Carlos Luis Torres.
Víctor Rojas, colombiano, bogotano de nacimiento, vive desde hace más de dos décadas en Suecia a donde llegó huyendo durante aquella época difícil que azotó a Colombia y produjo la diáspora de centenares de intelectuales.
Víctor Rojas, poeta, cuentista, publica hoy su primera novela "Una gota de lluvia en el Paraíso". Traductor de escritores suecos por cuya labor recibió un reconocimiento de la Academia Sueca en el año 2000, además del Premio de la Asociación de Escritores de Suecia en 1998.
Sus obras poéticas: "Los suicidas no van al cielo" 1996; "Poemas para un pájaro ciego" 1997; "Sin curar mis heridas" 1999; "Un grito en la tierra" 2000; "Mientras los vikingos saquean en París" 2001; "Palabras en remojo" en el 2003; "Textos de bruma nórdica" en el 2004 y "Esos benditos vecinos" en el 2005.
Conocí a Víctor hace varios años aquí en Bogotá cuando presentaba uno de sus poemarios. Confirmé su calidad de poeta cuando leí en aquel libro un verso suyo:
"mientras te esperaba
el tiempo corría
sobre el filo de la cuchilla de afeitar
en mis mejillas"
en ese momento quedé sorprendido con esta maravillosa imagen del tiempo sobre nuestro rostro: ¡la vejez!, grité ... mientras te esperaba.
Encontré en sus cuentos retazos de su biografía. Especialmente en aquel titulado "La vida es aquello que sucede entre dos páginas de un libro". Y luego, en otra historia, la imagen de un dios nórdico se pasea por el parque de los periodistas de Bogotá. Esta imagen barroca, mágica, tiene un aliento posmoderno, al hacer posible la conjunción de espacios extremos que sólo en la literatura de Víctor Rojas se sucede.
En días pasados un reencuentro con Víctor Rojas en Bogotá permitió la presentación de su novela en nuestra Librería Luvina y como parte de la programación cultural de la misma. Leí el texto que hoy tienen ustedes en sus manos: Novela urbana, que evidencia una sociedad desarrollada. Escrita con la certeza de un hombre que ha asumido la cultura sueca y deambula por una prosa sencilla describiendo las preocupaciones de una sociedad antigua.
Un asesinato: un extranjero y refugiado kurdo, mata a su hija. Historia que compite con el relato de una pareja de Suecos que se divorcia pues él reconoce racionalmente que es gay y se va a vivir con su amante masculino mientras Yabrail, un padre de familia, refugiado sirio es preso por golpear a su hija nacida en Suecia. Mientras todo lo anterior se cruza con pequeñas historias de empleados del sistema judicial.
La novela es diversidad cultural pues tal vez hoy como en ningún país del mundo, Suecia alberga tantos refugiados que buscan el paraíso mientras caen gotas de lluvia. La novela no posee una sola historia, son diversas historias que se entremezclan con el espacio urbano de la ciudad de Jönköping y olvidan el paisaje que se asoma a veces eternamente blanco, frío, silencioso pues la estrategia narrativa del escritor atenúa sus efectos y permite que otra tragedia se presente sin dramatismo, sin sangre, con un dolor apenas advertido por el lector que reconoce que existen otros dolores después de satisfacer el hambre, la vivienda, la educación, el abrigo y el trabajo.
Pensé que Víctor podría haberla escrito pensando en el público lector de los fiordos pero al terminarla y al reconocer elementos poéticos, cotidianas ternuras, levedad en alguno de sus episodios, marginalidad de sus personajes inmigrantes, desadaptación total, machismo, brutalidad, me di cuenta de su universalidad.
Un escritor Bogotano, escribe una novela urbana que sucede en una ciudad Sueca. No están entonces los recuerdos ni las imágenes de su infancia pues ninguno de los personajes es latino. No hay expresiones de metalenguajes caribes, ni realismos mágicos, ni visiones femeninas, ni encajes con otros escritores y novelas. Esta novela, policíaca, criminal, de insatisfacción, donde algo generalizado pa-sa, obliga a leerla.
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