del mundo podrían cumplir sin dudas sus obligaciones, subrayó.
Borrando con el codo
Si la promesa de Bush de reducir en un 50% las emisiones de gases contaminantes para el 2050 fue recibida con desconfianza, apenas unos días después, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos Unidos rechazó regular la emisión de los gases contaminantes, con el argumento de que esa medida provocaría la pérdidas de miles de empleos en el país.
El pasado mes la bancada republicana en el Senado impidió la aprobación de un proyecto de ley que imponía a las empresas norteamericanas cuotas de liberación de dióxido de carbono al medio ambiente. Según la iniciativa, el objetivo sería reducir gradualmente las emanaciones en el periodo 2012-2050.
Aunque la normativa fue respaldada por numerosos alcaldes, gobernadores, grupos religiosos, así como por científicos y organizaciones no gubernamentales, el presidente George W. Bush la cuestionó. Para Bush planes similares son perjudiciales para la economía de Estados Unidos, nación responsable del 25 por ciento del dióxido de carbono lanzado a la atmósfera.
Semanas atrás más de 800 científicos de la EPA se quejaron en una reciente encuesta de presiones e interferencia del gobierno para sesgar los resultados de las investigaciones. Asimismo, grupos ambientalistas presentaron una demanda para obligar al Ejecutivo a determinar si las emisiones de gases de efecto invernadero ponen en riesgo la salud pública.
Recientemente una corte impugnó una norma impuesta por la administración republicana que permitía a las empresas eléctricas superar los límites de emisiones de mercurio. Pero si quedaban dudas sobre la inocuidad de las promesas de Bush, el pasado lunes se anunció la pretención gubernamental de extender la exploración petrolera a zonas hasta ahora protegidas.
El gobierno pretende reiniciar la exploración de petróleo en California y Alaska
La alcaldesa de la ciudad de Santa Barbara, Marty Blum, rechazó la iniciativa recordando el derrame de petróleo que hace años provocó una inmensa marea negra en playas de dicha ciudad californiana. También grupos ambientalistas y legisladores demócratas se sumaron al rechazo de las perforaciones y llamaron a mantener la moratoria impuesta por el Congreso en 1981. Incluso el propio Departamento de Energía admitió que extender la explotación del recurso a Alaska, las montañas rocosas y la Plataforma Continental Externa, tendría un impacto insignificante en la producción del crudo, en los próximos 20 años.
Sin embargo, el mandatario y los republicanos, entre ellos el candidato presidencial John McCain, presionan para levantar las restricciones y ven en los nuevos pozos la solución de la actual crisis energética doméstica.
El sábado último, Bush dedicó su alocución radial a solicitar perforaciones petroleras adicionales y criticó a la bancada demócrata en el legislativo por oponerse a sus planes.
La posición de Bush provocó las críticas del influyente diario The New York Times. El ejecutivo muestra sin recato su postura de responder con la inacción a la hora de regular las emisiones de gases de efecto invernadero, lamenta un editorial del rotativo. Según la fuente, la Casa Blanca ignora los veredictos de la Corte Suprema de este país, desecha el criterio de sus propios científicos y desmiente con sus actos los reclamos de Bush, quien dijo haber visto la luz en materia de contaminación atmosférica.
La más reciente estocada llegó con la decisión de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés), la cual retrasó su dictamen en torno al daño que causa en la salud humana el cambio climático, señala el influyente diario.
Este viernes, el responsable de la EPA, Stephen Jonson, anunció la búsqueda de nuevas opiniones, antes de emitir una conclusión. De acuerdo con el Times, dichas declaraciones sólo conseguirán alejar el importante pronunciamiento más allá de enero de 2009, cuando concluye el mandato de Bush.
El gobernante reitera con frecuencia que cualquier compromiso para limitar la emisión de contaminantes perjudicaría a la alicaída economía de Estados Unidos, única nación industrializada sin aceptar el Protocolo de Kyoto, a pesar de emitir el 25 por ciento del dióxido de carbono lanzado a la atmósfera.
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