Escribe Juan Cameron.
El escondido y rebelde Moltedo se ha ido convirtiendo poco a poco en un poeta de culto. Rescatado desde el silencio, a partir del año 2006, los más jóvenes averiguan sobre sus pasos y caminan en busca de sus poemas y de su inquisidora crónica, tras cuyas líneas trasunta una impecable verdad. Se trata de uno de nuestros serios candidatos al Premio Nacional de Literatura.
El poeta Ennio Moltedo camina tras la perfección. La revista Libertad 250, editada por la ya extinta Sociedad de Escritores de Chile de Viña del Mar, la novela El ángel de la muerte, de Sebastián Cisneros, y Poemas de jugar Valparaíso, de Patricia Tejeda y Armando Solari, ambos de las prensas municipales, dan cuenta en su labor editorial de esa impronta ya reconocida en su escritura.
Punto aparte merecen los Breviarios de la Universidad de Valparaíso. Hacia fines de diciembre de 2006, en una ceremonia celebrada en la Sala El Farol, el artista y profesor Allan Brown y Ennio Moltedo entregaron un volumen con la recopilación de aquellos significativos cuadernillos. Gestores y ejecutores de la idea, ambos porteñistas expresan aquí -en Memorial de Breviarios del Valparaíso Regional- una línea de trabajo permanente a través de un discurso silencioso en favor de esta ciudad y de sus valores.
Pero mejor hablemos de su poesía. Nacido en Viña del Mar, en 1931, fue destacándose poco a poco en la Generación del 50 para llegar a ser, no sólo el mayor representante literario regional, sino un nombre a mencionar en la actual poesía chilena.
Se trata de un rebelde silencioso, de un fino y caballeroso anacoreta cuya ironía apunta a las columnas más sagradas del orden público. Sus piezas resultan secretísimas bombas de tiempo que sólo los más informados pueden utilizar y disfrutar. Una de ellas es el discurso de incorporación a la Academia Chilena de la Lengua en el año 2005: "He escrito poesía lejos del poder. He escrito poesía no para la venta -comercio algo sospechoso y que no recomiendo a nadie-, sino para saludo y lectura confabulada entre amigos". Estos mismos amigos se preguntan qué está haciendo Moltedo allí y él siempre responde con una sonrisa irónica, encogiéndose de hombros.
Tal vez la obra que mayor incidencia tenga para el autor en esta década es La noche, su octavo poemario. Tras la portada, El imperio de la luz de René Magritte, se oculta el ya famoso texto nº 15: "Noche, del latín nocte; éste del griego nyntos; y éste, a su vez, del sánscrito nakta. En alemán se dice nacht; en inglés night; en italiano, notte; en portugués, noite; en francés, nuit; en catalán, nit; en walón, nute. En Chile la noche es eterna". La opción es clara: hacia el fin de la noche apunta el escriba. Y quien mire este libro al trasluz descubrirá su contenido.
El esquema de la noche puede, con todo, simplificarse como una fórmula matemática para facilitar su comprensión. Existe el individuo de bien -con el que el autor se identifica- destinado a cumplir su tarea en la sociedad. Es el artista, el vocero de la comunidad, al cual se opone alguien, casi un ente, enquistado en su programa: un estereotipo surgido de varias conductas -notorias, gruesas, poco sutiles- que instalan a pedazos un monstruo en el lugar asignado para él. "Jóvenes -recomienda- no se registren, no se anoten. No frecuentar escritorios y esperas en socavones nauseabundos, entre aceites y comidas y hojas viejas volando tras el polvillo de pantallas que repiten, sin saber, lo mismo".
Su voz retumba en la plaza pública; un redoble de campanas que sin embargo nadie la escucha ni comenta: "En vez de tanto ojo en blanco y pucheros morales hoy, en tiempos de paz, ¿por qué no pronunciaste una sola palabra en tiempos de muerte, mierda?" La razón es simple: el oficio del individuo apunta a lo permanente y, por naturaleza, se opone al "evento", a la mesa del diálogo, a la tardanza inútil de la discusión impuesta para demorar su acción. ¿Qué camino tomar entonces? El mismo se pregunta: "¿Toga, capuchón, mameluco? Existen soluciones -Bien, Galileo. Escapaste por un pelo. Ahora, noviembre de 1992, estás oficialmente reivindicado"- en las que el poeta no cree.
El año 2006 fue generoso con Moltedo. El libro de crónicas Neruda: poeta del Cerro Florida, editado bajo el sello de la Universidad de Valparaíso, entrega una visión particular y sin concesiones de nuestro sobre expuesto Premio Nobel. Se trata de cuarenta y cinco bocetos que retratan su amistad con Neruda enriquecida tras la traducción de 44 poetas rumanos editada luego por Losada, en Buenos Aires, en 1967, y en la que Ennio cumplió una labor protagónica.
Su ojo crítico y mordaz ante esa pueblerina tontera que a veces nos afecta, aporta más de una sabrosa contribución. Como el capítulo Neruda en la Quinta Vergana, en cuyo trazado se ríe del supuesto poema que ilustra, además, "una mala réplica de la cabeza del poeta. Por supuesto con gorra y visera para que se sepa quien es. ¿Pero habrá un defectuoso estético al extremo de idear tamaño espectáculo para el recuerdo de una vida literaria hermosa y decente?" se pregunta Moltedo. Y del autor del poemilla trasunta un definitivo "¿Se tratará de algún amigo o pariente de cierto funcionario del departamento de ornato de la Quinta Vergara? ¿Tal vez político del arte espontáneo o un posible agente -con diploma de gestión cultural- recorredor de pasillos que soplan cultura en orejas concejales?" El esteta no perdona.
Ese mismo año los jóvenes poetas Guillermo Rivera, reciente ganador del Consejo Nacional del Libro, y Claudio Gaete editan su Obra reunida. Se trata de un magnífico y elegante volumen que recoge sus más distinguidas páginas y le rinde homenaje como poeta mayor.
Y para culminar el 2006 Luis Andrés Figueroa recopila las conversaciones habidas con él en Café Invierno, aparecido bajo el sello de Ediciones Vertiente, de Santiago. Grabaciones registradas en el desaparecido Café Bavestrello, entre los inviernos de 1990 y 1993 entregan las claves de tan hermoso título. Una segunda sección recoge el diálogo que tiene lugar en la sala Obra Gruesa de la Universidad Católica de Valparaíso, el 4 de septiembre de 1991, tal vez la primera aparición de Ennio como conferencista durante décadas. Allí responde a un público de reconocidos artistas, como el mismo Browne, (autor del magnífico cartel sobre la ciudad), el fallecido arquitecto Pepe Ríos y los poetas Carlos León, Virgilio Rodríguez, Catalina Lafertt, Marcelo Novoa, Alejandro Pérez y Sergio Madrid.
El tercer grupo de grabaciones tiene lugar en el también desaparecido Café Riquet de Valparaíso y en el Café Florida, en Viña del Mar, entre abril de 2001 y enero de 2004 en las que se reiteran las opiniones en torno a su poética y se extiende sobre su, quizá, mayor producción, el ya mencionado libro La noche.
Moltedo es un poeta indispensable. Se trata ya, sin lugar a dudas, de nuestro mayor exponente en poesía cuyo ejemplo y actitud vital recogen los más jóvenes autores, pues tras esa inquietante postura trasunta la verdad y el reconocimiento del individuo como tal.
Ennio Moltedo Ghio (Viña del Mar, 1931) es autor de Cuidadores (1959), Nunca (1962), Concreto Azul (1967), 44 poetas rumanos (trad. con Neruda, 1967), Mi tiempo (1980), Playa de Invierno (1985), Día a Día (1990), Regreso al Mar (1994), Las Cuatro Estaciones (plaqueta, 1996), La noche (2000), Obra poética (2006), Neruda: poeta del Cerro Florida (crónicas, 2006) y Café Invierno/ Conversaciones con Ennio Moltedo (de Luis Andrés Figueroa, 2006). Aparece, entre otras recopilaciones, en Alianza (Sociedad de Escritores de Valparaíso, SEV, 1960), Poetas porteños, de Luis Fuentealba Lagos (1968), Antología General de la Poesía Chilena, de Miguel Mínguez y otra (1969), Poesía chilena contemporánea, de Miguel Arteche y otros (1984), Geografía poética de Chile: Valparaíso (DIBAM. 1993), Breviario por 20 años de ausencia (1993), Valparaíso/ versos en la calle, de Juan Cameron (1998), Panorama de la poesía contemporánea de Valparaíso, de Carlos Henrickson (2004), Poesía Chilena Desclasificada 1973-1990, de Gonzalo Contreras (2006), La poesía de una migración, de A. Barbera y R. Rosso (2006) y Valparaíso en la poesía y la crónica de Juan Cameron (2007).
Ha obtenido los siguientes reconocimientos: Premio Alerce (1959), Premio Gabriela Mistral, Municipalidad de Santiago (1967), Premio Regional Joaquín Edwards Bello (1981), Distinción UCV (1982), Premio Círculo de Críticos de Valparaíso (1990), Premio Municipal de Literatura, Valparaíso (1994) y Premio del Círculo de Críticos, Valparaíso (1997).
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