Angela García.
El pasado sábado 2 se realizó en Inkonst, Malmö, la jornada poética "En dag med Adonis" con la presencia en la ciudad del conocido poeta árabe y que se inició con una presentación a cargo de Lasse Söderberg.
El evento organizado por las Jornadas Internacionales de Poesía, tuvo como invitados además, a Bashar Zarkan cantante y compositor sirio, (que ofreció canciones de poemas sufíes), Ninar Esber quien presentó su libro "Conversaciones con Adonis, mi padre", Hesham Bahari, traductor y director de la casa editorial Alhambra donde se ha dado a conocer buena parte de la obra de Adonis, y del poeta y ensayista Ingemar Leckius, gran conocedor de la poesía sufi.
Para quien quiera aproximarse a la mejor poesía del siglo, la lectura de Adonis es una estación obligada. El peso de su obra es tan determinante que un alto porcentaje de los poetas jóvenes hacen esfuerzos desperados por evitarlo, combatirlo en incluso desdeñarlo como representante de una estética dominante. Suele suceder que los movimientos en contra de lo que se ha vuelto autoridad siguen paradójicamente, un patrón de conducta tan determinado por el rechazo que si no cavan en cimientos de silencio para encontrar autenticidad, esterilizan de antemano el propósito creativo del cambio. Los clichés generacionales no pueden remolcar la obra nueva que se hará bien común.
La obra poética de Ali Ahmed Esber -Adonis- (1930) tanto como sus ensayos sobre la poesía, desde los maestros sufíes hasta Saint John Perse y Bonnefoy; sobre el modernismo y la poesía contemporánea son exepcionalmente iluminadores.
Lo contestario en él no ha sido propio de la edad juvenil sino que ha sido su arma y su radar. Junto con el poeta Yusuf al-Khal, también sirio exilado en Beirut a finales de la década del cincuenta, fundó la revista Shir Poesía, y junto con otros poetas llevaron a cabo un movimiento de renovación de la lengua árabe. Sus estudios de la historia de la poesía le llevaron a combatir las fronteras de nación, lengua, partidos, religiones. En una coherente evolución convirtió la rebeldía en nostalgia y junto al laboreo con la palabra, dio con un lenguaje moderno reconciliado con la tradición poética universal. En las conversaciones sostenidas con el público tanto en Inkonst como en Literaturhaus en Copenhague, Adonis se sostuvo en ese rechazo radical contra los fundamentalismos religiosos cuyos principios bélicos son la secuela de sombra de la historia humana.
En uno de sus libros capitales, Cantos de Mihyar el damasciano, aparece Adonis con el poeta de Bagdad del medioevo, Mihyar, símbolo de la Voz que viene y continúa en la voz propia. Son cantos del hombre que despierta con el poder en sus manos, un poder que puede distinguir entre la errancia o el camino que asciende; las fronteras y los estandartes o la ruta del encuentro.
Las imágenes de Adonis no pretenden ser explicativas, sus palabras resbalan de la contextualización. Cosidas al aliento de los tiempos circulan en sí mismas, parecen proponer enigmas en vez de soluciones, razón por la cual se le ha llamado el oscuro. Pero al mismo tiempo en la lectura se decanta un diálogo con los elementos, una propuesta de entendimiento entre el hombre y la naturaleza.
Para la tradición árabe el poeta era un vidente, un agorero el que tiene la visión de la verdad.
Mientras que en Occidente la importancia cada vez más exigua del poeta hace de éste, un personaje marginal raramente tenido en cuenta. Quizás a eso se deba, entre otras razones, que pese a la celeridad de la influencia occidental en los países árabes la discusión sobre la modernidad no ha concluído totalmente.
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