Quizá impulsados por el aluvión de noticias sobre los monjes que salieron a amargarle la vida a los chinos
con sus Juegos Olímpicos, esta semana pudimos ver la película norteamericana "7 años en el Tíbet".
Un film que aborda precisamente la lucha de los tibetanos contra el poder central en China,
que marcó el inicio del exilio del Dalai Lama y muestra a un joven alemán compenetrado con los monjes, combatiendo e instruyendo a luchar contra los comunistas chinos.
La película se basa en la historia real de un turbio personaje -aunque lo interprete Brad Pitt-, el nazi austríaco Henrich Harrer, miembro de las SS hitlerianas quien en 1944 escapó de estar preso en la India británica para refugiarse en los Himalaya. Harrer se convirtió desde 1946 en uno de los mentores del Dalai Lama.
Para entonces, el Dalai Lama presidía el gobierno autónomo, en una región en que los monjes de las clases altas gobernaban como en la Edad Media. El propio Dalai Lama poseía decenas de fincas, sirvientes y al menos 200 esclavos.
Después que en 1949 Mao Tse Tung, gana la guerra civil china y entra a Beijing, sus tropas marchan hacia el Tíbet. El actual Dalai Lama, quien apenas había llegado a su cargo en 1950, firma un tratado con Beijing en el cual él acepta la soberanía china a cambio de cierta autonomía y que él se mantuviese en el palacio del poder tibetano (el Potala).
Sin embargo, la convivencia no podía durar demasiado entre un gobierno central que propugnaba la supresión de clases y el fin de la opresión, y el representante de una de las teocracias menos modernas del siglo XX.
Los choques se acrecientan entre 1956-59 hasta que una rebelión tibetana es sofocada y el Dalai Lama huye a India donde establecerá su gobierno en el exilio en McLeod Gang, provincia de Dharamsala.
Ahora hay documentación que señala que las tropas del Dalai Lama que promovieron la lucha por la independencia, fueron financiadas y entrenadas por la CIA norteamericana.
Desde mediados de los 90, diversas publicaciones norteamericanas, como la revista Newsweek, Chicago Tribune, así como libros de ex agentes del espionaje norteamericano describen cómo a comienzos de 1955, la CIA empezó a construir un ejército contrarrevolucionario en Tíbet. Según los famosos "Papeles del Pentágono", hubo al menos 700 vuelos en los años 50 para el envío de municiones y subametralladoras, mientras se entrenaban soldados en Arizona.
Ralph Walter McGehee, ex agente de CIA de 1952 a 1977, ha escrito varios informes sobre las operaciones de la Agencia y tiene un sitio web, donde describió con algún detalle cómo se promovió al Dalai Lama.
Posteriormente en 1998, en documentos desclasificados de la CIA, se revela que el Dalai Lama cobró un sueldo anual (180.000 dólares) de la CIA durante años, al mismo tiempo que se financiaban grupos opositores a China en el Tíbet. Según esos documentos, la CIA subvencionaba campos de entrenamiento guerrillero en Nepal, y embajadas tibetanas en las principales ciudades occidentales con el fin "de mantener viva la idea de la autonomía" de este país. Oficialmente la ayuda se terminó en los 70 cuando Richard Nixon inició la política de acercamiento con Beijing. Pero en la actualidad, los recursos volvieron a fluir a través de la Fundación Nacional a Favor de la Democracia (NED) y otros conductos que suenan más respetables que la CIA. El Congreso de EE.UU. sigue destinando más de 2 millones de dólares al año a tibetanos en India, y más millones para "actividades democráticas" dentro de la comunidad exiliada. El Dalai Lama también recibe dinero del financista George Soros, que ahora tomó en sus manos la Radio Europa Libre/Radio Libertad, creada por la CIA, y otros institutos de ayuda al ex-mundo comunista.
En todos estos años de exilio, el Dalai Lama se ha promocionado una imagen de hombre pacífico, dedicado a la vida sencilla y sólo preocupado por cosas profundas. Estrellas del cine lo visitan, le brindan donaciones, y olvidan que el modo de vida que promueve, es el de las castas y la división de la sociedad en clases, donde unos deben servir a otros, más clasista que las dictaduras o reinados fundamentalistas árabes.
Cuando el pasado 14 y 15 de marzo estalló la sublevación -coincidiendo en el aniversario de la derrota que sufrieron ante Mao, la prensa internacional, y varios gobiernos, se alinearon con el monje. Está de más decir que Dalai Lama también ha recibido el premio Nobel de la Paz.
En la sublevación, los monjes actuaron como les había enseñado el joven nazi Harrer, y provocaron una ola de saqueos e incendios organizados por la población étnicamente tibetana contra los comerciantes chinos (han) y chino-musulmanes (hui). Fueron atacadas desde mezquitas hasta la sede del diario del Partido Comunista. Según fuentes oficiales chinas allí murieron 13 civiles chinos y se incendiaron más de 200 predios y 50 vehículos.
Algunos han pretendido identificar a estos monjes tibetanos con los monjes que protestaron en Myanmar (ex Birmania) e insisten en boicotear al menos las ceremonias de apertura y cierre de los Juegos Olímpicos.
Entusiastas continuadores de la guerra fría y en combatir a China, prosiguen promoviendo a una figura jugada en el anticomunismo y a sueldo de la agencia de espionaje de una nación extranjera, y que aunque no lo digan, impulsa un modelo de sociedad que nada tiene que ver con la democracia ni el respeto a los derechos humanos, por más sacerdotes que gobiernen.
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Irmgard Pingel
El pasado sábado 29 de marzo falleció en Malmö a las 98 años de edad, Irmgard Pingel, madre de nuestro querido amigo el poeta y traductor Lasse Söderberg. Imgard había nacido en Alemania y fue esposa del periodista y escritor Sten Söderberg.
Estrechamente vinculada a toda una pléyade de escritores de la generación de los 30 como Artur Lundkvist, Irmgard tradujo tempranamente al sueco la novela "La vorágine" del colombiano José Eustasio Rivera; también obras de Camilo José Cela (entre otras "La colmena"); "El laberinto de la soledad" de Octavio Paz; "Memorias del subdesarrollo" de Edmundo Desnoes y cuentos de otros escritores cubanos. En colaboración con su hijo, tradujo del alemán un libro de poesía de Günter Grass .
Liberación le hace llegar a Lasse y demás familiares nuestros más sentidos pésames.
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