Cuando Cuba se apresta a cumplir en enero del próximo año victoriosamente sus 50 años de vida soberana y socialista, uno se podría imaginar que tanto el gobierno de Estados Unidos como los viejos contrarrevolucionarios terroristas de Miami, que desde esa temprana fecha tuvieron siempre el apoyo de Washington, podrían estar jubilándose y archivando los miles de frustrados planes subversivos para acabar con la "dictadura castrista".
Sin embargo, siguen inyectando millones de dólares para sostener una disidencia muy bien paga internacionalmente y a la otra, de escuálidos grupúsculos dentro de la isla, a la que apenas le llegan algunos miles de dólares.
Dinero que en pequeñas remesas reparte por las calles de La Habana el propio mister Michael Parmy, encargado de la Oficina de Intereses Norteamericanos (SINA); o como en otro momento lo hizo personalmente Róbert Menard, el todopoderoso presidente de Periodistas sin Fronteras también munido de dineros de la CIA destinados a la organización del "periodismo libre".
El trabajo de subversión norteamericana contra Cuba, que indudablemente pasa por los bien aceitados caminos de la propaganda mediática, intenta hacer creer de que se trata de una lucha "pacífica y civil por la democratización contra la dictadura castrista" y que los contrarrevolucionarios veteranos, probados asesinos y terroristas del tipo de Luis Posada Carriles, Orlando Bosch, o Santiago Alvarez, nada tienen que ver con los líderes internos "civiles" Oswaldo Payá, Martha Beatríz Roque, las "Damas de Blanco" y las variopintas e inventadas redes de "Periodistas libres" y "Bibliotecas libres".
Esta semana Cuba acusó al gobierno de Bush, de hacer causa común con elementos terroristas anticubanos de Miami y mostró pruebas de los nexos de diplomáticos norteamericanos con los grupúsculos contrarrevolucionarios en la isla.
Así fue como las autoridades cubanas revelaron, cómo a la cabecilla Martha Beatríz Roque (la misma que aparece en una foto sonriente votando por Bush en una simulación de la elección presidencial en la Oficina de Intereses) le llegan dólares a través del jefe de la SINA que desde Miami le envía el terrorista Santiago Alvarez, actualmente preso en Estados Unidos, autor intelectual entre muchas actividades criminales, de la ola de atentados con explosivos a hoteles y lugares turísticos cubanos en los noventa.
Estados Unidos no sólo realiza planes para una futura "transición" en Cuba sino que invierte millones de dólares en intentar forzar su destino. Desde una radio que transmite desde Miami, una televisora que nadie ve y que ocupa un espacio radioeléctrico internacional que no le corresponde, cobertura y financiamiento a organizaciones terroristas, organización y subvenciones económicas de seminarios y eventos internacionales para "denunciar" la situación en Cuba, con presencia de ex presidentes e intelectuales que se brindan al mejor postor, entre otros gastos. Desde la gubernamental "Comisión de Asistencia a una Cuba Libre" trabajan 100 funcionarios en 17 departamentos con un presupuesto de 80 millones de dólares para el 2007-2008; destinando además, 31 millones para la disidencia interna, 10 para cabildeos en universidades; 24 para propaganda contra Cuba y 15 más para incorporar a otros países en la campaña contra Cuba.
El procónsul Caleb McCarry designado por Bush para "gobernar" Cuba tras la supuesta caída del gobierno socialista, realizó hace poco una intensa gira por Europa para, según dijo, explicar los planes norteamericanos para la isla y obtener respaldo a su política en países miembros de la Unión Europea.
Uno de los elementos que se destacan de las transcripciones de las conversaciones telefónicas captadas por Cuba entre los "disidentes" internos y los financistas de Miami es la desaparición en el traslado, de miles de dólares de la ayuda a la contrarrevolución. El gobierno norteamericano sospecha que parte de los recursos destinados a subvertir Cuba quedan en los bolsillos de los abnegados "luchadores por la libertad" que sirven de intermediarios en la red conspirativa.
Para buscar una solución a ésto están tentando a organizaciones europeas para que cumplan el papel de financistas de la oposición cubana.
Así en su gira europea, el proconsul norteamericano intentó sumar más apoyo político, propagandístico y financiero a sus protegidos en la isla.
En los primeros días de mayo casualmente, la revista "Journalisten" del sindicato de periodistas de Suecia dedicó su número coincidiendo con la visita de McCarry- a la falta de libertad de expresión en Cuba, con un reportaje a un supuesto periodista cubano exiliado que desde Suecia dice enviar boletines informativos a Cuba y que nadie puede probar sean recibidos por alguien, y otra nota con el inefable Robert Ménard, ahora también encargado por la CIA como jefe de la campaña internacional de propaganda contra las Olimpíadas en Pekín.
En este caso local, seguramente para introducir subreticiamente estos materiales en la prensa sueca estos grupos en Suecia cuentan con parte de esos cuantiosos fondos norteamericanos que alimentan el própero negocio de la contrarrevolución anticubana, y que coincidentemente en enero del próximo año también celebrará su 50 aniversario.
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