Escribe Ángela García.
Alan Mills (Guatemala 1979, poeta, ensayista, de formación en leyes) nos dejó su libro Síncopes, a su paso por Malmö el pasado mes de abril, invitado por la Casa de Cultura Latinoamericana.
Antes de este libro había reunido varios de sus escritos en Testamentofuturo, un poemario de aguda crudeza que apareció en tres entregas en los escenarios de Guatemala y de México desde 2002 al 2005, de donde extraemos el texto final de esta nota. Con Síncopes, ha dicho, comienza un proyecto radical de escritura que aspira a una documentación terrible de su vida y su paisaje social.
Al conocerlo se siente una personalidad de furioso activismo, con criterios, opiniones y definiciones quizás demasiado determinados. Al tiempo que se ha dado conocer a sí mismo, ha servido a la difusión de la poesía guatemalteca y latinoamericana a través de sus viajes, publicaciones en revistas, su relación con otros poetas o proyectos literarios en Hispanoamérica, festivales y páginas web. Pienso enseguida que es del tipo de personas que se granjean facilmente adversarios o antipatías: alguien que anda diciendo cosas consciente del poder de su lengua impertinente, decidido a sacudir, incomodar, espantar a los avenidos. Alguien que expande su voz como fuego, dejando que por ella hablen las indiecitas violadas, los moradores de la noche y la calle, los drogos. Alguien más incómodo cuanto más eficaz, cuyo lenguaje ha crecido y se ha agudizado desde el momento mismo de manifestarse, como si la Guatemala estridente y desesperada lo hubiera concebido explícitamente para eso. Alan es un hombre joven pero ha madurado la suspicacia de usar el verbo como una daga. Es un hombre que habla con total propiedad en plural, como si tuviera más de una cabeza, cuya monstruosidad es un signo de los tiempos. "La poesía es lo que te hace poner en situación", dice y confirma su vida con el énfasis poético. Cuando quisimos hacer una entrevista algunas preguntas surgieron, muchas respuestas se desgranaron. A este hombre le gusta decir cosas. Sólo registramos algunas.
¿Por qué crees que mientras se remarca el peso de la novelística guatemalteca, se afirma que el país deja de ser visible a nivel del panorama poético internacional?
-1) Porque el genocidio mató el alma nacional, llenándola de frases hechas y discursos que le dieron una imagen rocambolesca, hinchada de política, donde lo literario quedó en el subsuelo. En la firma de la paz, las partes negociaron todo, menos el futuro de la cultura. Y así nos quedamos sin proyecto cultural, sin visión. 2) Porque hubo una reacción contra la poesía joven, llamándonos "desencantados" o "posmodernos", deslegitimando así la producción de las últimas décadas. A esa actitud nuestra generación respondió, en la voz de Javier Payeras: "no estamos desencantados porque nunca estuvimos encantados". Nosotros, los que surgimos en la posguerra, somos poetas que encontramos una universidad nacional devastada, que encontramos un aparato cultural sin becas ni ningún tipo de apoyos estatales o institucionales; crecimos solos, emergimos de diversos espacios underground. Por eso no somos reconocidos, no se quiere hablar de nosotros. 3) La ignorancia. Hace poco teníamos hasta un 40% de analfabetismo. Tenemos una librería, la más linda de Latinoamérica, quizás, pero sólo una. Nuestro país no está preparado para promover su literatura, menos su poesía.
Sin embargo estas razones no indican que estoy de acuerdo con la afirmación que viene en tu pregunta, tenemos nombres importantes en el panorama de la poesía guatemalteca. Ahí está Humberto Ak'abal, Ana María Rodas, Isabel de los Ángeles Ruano, Javier Payeras, Julio Serrano, Rosa Chávez. También hay narradores como Rodrigo Rey Rosa, Ronald Flores, Francisco Méndez, Lorena Flores y Eduardo Halfon&
Cuando dices nosotros, ¿De quiénes hablas, qué movimiento es ese, existe una articulación, un cometido, qué hacen?
-Soy parte de una red de escritores jóvenes guatemaltecos y latinoamericanos. Estamos vinculados como generación, nos interesa generar discusión más que autoproclamarnos. En Guatemala se vivió el choque generacional con bastante fuerza. Molestó mucho que nosotros viniéramos a decirles que ya no hay héroes, que no queremos saber mayor cosa sobre la guerrilla; nos hemos dado cuenta que mucha gente de izquierda también puede ser funcional al sistema, a los espacios hegemónicos. Estamos abriendo un espacio para la creación crítica, plural, democrática, nómade y delirante, donde haya libertad de ser. Además estudiamos la obra de nuestros antecesores, hasta la de los que nos atacan. También nos leemos entre nosotros, los escritores de la posguerra, hay una comunicación constante, mutua ayuda, asesoría.
¿Cuáles poetas te han formado o qué te ha formado?
-Ahora mismo me interesan cosas como Nicanor Parra, lo lúdico en la poesía, los reality shows, la publicidad, el marketing, porque creo que hay cosas interesantes ahí. Todo lo que mira mal la academia. No hay que olvidar que mi generación en Guatemala no viene tanto de las aulas universitarias, como de lo urbano, de la calle... Soy un mercenario, caníbal, devoro múltiples influencias: literarias, musicales, visuales, filosóficas y políticas.
¿Qué dirías de ti? ¿Qué buscas?
-De momento, repito, soy un mercenario en busca de un modelo económico propio para mi subsistencia (risas). Soy latinoamericanista. Me interesan los festivales de poesía, las publicaciones, viajar como una especie de misionero postapocalíptico. Me interesa el planeta, no las naciones, ni la prioridad de ninguna lengua, por eso estudié el portugués, el francés, el inglés y el q'eqchí. Creo que las lenguas como unidades monolíticas dejarán de ser vigentes; las ideas chauvinistas sobre las lenguas dividen, hay que decir que Guatemala tiene 23 idiomas y más de 100 variantes de dialectos. Entonces& ¿por qué se celebra al Quijote? ¿por qué no el Popol Vuh? Creo que ahora cuenta la dimensión oral de igual manera que la escrita en lo literario, pese a que el panorama se puede disfrazar&
Dedicarse a decir cosas, testimoniar en lo escarpado sin mapa, con un radar que fácilmente se descompone con el ruido...hablar de sí mismo como si fuera tantos, intercalando lenguas y tiempos no es sólo burlar el esqueleto y el nombre. Entrar en la sustancia de la palabra enfrentando altas temperaturas con la inocencia o la arrogancia de un ser anómalo, pero además convencido de combatir con vitalismo el fenómeno mediático universal parece ser la impronta de Alan Mills.
Estoy aquí, dispuesto a decir,
a recomenzarme, a cantar si es necesario.
Me veo lejos ya de otros cuerpos,
ahuyentando pieles furtivas,
buscando tribunas, altos para lanzar la voz
y alcanzar a alguien, rozar un páncreas
o un intestino o un cerebro
o un pulmón enfisemado.
Algunos acompañan con raros cantos,
su armonía expresa luminosidades,
geniales oscuranas, trasgos.
Voces hablan a fuerza de callarse,
nervios se tocan con los nervios
y se cosen en un fibra informe,
sus ímpetus se enhebran e intrepretan
los aullidos de carne.
Siento cerca otra vez los cuerpos.
No estoy solo."
(De Testamentofuturo)
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