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"Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado" Art. 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos
Hei Heuropa!

 
Ernesto Tamara. Dos días antes de la conmemoración del Día Internacional del Refugiado -establecido por las Naciones Unidas el 20 de junio- el Parlamento Europeo decidió criminalizar la inmigración ilegal y establecer la posibilidad de encarcelar hasta 18 meses a los ilegales encontrados en su territorio, antes de expulsarlos. El proceso de restringir derechos y libertades se extiende en una Europa cada día más derechizada.


El Parlamento Europeo aprobó el miércoles 18 de junio la ley de expulsión de inmigrantes ilegales de la Unión Europea que establece un periodo de detención de hasta 18 meses y una prohibición por cinco años para volver a entrar en Europa.


El texto que entrará en vigor en 2010, es resultado de un compromiso entre la Eurocámara y los 27 Estados miembros de la U.E., fue aprobado por 367 votos a favor, 206 en contra y 109 abstenciones gracias a una alianza entre conservadores, liberales y las divisiones del grupo socialista. Por ello, las enmiendas propuestas por los opositores del texto fueron rechazadas sin problemas.


La denominada "Directiva Retorno" armoniza las reglas de expulsión de los ilegales hallados en territorio europeo, con una detención máxima de 18 meses para quienes no quieran partir por propia iniciativa y una prohibición de cinco años de regresar a la U.E. La ley además no prohibe la expulsión de menores.


Hasta ahora cada país tenía una reglamentación distinta para abordar la inmigración ilegal. España, con 40 días, es junto con Francia y Chipre uno de los países en los que el período de retención es más corto para los ilegales; ese plazo supera los 6 meses en Hungría, Bélgica o Polonia, alcanza los 18 meses en Alemania y ni siquiera tiene límites en el Reino Unido, Dinamarca, Finlandia, Grecia, Irlanda u Holanda.


No es casualidad que los países europeos no hayan ratificado la "Convención internacional sobre la protección de los derechos humanos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares" aprobada en la Organización Internacional del Trabajo en julio de 2003.


Al fondo y a la derecha
Europa parece empeñada en recorrer ideológicamente el mismo camino de la década del 30 y principios del 40. Seguramente no se llegue a los extremos de Adolfo Hitler y compañía, pero la dictadura del capital financiero se expresa en la imposición de la Constitución Europea oculta en el Tratado de Lisboa, que los gobiernos sancionan sin presentarla a referendo popular -salvo Irlanda que votó en contra-, en la centralización de las decisiones de la Unión Europea en un núcleo reducido de países, en la balcanización -dividir para reinar- en el deterioro del estado de bienestar, por ejemplo con la aprobación de jornadas laborales de 60 y 65 horas semanales, en las medidas de vigilancia de los ciudadanos, con el control de sus comunicaciones, la detención de sospechosos de terrorismo, sin ninguna base concreta, de hasta 42 días como en Gran Bretaña, y con la aprobación de leyes xenófogas que incorporan la inmigración como delito.
El vuelco a la derecha de Europa está dejando casi como opción "progresista" -vaya consuelo- al gobierno socialista de España y el laborismo inglés. Ejemplos en todo caso del abandono de sus principios fundacionales. Los países que impulsan hoy la Unión Europea tienen gobiernos de derecha: Francia, Alemania e Italia.


Algunos eurodiputados sostienen que la toma de decisiones en los consejos intergubernamentales, donde la derecha domina, ha impuesto su agenda a toda la Unión Europea, y que utilizan la U.E. para modificar la situación interna.


Con el argumento de que el parlamento europeo aprobó determinadas iniciativas, las aplican después en sus países.


Europa necesita duplicar el número de inmigrantes
El aumento de la jornada laboral, la presión a la baja de los salarios, la suba de los alimentos y del combustible, se las atribuyen a los "ilegales que vienen a Europa a gozar de sus beneficios" antes que presentar las verdaderas causas del problema.


Las medidas para combatir la inmigración ilegal están en plena contradicción con las necesidades de Europa, por lo que su sanción tiene más un argumento político coyuntural que un justificativo económico.
Según un estudio elaborado por la Comisión Europea en octubre de 2007, para compensar el descenso del número de personas en edad de trabajar en la Europa de los Veintisiete sería necesario que llegaran a la Unión Europea unos 56 millones de personas antes del año 2050. Los países con las tasas de natalidad más bajas, como Alemania, España, Italia o Polonia, requerirían una afluencia mayor de personas que los que registran tasas más elevadas.


Según la oficina europea de estadística Eurostat, de mantenerse el actual nivel de inmigración se mantendría el crecimiento de la población activa hasta el año 2030 aproximadamente. De lo contrario, el decline comenzaría ya a finales de la presente década.


Las mujeres de la Unión Europea (UE) tienen una media de 1,52 hijos cada una. Esta cifra se sitúa por debajo del umbral necesario para el reemplazo generacional (2,1 hijos por mujer) y afecta al crecimiento negativo de la población (se registran más muertes que nacimientos). El declive de la fertilidad se produjo después del llamado "baby boom" que siguió al fin de la Segunda Guerra Mundial. En la actualidad, los niños del "baby boom" están alcanzando la edad de jubilación. Por lo tanto, la proporción de personas cuya pensión dependerá de un número cada vez más reducido de cotizantes a la Seguridad Social aumentará considerablemente en los próximos años. El Comisario de Empleo y Asuntos Sociales, Vladimir `pidla, declaró que "en la actualidad, hay cuatro personas en edad de trabajar por cada pensionista", por lo que "en 2050, esta proporción quedará reducida a la mitad: dos trabajadores por cada jubilado", agregó. La solución para sostener la seguridad social es la inmigración, o el aumento de la edad de jubilarse.


Quienes hoy aplauden la medida antiimigrante en la Unión Europea, no podrá quejarse después cuando sus gobiernos aumenten la edad para jubilarse.


Otro informe de 2006 de las Naciones Unidas, la Unión Europea necesita multiplicar por dos el número de inmigrantes que reciba desde hasta 2050 a causa del envejecimiento de la población y la reducción del tamaño de las familias.


La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OCDE), la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) valoraron, en un informe del 2006, que "numerosos estudios demuestran que los inmigrantes cubren puestos de trabajos esenciales que a los nativos les resultan poco gratos, y que su presencia, actividad e iniciativa generan más empleo".


En dicho informe, Ibrahim Award, Director del Programa de Migraciones Internacionales de la OIT sostuvo que "los países con políticas que previenen la discriminación y permiten una mejor integración de los trabajadores inmigrantes consiguen con mucha mayor facilidad una participación total y productiva en el mercado de trabajo". Y añadió que "para proteger los derechos de los inmigrantes y sacar mayor fruto posible de los efectos positivos de la inmigración, la respuesta no está en unas políticas más restrictivas, sino mejores".
Por su parte, el Director General de la OIM, Brunson McKinley, dijo que la percepción de que los inmigrantes representan una carga financiera para los países de acogida "no está respaldada por la investigación".
Por ejemplo, el gobierno del Reino Unido ha calculado que en 1999 y 2000, los inmigrantes establecidos en el país, aumentaron en 4.000 millones de dólares netas el presupuesto, es decir pagaron impuestos y aportes a la seguridad social más de lo que recibieron en prestaciones. En Alemania, el inmigrante medio realiza una contribución positiva de más de 60 mil dólares a lo largo de su vida.


En Estados Unidos, la inmigración generó ingresos nacionales adicionales de 8.000 millones de dólares en el 2005.


Robo de cerebros
En general se tiene la idea de que los inmigrantes llegan a realizar los trabajos menos calificados. En España, la agricultura, la pesca y la construcción se sostienen con la mano de obra inmigrante.
Pero también para tareas especializadas se recurre a los inmigrantes, en una amplia operación de "robo de cerebros" -le dice fuga-. Los países pobres corren con el gasto de la educación y formación de profesionales, y los europeos o norteamericanos los atraen con sus salarios, ahorrándose millones de euros en la formación de profesionales.


Por ejemplo, en la rica Suecia, el 22 por ciento de los médicos son extranjeros, el 20 por ciento de los profesores universitarios y al menos el 10 por ciento los ingenieros civiles.
Africa, un continente con graves problemas sanitarios, está perdiendo su personal médico y enfermeras.
Según un informe de la OMS, hay 57 países con carencias crónicas de personal médico cualificado, de los cuales 36 se encuentran en África.


Francis Omaswa, cardiólogo ugandés que dirige en la Organización Mundial de la Salud (OMS) el programa de personal sanitario desde donde se controla y regula el éxodo de médicos y enfermeros de los países emergentes hacia los desarrollados, presentó hace un tiempo algunas cifras impresionantes.


Según un estudio realizado en Kenia, cada médico que se va representa una pérdida para el país de 500.000 dólares (371.700 euros), y un enfermero 200.000 (148.600 euros). Por otra parte, para el Reino Unido sólo el personal que llega ya formado, por ejemplo, desde Ghana, representa un ahorro de 95 millones de euros.
Uno de cada 10 doctores que trabajan en el Reino Unido procede de África. Más de 13.000 galenos entrenados en el África Subsahariana atienden en Australia o EE.UU.


En general la Unión Europea no presenta cifras del aporte de los inmigrantes a su economía, y los medios de comunicación persisten en la idea de que los extranjeros llegan para beneficiarse, provocar gastos en educación y salud, y fomentar la delincuencia.


En España, uno de los países de mayor presencia de extranjeros, según datos oficiales, en los últimos seis años, el 38% del crecimiento del Producto Bruto Interno se puede asignar a la inmigración. Los inmigrantes aportan el 7,4% de las cotizaciones a la Seguridad Social y reciben sólo el 0,5% del gasto en pensiones.
Sin el aporte del trabajo de los inmigrantes, la Seguridad Social española estaría en déficit.
200 millones de inmigrantes


La globalización que impone el libre tránsito de mercancías y capitales, no implica el libre traslado de los pobres.


La carrera por reglamentar la inmigración, un fenómeno que se extiende hasta la prehistoria, crea la sensación de que la misma está aumentando. Sin embargo, en términos globales, no ha existido un considerable aumento de los flujos migratorios. Según datos de Naciones Unidas, la variación del volumen mundial de emigrantes entre 1960 y 2005 ha sido sólo de una décima, del 2,4 al 2,5 %.
El ritmo de crecimiento de la población que emigra a otros países se ha desacelerado, entre 1975 y 1990 emigraron 41 millones, mientras que entre 1990 y 2005 el número de inmigrantes en el mundo fue de 36 millones, pese a que la población mundial es mayor, según datos de un informe de la Comisión sobre Población y Desarrollo de la ONU, presentado hace dos años.


La Comisión Global sobre Migración Internacional (GCIM por sus siglas en inglés) de las Naciones Unidas, presentó un informe sobre las migraciones que sitúa el número de emigrantes en el mundo en unos 200 millones, equivalente a la población de Brasil, obligadas en su mayoría a escapar del hambre y la pobreza en sus países.


De acuerdo con ese documento, la emigración mundial tiene como base las condiciones de vida en sus países de origen. El 45,7 por ciento de la población de Africa subsahariana gana menos de un dólar por día y lo mismo le ocurre al 14,4 por ciento de los que viven en el Sur de Asia y al 10,4 por ciento en América Latina y el Caribe.


El jefe del Programa de Migración Internacional de la OIT, Manolo Abella destaca que "las migraciones se ven impulsadas por las diferencias y desequilibrios entre países, y estas diferencias se han visto aumentadas - y no reducidas - con la globalización".


En los últimos 8 años, al menos 4.000 personas han muerto intentando alcanzar las costas españolas desde Marruecos, un escalofriante promedio de 500 anuales, según estimaciones de grupos de inmigrantes. Para tener una idea comparativa, en los 28 años de existencia del muro de Berlín, de 1961 a 1989, 267 personas murieron al intentar cruzarlo, y cada año mueren alrededor de 200 personas intentando atravezar el muro que separa Estados Unidos de México.


En ninguno de estos casos, la posibilidad de la muerte ha detenido el flujo de migrantes, un fenómeno cada vez más "normal" en un mundo globalizado y desparejo. Es que para muchos, la alternativa de permanecer en sus países también es la muerte por hambre y enfermedades.



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