Ricardo Daher. La Cumbre de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) dependiente de las Naciones Unidas, concluyó su reunión en Roma con apenas una promesa reducir a la mitad el número de personas desnutridas en el mundo para el 2015, pero sin presentar un plan concreto y revelando la distancia de conceptos entre las naciones ricas y pobres. Las naciones desarrolladas exigen que los productores de alimentos mantengan liberadas las exportaciones de forma tal que los ricos puedan seguir adquiriendo alimentos, aunque se lo tengan que sacar de la boca a los más hambrientos.
La lógica del mercado, donde rige el señor Don Dinero, primó en la reunión de la FAO pese a las promesas de reducir el número de hambrientos en el mundo. También quedó claro que no existe un diagnóstico certero de las causas de la crisis alimentaria ni un pronóstico sobre su duración. La cumbre eludió además debatir un informe de la misma FAO, que tuvo un costo de 12 millones de dólares, y cuyas conclusiones desafían a las empresas trasnacionales que dominan la agroindustria.
Informe crítico ignorado
Este informe sobre la crisis alimentaria mundial, que tomó cuatro años de esfuerzos fue publicado dos meses antes del inicio de la cumbre. El documento busca dar los cimientos técnicos para definir políticas para terminar con el hambre.
Según Hans Herren, presidente del Millennium Institute, "el sector privado quiere ganar dinero. Nosotros necesitamos que el pueblo tenga comida, necesitamos luchar contra la pobreza pero esto va contra la corriente del capitalismo".
"Tenemos que repensar todo esto y el informe que hicimos nos obliga a pensar en mañana. Pero hay los que no quieren repensarlo porque ello no concuerda con la tendencia hacia la privatización", denunció.
El documento ignorado rechaza la agroindustria y la biotecnología como soluciones, denuncia las desigualdades en la producción y distribución, critica los subsidios mantenidos por los países del norte y plantea la agricultura sostenible conducida por los pequeños productores como el único camino para combatir el hambre.
Menciona también que es fundamental movilizar la mayor cantidad de recursos como sea posible para permitir a los agricultores obtener acceso a las semillas, los abonos y a los alimentos para animales.
"Estamos escuchando a estos gobiernos que proponen las mismas soluciones que hemos escuchado desde hace décadas de cómo resolver la crisis alimentaria", lamentó Carin Smaller, miembro del Instituto y Políticas de Comercio de Haití.
Agregó que "es una vergüenza, incluso sus propios científicos se unieron y dijeron `ya basta´, que necesitamos algo nuevo, que necesitamos una nueva visión para la agricultura".
Uno de los autores del informe afirma que es el documento más importante sobre la agricultura en los últimos 25 años. Estaba sorprendido porque no se le concedió un espacio en la Cumbre para presentarlo.
El informe contó con la aprobación de 57 países y fue patrocinado por Naciones Unidas y el Banco Mundial. Sin embargo los gobiernos de Estados Unidos, Canadá y Australia lo rechazaron. Por ahora, sigue en duda si será utilizado para formular nuevas políticas o si quedará como una nota a pie de página de la historia.
"Construir un mundo sin hambre"
La FAO que nuclea a 191 miembros, tiene como divisa desde su fundación en 1945, "ayudar a construir un mundo sin hambre". Los resultados en estos casi 63 años -que se cumplen el 16 de octubre- no han sido muy alentadores. Alrededor de 850 millones de personas están desnutridas en el mundo, y con la suba de los precios de los alimentos, de hasta el 53% en los primeros meses del 2008, con respecto al mismo periodo del 2007, otras 100 millones de personas están por ingresar a esa masa de hambrientos.
Esta suba de los precios de los alimentos es asumida por los fondos de inversión de los países ricos como "oportunidades". Así lo manifestó por ejemplo, el multmillonario mexicano Carlos Slim, al sostener que en cada crisis hay oportunidades.
El diario The New York Times reveló que los fondos de inversión, sobre todo británicos y estadounidenses, están comprando tecnología agrícola, fertilizantes, plantas de etanol, y flotas de barcos para transportar alimentos, entre otros productos relacionados con la producción y distribución de alimentos.
No extraña entonces que uno de los reclamos de los países ricos en la cumbre haya sido el de mantener la libre exportación de alimentos.
La cumbre de Roma, donde concurrieron presidentes de varios países, fue convocada por el organismo para enfrentar la crisis alimentaria mundial, o lo que algunos han llamado el "tsunami del hambre" tras el aumento desproporcionado de los precios de los alimentos, que ya ha provocado revueltas en al menos 22 países.
El director de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Jacques Diouf, advirtió antes de la cumbre, que si los gobiernos no dan pasos para frenar el alza de los precios de los alimentos, habrá hambre y malestar social que desembocará en grandes disturbios. "Hay que actuar de forma urgente". "La realidad es que la gente ya está muriendo en disturbios", dijo Diouf después de la revuelta en Haití donde murieron 8 personas y el primer ministro debió renunciar.
La declaración final, luego de tres días de negociaciones, reafirmó el objetivo de reducir a la mitad "no más tarde del año 2015" el número de personas desnutridas en el mundo, estimadas en 850 millones. El documento de cuatro páginas, que contó con la objeción de, entre otros, Argentina y Venezuela, reitera la voluntad de la comunidad internacional de alcanzar los objetivos fijados en la primera Cumbre Mundial sobre la Alimentación celebrada en 1996, por lo que no difiere de otros documentos anteriores.
Asimismo la declaración llamó a la comunidad internacional a tomar "medidas urgentes para combatir los impactos negativos del alza del precio de alimentos en los países más vulnerables". "Los alimentos no pueden ser usados como instrumentos de presión política y económica", indicó el documento en lo que se interpreteó como una condena al bloqueo de Estados Unidos contra Cuba, y definió como "inaceptable" que "862 millones de personas en el mundo sigan estando hoy desnutridas". Además, el documento señaló que es necesario estudiar más "profundamente" el impacto de los biocombustibles, uno de los temas que estuvo en el centro de la polémica durante la cumbre, ya que mientras unos le adjudican hasta el 45 por ciento de responsabilidad en la suba de precios, otros sostienen que el impacto sólo llega al 5 por ciento.
La delegación de los países latinoamericanos fue crítica en general sobre el texto de la declaración al considerar que fue el "resultado de la falta de voluntad política para promover una salida justa a la crisis alimentaria mundial", según el representante del Ministerio cubano de Relaciones Exteriores.
Uno de los países latinoamericanos más críticos fue Argentina, que rechazó la demanda de mantener liberalizada las exportaciones, al entender que además esa exigencia daba alas a los sectores rurales que en su país han iniciado un paro agrario contra la suba de las retenciones a las exportaciones de soja.
En la declaración final se "invita" a la comunidad internacional a reducir las medidas "restrictivas" que incrementan la volatilidad de los precios internacionales, lo que generó la protesta de Argentina y otros países que ha tenido que restringir sus exportaciones para no desabastecer el mercado interno.
La delegación argentina pidió que hubiera una condena más fuerte al proteccionismo que imponen la Unión Europea y Estados Unidos. "Cuando se parte de diagnósticos equivocados no pueden surgir remedios apropiados, lo que sucede con esta declaración", explicó el delegado de ese país. Además, lamentó que en el texto final no se abordara la cuestión del daño producido por "las políticas de subsidio a los cultivos para la exportación y las barreras a la importación" que imponen los países desarrollados.
A las objeciones de Argentina se unieron Venezuela, Cuba, Ecuador, Nicaragua y Bolivia, que consideran que el texto "carece de un diagnóstico objetivo" de las causas del hambre en el mundo. "La falta de referencia a la responsabilidad que han tenido los subsidios agrícolas de los países ricos y las distorsiones al mercado de los países desarrollados y hacer referencia simultáneamente a medidas coyunturales de menor impacto, impiden que Argentina acompañe esta declaración final", anunció el representante argentino.
El director de Asuntos Multilaterales de la cancillería cubana, Rodolfo Reyes, afirmó que ha quedado de manifiesto un permanente contrapunteo entre los reclamos del Sur y las tímidas ofertas de los países ricos.
"El Grupo de los 77 no ha logrado articular una posición común y hace falta una plataforma más cohesionada, mientras el bloque del Norte persiste en garantizar sus beneficios y ese orden internacional que generaron la crisis alimentaria actual", anotó.
Orlando Requeijo, viceministro para la Inversión Extranjera y la Cooperación Económica de Cuba, subrayó que el texto carece de un diagnóstico medianamente objetivo de las causas esenciales del hambre en el mundo. "Es evidente la responsabilidad de las potencias industrializadas en este inaceptable estado de cosas", acotó luego de referirse a la estrategia de convertir granos y cereales en combustibles y el impacto de los subsidios agrícolas.
Requeijo mencionó también el efecto de los patrones de producción y consumo del Norte en el cambio climático y las consecuencias de la especulación financiera en el aumento de los precios de los alimentos.
En el documento, los países piden la liberalización del comercio agrícola e invitan a hacer "estudios en profundidad" sobre los biocombustibles, acusados por muchos de la suba de precios de los alimentos, algo que rechaza enérgicamente el Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. "Logramos un compromiso sobre los biocombustibles, que satisface a Brasil y que reconoce representan una oportunidad y un desafío", indicó Francisco Coy, delegado de Colombia, segundo país productor de biocarburantes a partir de caña de azúcar y palma de aceite en la región, después de Brasil.
Las privatizaciones han provocado el desastre
La asesora de la organización no gubernamental "ActionAid", Magda Kropiwnicka, fue muy crítica a la resolución de la cumbre, y advirtió que las privatizaciones en la agricultura en los últimos 30 años y la falta de inversiones en las economías rurales "han dejado a los países sin políticas efectivas para lidiar con la crisis".
Kropiwnicka, manifestó que el documento carecía de propuestas concretas. "El documento no tiene sustancia alguna", comentó. "No hay compromisos financieros cuantificables. Con la excepción de los fondos existentes del Programa Mundial de Alimentos, no se ha ofrecido dinero alguno para atacar el problema principal de producción", arremetió.
También sostuvo que la insistencia de las naciones poderosas de que la solución a la crisis yacía en la conclusión de las conversaciones de la Ronda Doha de la organización Mundial de Comercio (OMC), provocaría un "desastre mayor".
"Durante los últimos 30 años, la privatización de la agricultura y la falta de inversión en las economías rurales han dejado a los países sin políticas efectivas para lidiar con la crisis", subrayó.
El director general de la FAO, Jacques Diouf, coincidió indirectamente con este diagnóstico al reclamar de los líderes mundiales 30.000 millones de dólares al año para relanzar la agricultura y evitar futuros conflictos por este motivo. "Hoy, los hechos hablan por sí mismos", señaló. "La ayuda a la agricultura cayó de 8.000 millones de dólares en 1984 a 3.400 millones en 2004, en términos reales es una reducción de 58 por ciento". Una reducción que se produjo al dejar que el mercado regule todo.
"La incidencia de la agricultura en la asistencia oficial al desarrollo cayó de 17 por ciento en 1980 a tres por ciento en 2006", añadió Diouf.
Por su parte, el representante de la ONG " Fian Internacional" el brasileño Flavio Valente consideró la cumbre de Roma como "un paso atrás". "En 2004, todos los Estados miembros de la FAO habían adoptado líneas directrices para asegurar el derecho a la alimentación", resumió Valente.
"La declaración final no llenará ningún plato vacío, y la recomendación de mayor liberalización conducirá a más violaciones del derecho a la comida", dijo Maryam Rahmanian, de la entidad iraní de desarrollo Cenesta.
"Estamos en extremo decepcionados con los resultados", dijo Rahmanian. "En primer lugar, escuchamos todas las propuestas y políticas que ya habíamos oído (en la Cumbre Mundial de la Alimentación) de 1996 y que volvimos a escuchar en 2002. Pero, sobre todo, nos preocupa que la FAO queda en una posición mucho más débil para decidir políticas agrícolas y alimentarias", agregó.
En su opinión, el nuevo grupo de trabajo liderado por Ban será el que tomará las decisiones.
"Pero recomendar al grupo de trabajo implica poner juntos a los 'jefes' de las agencias de la ONU, del FMI y del Banco Mundial, con sus intereses específicos", explicó. En esa dinámica, muchos de los países pequeños "van a ser completamente marginados", estimó.
En tanto la conocida ONG Oxfam fue más irónica. Se congratuló de que la agricultura haya vuelto, 30 años después, al primer plano, y señaló que el punto positivo de la cumbre es "el reconocimiento de que es necesario invertir en el sector agrícola". Según el portavoz Alexander Woollcombe, "hacía falta un cambio radical. Es decepcionante que no sepamos siquiera cómo se invertirá el dinero que los países han puesto sobre la mesa".
"Lo que le pedimos a los gobiernos es que cumplan con sus obligaciones en materia de derechos humanos y escuchen las propuestas de los propios implicados", dijo la directora ejecutiva de la Pesticide Action Network (Red de Acción contra Pesticidas) de Malasia, Sarojeni Rengam. La respuesta a la crisis alimentaria no puede ser "la peligrosa intensificación de insumos dispuesta por el modelo de la revolución verde que algunos proponen, ni una mayor liberalización comercial", sostuvo.
El término "revolución verde" fue acuñado en 1968 por William Gaud, entonces administrador de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, en alusión a la creciente producción agrícola observada en América Latina y Asia entre los años 40 y 60 gracias a un mayor uso de fertilizantes y mejores variedades de cultivos, entre otras variables.
"Apoyar a los pequeños agricultores y respaldar métodos de cultivo ecológicos son la única forma de salir de la actual crisis alimentaria. Me temo que eso no se discuta lo suficiente en ese edificio", añadió Rengam.
Aumento incensante
Los precios mundiales de los alimentos, basados en los registros de la ONU, subieron un 35 por ciento de enero del 2007 a enero de este año, acelerando un aumento que comenzó en 2002. Desde entonces, los precios han crecido un 65 por ciento.
Sólo en 2007, según el índice de la ONU, los precios de los lácteos crecieron casi un 80 por ciento y los del cereal un 42 por ciento.
Los expertos prevén que así como el precio del petróleo no volverá a bajar, también habrá que acostumbrarse a precios altos de los alimentos.
Henri Josserand, del Sistema Mundial de Información y Alerta de la FAO, advirtió que "la inflación de los precios alimentarios golpea más fuerte a los pobres, ya que el porcentaje que dedican a los alimentos en sus gastos totales es mucho mayor que en la población más rica".
"Los alimentos -explicó- representan un 10-20 por ciento del gasto de un consumidor en los países industrializados, pero hasta el 60-80 por ciento en los países en desarrollo, muchos de los cuales son importadores netos de alimentos".
"La mayoría de los expertos creen que los precios más altos permanecerán durante largo plazo", dijo Lennart Bage, presidente del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola de la ONU.
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